Rosas y Tulipanes

6.7K 709 1K
                                    

Izuku estaba experimentando las semanas más terribles y maravillosas de toda su vida; terribles por el tiempo que tenía que pasar con Shouto dentro de la oficina, y maravillosas por cierto rubio arrogante que se estaba introduciendo sin ningún esfuerzo dentro de su corazón. Es que las palabras no llegaban a expresar de forma correcta todo lo que ese hombre lo hacía sentir; el cosquilleo en la base de su estómago, la sensación cálida que se expandía por su pecho, el sabor dulce y picante que dejaban los labios de Kacchan sobre los suyos.

Aunque por supuesto que no podía evitar sentirse un poco ansioso. Después de todo, no entendía cómo alguien a quien apenas acababa de conocer podía provocarle emociones tan intensas, y es que por algún extraño motivo sentía que conocía a Kacchan de toda la vida. Funcionaban tan bien juntos, como piezas perfectas de un engranaje.

Izuku sabía que no valía la pena volcarse ante la negación, no cuando la mejor parte de su día era cuando Kacchan llegaba a recogerlo, en ese momento Izuku podía hundirse en sus brazos y ser recompensado con besos después de un tortuoso día en la oficina, aun así, se sentía un poco más que asustado por la rapidez con la que había escalado todo.

Kacchan aniquilaba por completo su lado racional, su cerebro límbico cayendo a favor de recibir esa deliciosa descarga de felicidad y dopamina.

—¿Izuku, podemos hablar? —La voz de Shouto lo sacó de sus pensamientos. Izuku suspiró internamente y trató de permanecer tranquilo. Quería que las cosas fluyeran, el ambiente de por sí ya era bastante tenso como para empeorarlo agregándole una nueva discusión.

Incluso sus colegas sabían que algo importante había sucedido entre ellos, aunque no estaban seguros de qué. Izuku podía sentir sus ojos fijos en cada uno de sus movimientos, como aves carroñeras atraídas por la desgracia ajena. Todos parecían estar esperando para aprovecharse de cualquier mínima ventaja que pudieran obtener, pero él estaba decidido a no darles esa satisfacción.

—¿En qué puedo ayudarte, Shouto? —preguntó y siguió revisando de forma distraída los papeles en su escritorio.

Todoroki se quedó en silencio por un momento, no necesitaba decir mucho, Izuku sabía que lo que sea que Shouto quería, no estaba relacionado con el trabajo.

Todoroki carraspeó y dijo:

—Quería invitarte a almorzar.

—No. —Izuku fue firme y se sorprendió de que no había ni rastro de duda en su voz.

Todoroki exhaló y apoyó sus manos sobre el escritorio. Su rostro con una expresión consternada.

—Escucha, sé que tal vez…

Izuku se puso de pie y miró a su esposo con seriedad.

—Shouto, por favor, solo déjame hacer mi trabajo. Si de verdad quieres hacer algo por mí, entonces dame eso. Además, tampoco tengo tiempo para ir a almorzar, necesito terminar con esto cuánto antes para no…

—Para no tener que verme —completó Todoroki. Izuku no le apartó la mirada, aun así, el rostro herido de su esposo hundió un poco su corazón—. Está bien, te dejaré hacer tu trabajo. Lamento haberte hecho perder el tiempo. —Todoroki caminó hacia la puerta, entonces exhaló y dijo con una voz suave que Izuku no había escuchado en mucho tiempo—: Izuku… por favor, al menos te pido que comas, si lo haces prometo que te ayudaré a que termines con esto lo más rápido posible, solo no pongas en riesgo tu salud por querer… —Todoroki se detuvo, sus ojos se veían tristes y cansados—. Por querer alejarte de mí —dijo finalmente.

Izuku sintió un nudo apretarse en la boca de su estómago. Odiaba esto, odiaba la voz herida de Shouto, odiaba la manera en que su rostro se ensombrecía, pero se obligó a no ceder, a mantenerse firme, aunque esa opresión en su pecho se clavara hasta dejarlo sin aire.

Dulce Tentación [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora