Las decisiones con las que tenemos que vivir

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—Creo que hemos terminado por hoy. —Izuku estiró los brazos, al mismo tiempo que su secretaria tomaba los documentos listos sobre el escritorio y salía de la oficina. 

Había sido una semana extremadamente larga, sus últimos clientes tenían los casos más complejos, pero ahora que por fin había terminado, sentía como toda la tensión de sus músculos comenzaba a desvanecerse.

Solo había una última cosa por hacer, una carpeta con un nombre que conocía mejor que el suyo: el de Bakugou Katsuki. Mañana Kacchan firmaría el contrato de compra del hotel. Izuku no podía negar que se sentía un poco ansioso, aunque en realidad no había nada de que temer. Había revisado el contrato una infinidad de veces, y se aseguró de que no existiera ningún tipo de cláusulas engañosas.

Era un contrato limpio, Kacchan solo debía firmar y el hotel más grande de Tokio sería suyo. Izuku no pudo evitar sentirse entusiasmado con la idea. Estas últimas semanas había visto parte de los planes de Kacchan para la remodelación y estaba seguro de que el resultado sería absolutamente increíble. Además, Kacchan siempre se había dedicado a los clubs nocturnos, y un hotel era algo nuevo y emocionante para poner toda su energía.

Izuku sabía que sería algo sin precedentes. Una nueva joya arquitectónica que atraería no solo a los turistas sino a todos en Japón, y de alguna forma, ser él quien había ayudado a Kacchan a lograrlo lo llenaba de orgullo. Kacchan siempre era tan detallista, siempre buscaba la forma de sorprenderlo, y él, bueno… Izuku a veces se sentía un poco frustrado por no poder hacer más por Kacchan.

Izuku trató de dejar esos pensamientos a un lado, sabía que Kacchan no pensaba eso en lo absoluto, aunque de igual forma se negaba a dejar las cosas de esa manera.

Kacchan también debía saber lo mucho que lo amaba, tal vez no podía darle regalos increíbles, o viajes a la playa, pero intentaría a su manera hacerle saber cuánto lo amaba y lo afortunado que se sentía de estar a su lado. Quizás, por eso, ahora tenía un par de anillos a juego, en una cajita en su bolsillo, y las mejillas muy calientes, al igual que todos los sentimientos que calentaban su pecho.

Había escogido unos sencillos anillos de pareja en oro blanco. Izuku los eligió unos días atrás, y había mandado a grabar el de Kacchan en el interior.

Era un poco vergonzoso. Izuku no estaba muy seguro de cómo dárselos a Kacchan. No era como si le estuviera pidiendo matrimonio o algo parecido. Es solo que Kacchan a veces parecía tan inestable. Izuku quería darle un poco de seguridad, la promesa de un futuro.

Se sirvió un poco de agua, en un intento por calmar el desastre en el que se había convertido su corazón. Ambos habían sido honestos desde hace algunas semanas, incluso habían dicho te amo, y sus deseos de estar juntos nunca habían sido más fuertes que en ese momento. No debía tener miedo de entregar un anillo, si conocía a Kacchan tan bien como creía, estaba seguro de que amaría llevarlo consigo. Quizás, Izuku tendría que esperar un par de semanas para poder hacer lo mismo, pero ese día llegaría y mientras tanto ambos podrían ilusionarse con la promesa de ser una pareja de verdad.

Izuku sintió como sus mejillas se calentaban. Estaba tan apresurado por salir de su oficina, que al abrir la puerta de golpe, su cuerpo se estrelló contra algo firme. Los ojos de Izuku se abrieron de par en par.

—¿Shouto? —Su esposo lo miró igual de confundido que él. Izuku no podía creer su mala suerte. ¿Por qué de todas las personas tenía que tropezarse con Shouto? Estaba a punto de huir, cuando se dio cuenta de que los papeles que Shouto sostenía en su mano, ahora se encontraban esparcidos por el suelo.

Izuku se agachó para ayudarlo, a lo que Todoroki hizo un gesto con la mano para detenerlo.

—No te preocupes, Izuku, yo me encargo.

Dulce Tentación [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora