Fuerzas opuestas

2.1K 357 415
                                    

Izuku no encontraba la fuerza para ponerse de pie. Las luces de los autos pasaban a su alrededor, y la lluvia caía de forma torrencial. Podía ver su aliento mientras jadeaba en un intento desesperado por tomar aire. Tenía que irse de allí, tenía que hacerlo, pero cada parte de su cuerpo se resistía a la idea de dejar a Kacchan.

Izuku mordió sus labios lleno de frustración, las lágrimas no dejaban de caer por sus mejillas. Tenía el cabello pegado a la frente por la lluvia, el frío se metía a sus huesos y lo hacía tiritar. Los ojos de Kacchan venían una y otra vez a su cabeza, Izuku jamás podría perdonarse por lo que acababa de hacer. Ahora estaba seguro de que había aniquilado cualquier esperanza de un futuro al lado de Kacchan.

Lo que había hecho era imperdonable.

La sola idea fue tan aterradora que su determinación empezó a flaquear. No quería esto. No quería hacerle daño a Kacchan. El miedo y el arrepentimiento llenaron su cuerpo y le apretaron la garganta, como dos manos que buscaban estrangularlo.

«Solo dime qué está pasando. Sin mentiras. Sea lo que sea, lo arreglaremos juntos. Puedo hacerlo. Te hice una promesa, nunca más estarás solo».

Los labios de Izuku empezaron a temblar. Toda la seguridad que había sentido se disolvía a su alrededor junto a la lluvia. ¿Y si esta no era la mejor manera de proteger a Kacchan? ¿Y sí…? Izuku golpeó su pecho en un intento desesperado por contener su angustia, pero a cada segundo que pasaba, el recuerdo de los ojos heridos de Kacchan se clavaban en su pecho, y le quitaban el aire. No podía dejarlo de esta manera. No podía irse sabiendo que Kacchan pensaba que amaba a Shouto.

Tenía que volver. Tenía que hacerlo. Kacchan lo amaba, si corría de vuelta y le decía la verdad, quizás lo perdonaría. Estaba seguro de que era más importante para Kacchan que cualquier otra cosa, incluso que el hotel, así que por primera vez no luchó contra el impulso de ser egoísta. Porque la verdad era que no podía vivir sin Kacchan. No importaba si tenía que pasarse el resto de su vida trabajando para pagarle por la pérdida del hotel, trabajaría mil vidas si fuera necesario, pero no podía dejarlo. No podía. Su corazón empezó a latir más rápido. Ahora que la decisión estaba tomada, una energía poderosa recorrió todo su cuerpo; una esperanza que pensó que había asesinado.

Si iba y se arrodillaba, si rogaba por su perdón, quizás Kacchan le daría otra oportunidad, quizás ellos…

—Sr. Midoriya, póngase de pie, por favor.

Izuku alzó la vista para ver a una mujer parada frente a él. Ella le extendió la mano, con la misma preocupación con la que una madre lo haría. La mujer tenía el cabello corto de un peculiar violeta y unos ojos duros y decididos. Izuku nunca la había visto en su vida, aunque por la forma en que estaba vestida, parecía ser parte del personal de Endeavor.

—¿Cómo me encontró? —Izuku tomó la mano que le ofrecía y se puso de pie.

Ella suavizó su mirada y se quitó su propio saco para cubrirlo de la lluvia. La tela estaba tibia e Izuku presionó el saco contra su cuerpo. Estaba muerto de frío, y cualquier mínima muestra de calor era un consuelo.

—El Sr. Endeavor me ha enviado por usted.

La sola mención de ese nombre le revolvió el estómago. Izuku miró la puerta del edificio, todo su cuerpo le rogaba que corriera y regresara con Kacchan, que confesara que cada palabra que había salido de sus labios no era más que una mentira, que no existía nadie en el mundo que lo amara más que él, que no podía siquiera imaginarse una vida en la que no envejecieran juntos.

Izuku dio un paso hacia delante, decidido, no iba a detenerse ni siquiera por esta mujer, pero antes de que pudiera dar otro paso, sintió la presión de una mano firme en su hombro.

Dulce Tentación [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora