Expectativas maternales

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—Kacchan, ¿qué haces? —murmuró Izuku soñoliento. Kacchan lo tenía aprisionado entre sus brazos, y sus labios dejaban un camino de besos que recorrían su espalda. Izuku se rio, Kacchan podía ser tan meloso, todo lo contrario a esa personalidad ruda y difícil que solía mostrarle a los demás. Izuku amaba que solo él conociera ese lado de Kacchan. Nadie nunca sabría de sus besos dulces, ni lo caprichoso y consentido que se volvía por las mañanas, cuando ambos estaban desnudos, después de una noche de hacer el amor.

Kacchan gruñó y empezó a mordisquear su cuello, Izuku sabía que Kacchan quería mimos, solo que no se atrevía a pedirlos en voz alta, así que dejó que se recostara sobre su pecho y empezó a pasar sus dedos entre sus mechones rubios. El aroma de Kacchan llenó sus pulmones como un día de verano, olía a sol y a calidez, eso junto al calor que desprendía su cuerpo, provocaron que su corazón se acelerara.

—¿Ahora quién parece un gatito? —se burló Izuku y Kacchan gruñó en respuesta.

—Se me permiten ciertas excepciones —murmuró entre dientes. Izuku sonrió y besó su cabello.

—No tienen que ser excepciones, yo también puedo darte lo que necesitas, soy tuyo, ¿recuerdas?

—Nunca podría olvidarlo.

—Entonces puedes decirme.

—Quiero que nos quedemos así un rato más.

Izuku tarareó en respuesta, por supuesto que no había ninguna objeción, si de él dependiera nunca volverían a pararse de esa cama. Kacchan se enganchó a su cadera con una de sus piernas, ahora más que un gatito parecía un enorme Koala. Izuku cerró sus ojos y se concentró en la textura del cabello de Kacchan, las cosquillas en las yemas de sus dedos al recorrer su piel, el sonido de la respiración suave, luego dejó que sus dedos bajaran por su espalda y dio pequeños círculos, hasta que Kacchan dio un saltito involuntario.

—¿Tienes cosquillas? —Fue imposible no sonar encantando con su pequeño descubrimiento. Izuku se incorporó y miró a Kacchan. Entonces una idea traviesa llegó a su mente.

Y sí…

—¡No te atrevas! —gruñó Bakugou y rodó sobre su espalda para intentar escapar de él.

—¿Qué cosa? —respondió Izuku y se mordió los labios para evitar reírse. Kacchan pudo ver la mentira en sus ojos, porque de inmediato se giró para intentar escapar, pero ya era demasiado tarde, Izuku se le lanzó encima y de repente tenía al hombre más irresistible del mundo, atrapado en un ataque de cosquillas.

—¡Izuku-u, basta, joder! —Kacchan estaba rojo hasta las orejas, era lo más adorable y tierno que Izuku había visto en su vida y no podía parar—. Basta… ¡Ah! ¡Izuku! —gritó entre risas. Izuku estaba seguro de que Kacchan tenía la fuerza suficiente para sacárselo de encima, pero el hecho de que no lo hiciera decía tanto… Así que lo tomó de los cachetes y lo besó una y otra vez. «Te amo. Te amo. Te amo».

Kacchan se rio, esta vez por algo más que un ataque de cosquillas, sus ojos estaban llenos de adoración. Izuku hizo un puchero, en un intento bastante pobre por escabullirse de su castigo.

—Pequeña amenaza, no creas que me vas a comprar con unos cuantos besos. —La voz de Kacchan salió llena de cariño, las palabras no significaban nada, no cuando Kacchan lo veía como si fuera el mismo sol—. Deja de aprovecharte de lo mucho que te amo. —Izuku le dio una sonrisa que pretendía ser inocente.

—No me aprovecho, solo vi una oportunidad y la utilicé.

—¿Esa no es la definición de aprovecharse?

Izuku abrió la boca y luego la cerró. De hecho sí lo era.

—¡Kacchan, no me regañes! ¡Es que nunca pensé que tendrías cosquillas! —Izuku alzó sus brazos exaltado, como si quisiera dejar muy en claro su punto.

Dulce Tentación [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora