XXXV

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Kim Hyeon, iba en camino hacia la casa de su padre. Su esposa Taeyon le había dicho que el podía ser el responsable, debido a aquella amenaza que le hizo hace varios años.

Hoy era el día perfecto para entrar a su casa y poder buscar información debido a que su padre estaba en otra ciudad por temas de salud. Entro a la casa como si nada pues para los esclavos no era para nada extraño verlo por allí.

Apresuró el paso y metió al despacho de su padre, se quedó observando todo el lugar, buscando el lugar en donde su padre podría tener algo oculto.

Tardo varios minutos buscando de un lado a otro, pero finalmente encontró un lugar secreto en el piso. Abajo del piso de madera había una caja con varias cartas, Hyeon las agarro y empezó a leerlas, eran varias cartas que le había enviado Roseanne qué jamás había leído y allí encontró la carta qué ella le había mandado en donde le decía que serían padres.

Unas cuantas lagrimas empezaron a rodar por las mejillas de Hyeon, no había duda en que su padre había sido el responsable de esto.

En ese instante entro al despacho la mano derecha de su padre, quien al verlo se asusto mucho e intento huir pero Hyeon lo impidió. Llamo a dos de sus esclavos que habían ido con el y les ordeno que lo agarran.

Hyeon le pregunto por las buenas, pero como era de esperarse no dijo nada por la lealtad que le tenia a su padre. Así que tuvo que hacerlo por las malas, lo amenazó de cortale todos los dedos de las manos y todos los dedos de los pies si no hablaba.

Lo golpeó por varios minutos, hasta que colmo su paciencia y agarro una de las tijeras qué se usaban para el jardín. Le iba a empezar a cortar los dedos.

— ¡No!, por favor no me los corte — dijo finalmente — le diré todo lo que se, pero déjeme ir antes de que su padre regrese

— Lo haré, pero habla de una buena vez  — Hyeon se acercó a él y lo vio directo a los ojos, esperando lo que él le iba a decir

— Hace años, su padre se entero del hijo que iba a tener con su amante. Y le mando una carta a ella y una a usted, para que ya nunca volvieran a buscarse y que usted no se enterara que iba a tener un hijo con ella — apenas podía hablar por todos los golpes que le habían dado — cuando su hijo nacio, me mandó a mi para que me lo robará y lo matará. Pero no pude — empezó a sollozar — su hijo era muy bonito y adorable, tenía unos ojitos tan puros e inocentes que simplemente no pude matarlo, por lo que lo puse en una cesta y le puse varias mantas para abrigarlo. Me dirigí hacia unos campos en donde habían varios esclavos y lo deje allí sin que se dieran cuenta. Estuve observando desde la lejanía hasta que vi que una pareja de esclavos lo agarraron y ella se lo llevo cargando, hasta donde sé, se lo quedaron como su hijo y yo regrese aquí y le dije a su padre que el trabajo estaba echo

Hyeon negó varias veces, no podía creer lo que acababa de escuchar. No podía creer que la maldad de su padre fuera tan grande como para mandar a matar a un bebé inocente qué no tenía la culpa de nada. Afortunadamente su hijo no había muerto y estaba vivo, incluso hasta ya tenía esposo.

— No puedo creer que vaya a decir esto, pero gracias por no haber matado a mi hijo. Pero eso no quita el dolor que le hiciste pasar a la madre de mi hijo, no quita el daño que pudiste haber evitado al decirme todo esto en ves de serle fiel a mi padre, tu, eres una escoria al igual que el. Y por eso, te mereces esto — agarro las tijeras y le corto dos dedos mientras decía esas palabras — agarra tus cosas y vete, voy a perdonarte la vida, solo porque dejaste a mi hijo vivo

El alfa, se levantó del suelo a como pudo y salió del despacho. De su mano iba goteando sangre por sus dos dedos faltantes, solo agarro su dinero, se puso una venda en la mano y se fue en un caballo, jamás en la vida iba a regresar allí, iba a irse a otro país.

Hyeon se quedo en el despacho esperando a que su padre llegara y cuando eso sucediera lo iba a enfrentar. Horas más tarde el anciano llegó, se sobresalto al ver un camino de sangre qué conducía a su despacho.

Entro a su despacho y vio a su hijo sentado en su silla de cuero. También vio todas las cartas regadas en el piso y dos dedos tirados allí también.

— Se puede saber, ¿que diablos ocurrió aquí? — pregunto el anciano muy molesto

— Pasa que, luego de veintiocho años me entere que tuve un hijo. Y que tu lo mandaste a matar, no puedo creer la clase de escoria qué eres para hacer algo así — estaba tan molesto que esta a cerca de llegar a su voz de mando

— Deberías agradecerme, te salvé de que todos hablan mal de ti al saber que tenías una amante. Además ese niño solo fue algo insignificante, tienes otros tres hijos y una bella esposa. ¿Qué más quieres?, tienes una vida perfecta gracias a mí deberías estar agradecido

— Mi vida ha sido un inferno por tu culpa, siempre hice tu voluntad, siempre hice lo que querías pero eso se acabó. Escúchame bien, desde hoy olvídate de que soy tu hijo así como yo haré como que jamás tuve un padre

— ¡Eres un mal agradecido!, después de todo lo que hice por ti así me pagas — le soltó una fuerte cachetada a Hyeon

— Te equivocas, no hiciste esto por mi. Lo hiciste por ti, para que nadie hablara mal de ti y para que te siguieran alagando de que tienes una familia perfecta. Te lo vuelvo a decir, olvídate de que soy tu hijo y jamas en tu vida vuelvas a buscarme — Hyeon salió del despacho, dejando solo al anciano

Ahora era hora de ir a ver a Roseanne y contarle todo lo que había pasado en verdad. Y luego de eso hacer un plan para decirle a Jimin que ellos dos eran sus padres.
































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