Prólogo

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Aún recuerdo la primera vez que pisé Milán, el aeropuerto lleno de personas que viajaban o que llegaban al lugar. Nada comparado con la sensación de estar en México.

Con la esperanza de encontrar un hogar y descubrir quién era realmente, tomé mis maletas y me encaminé a descubrir un lugar completamente diferente a lo que estaba acostumbrada. Nunca esperé encontrar algo que me atara a Italia, las grandes ciudades me hicieron aferrarme a una verdad que creía perdida.

Tras un año de internado en Italia encontré la razón de este viaje que empezó a los ocho años, cuando mi verdadera familia murió en un accidente. El recuerdo es tan vívido que el sentimiento de estar bajo el frío y la lluvia en medio de un charco en sangre me persigue aún. Nunca comprendí la razón por la cuál tuve que quedarme sola en este mundo a tan corta edad, pero el amor de mis padres adoptivos me hizo sentir querida, me hizo sentir que el mundo no está del todo roto.

Gracias a ese accidente mi sueño de ayudar a los demás creció y floreció. Hoy estoy en mi segundo año de internado y estoy dispuesta a luchar por las demás personas para que no tengan que sufrir. La medicina era mi manera de luchar contra la impotencia para poder  darle sentido a todo lo que había perdido. Pero no estaba preparada para lo que me esperaba al otro lado de la puerta de emergencias, esa noche donde mi vida dió un giro de ciento ochenta grados.

La familia Salvatore, un gran imperio de mafiosos dispuestos a hacer lo que sea por poder. Nunca debí aceptar llegar a su casa, de hecho nunca debí ayudarlos. El Jefe, Don Salvatore estaba enfermo de gravedad y era mi deber ayudar a las personas, pero si no hubiera sido tan tonta, yo aún podría gozar de libertad, libertad que perdí en el momento en el que me enredé con los hermanos Salvatore.

“Si tienes la opción de estar en un triángulo amoroso con dos posibles líderes de la mafia, te recomiendo que huyas” Pero al final de todo, siempre serás la  presa de alguien.

Con la mafia no se juega y menos con un miembro de la familia Salvatore. Eso lo aprendí a la mala, pero no me quejo, porque para ellos siempre seré su dulce conejo.

Besos de VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora