Mientras esperaba fuera del quirófano, la tensión en el aire era palpable. La familia de Alessandro Salvatore había permanecido en el área de espera durante horas, la mayoría de ellos sumidos en un silencio cargado de nerviosismo y una evidente preocupación. Los minutos se estiraban, y cada vez que una puerta se abría o un médico salía, los miembros de la familia se ponían de pie en un rápido y esperado intento de recibir noticias.
El zumbido constante del ventilador y el murmullo bajo de las conversaciones creaban un ambiente enrarecido. En medio de ese entorno tenso, mi teléfono sonó de repente, rompiendo el silencio con la melodía de "Cielito Lindo". El tono alegre y folclórico contrastaba abruptamente con la gravedad de la situación, sentí cómo mi rostro se sonrojaba mientras todos los ojos en la sala se dirigían hacia mí.
Me sonrojé aún más al sacar el teléfono de mi bolsillo y ver el nombre de mi madre en la pantalla—Lo siento—murmuré, tratando de silenciar el dispositivo rápidamente.
<<Dios, mátame ya.>>
Finalmente, y gracias al cielo, las puertas del quirófano se abrieron y los doctores comenzaron a salir uno a uno. La tensión en el aire se aligeró un poco cuando el jefe de cirugía se acercó para dar el informe.
—El procedimiento fue un éxito— anunció, su rostro serio pero relajado en comparación con el de antes—El paciente estará en cuidados intensivos durante un tiempo para asegurarnos de que no haya complicaciones.
Un suspiro colectivo de alivio recorrió a la familia, aunque el ambiente seguía cargado de una mezcla de agotamiento y ansiedad. Me acerqué al grupo de médicos, esperando la oportunidad para darles la información sobre el paciente y coordinar los próximos pasos.
—Señorita Ríos—dijo el jefe de cirugía—Necesitamos que nos proporciones los detalles completos del paciente y de los antecedentes médicos para pasar toda la información a la unidad de cuidados intensivos.
Asentí y comencé a sacar mis notas, preparándome para entregar toda la información requerida. Mientras lo hacía, no pude evitar notar el cambio en la expresión de los médicos cuando mencioné el nombre completo de Alessandro Salvatore. Sus rostros se volvieron más serios, y el jefe de cirugía se inclinó ligeramente hacia mí, con tono bajo y preocupado.
—¿Salvatore, como en la familia Salvatore? —preguntó, casi en un susurro.
—Sí—confirmé, sintiendo una ligera preocupación en el tono de mi voz—¿Por qué?
Uno de los médicos, que había estado escuchando, se inclinó hacia el jefe de cirugía—¿No sabes quién es? La familia Salvatore está en la cima de la lista de organizaciones peligrosas. Las historias que circulan sobre ellos son terribles.
<<No juegues, yo ya me estaba echando mi taco de ojo con el rubio.>>
Mientras la familia del señor Alessandro Salvatore se agrupaba en la sala de espera, la atmósfera era un torbellino de emociones contenidas. Los minutos parecían extenderse, y el cansancio estaba empezando a marcar sus huellas en cada uno de ellos. Finalmente, un señor de complexión robusta, se acercó a uno de los médicos con una expresión de creciente frustración y preocupación.
—¿Quién estará a cargo del cuidado de mi padre en la unidad de cuidados intensivos? —preguntó, con una voz cargada de una exigencia que no dejaba lugar a dudas sobre su preocupación.
El jefe de cirugía, que había estado revisando algunos documentos en su mano, levantó la vista y miró a los pasantes que estaban en el área. Su mirada se posó brevemente sobre cada uno de ellos, buscando una respuesta en sus rostros.
—Bueno, en realidad...—comenzó el jefe de cirugía, vacilante—Hay un equipo de médicos que se encargará del cuidado de su padre, pero también hay pasantes que estarán ayudando durante el turno.
Uno a uno, los pasantes se miraron entre sí, la incomodidad palpable. La sala estaba llena de una tensión que creció a medida que cada pasante evitaba el contacto visual, sin querer ser el primero en asumir la responsabilidad.
El señor, al notar la vacilación, se cruzó de brazos y su expresión se volvió más dura—¿Qué significa esto? ¿Nadie está dispuesto a encargarse de mi padre? ¿Qué clase de hospital es este?
El ambiente se volvió aún más incómodo. El jefe de cirugía, claramente consciente del creciente descontento, se aclaró la garganta e intentó mediar—Señor, entiendo su preocupación. Cada pasante aquí está en entrenamiento, y mientras se les da la oportunidad de aprender, el cuidado de su padre está siendo supervisado de cerca por médicos experimentados.
—Eso no me consuela—replicó, con una mirada que podía atravesar paredes—¿Quién será el responsable directo de mi padre? ¿Quién se asegurará de que reciba la mejor atención posible?
Finalmente, uno de los pasantes, Marco, se adelantó, notando que no había escapatoria y que la situación estaba alcanzando un punto crítico—Yo... puedo ocuparme de los informes y coordinar con el equipo de cuidados intensivos—dijo, tratando de sonar más seguro de lo que se sentía.
El jefe de cirugía asintió, claramente aliviado de que alguien hubiera tomado la iniciativa—Bien, Marco se encargará de los detalles administrativos y de asegurar que la transición a cuidados intensivos sea lo más fluida posible.
El señor aún descontento lanzó una última mirada a Marco, evaluando su respuesta con una mezcla de escepticismo y resignación—Asegúrese de que mi padre reciba la atención que merece. No toleraré ninguna negligencia.
Con esas palabras, se apartó, volviendo a un rincón de la sala, mientras su mirada permanecía fija en la puerta de la unidad de cuidados intensivos. La tensión en el aire era evidente y el silencio que siguió fue un recordatorio de la gravedad de la situación.
Cuando el jefe de cirugía y el resto del equipo se alejaron, Marco se volvió hacia los otros pasantes con una expresión de nerviosismo—Parece que la noche se está volviendo interesante—dijo con una risa nerviosa, tratando de aligerar el ambiente.
—Sí, y no de la manera en que nos gustaría—respondió Carla, con un tono que indicaba que todos estaban igualmente preocupados.
—Por andar diciendo que querían más acción, ¿ya ven que tenemos ahora? No solo tenemos un señor de 75 años en coma, sino también a un posible jefe criminal—espeté furiosa.
Marco se dió cuenta de mi aparente enfado. Caminó hacía mi y dió unas palmadas a mi espalda, puso una dona glaseada en mi boca y abrió la suya para decir—Relájate Bea, ya me encargué de todo. Mañana por la tarde salgamos, ¿de acuerdo? Así que muchachos mañana nos vemos en mi casa para cenar—levantó su taza de café en forma de brindis y todos soltamos una carcajada.
Un poco tarde el capítulo de hoy, pero espero lo hayan disfrutado.
Los quiero<3
Nota: No sé porque los guiones largos aparecen así 😞.
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Besos de Venganza
RomanceElla es Beatrice Russo, una joven estudiante de medicina que se mudo a Milán para perseguir sus sueños y a los asesinos de sus padres. Sin embargo, nada podría prepararla para el oscuro mundo en el que está a punto de entrar. Cuando la familia Salva...