14. Borracha

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El club estaba lleno de ruido y caos, y la situación con la enfermera no mejoraba. Con dificultad, la saqué del lugar, evitando que tropezara con los cuerpos agitados y el humo denso del ambiente. Una vez en la acera, dejé que el aire frío de la noche la envolviera, y le quité el teléfono de la mano para llamar a alguien que pudiera ayudar.

<<De todos los lugares y las personas posibles, me vine a topar con una tonta>>

Mientras marcaba el número de emergencia, noté que la "casi doctora", se  tambaleaba e intentaba mantenerse en pie.  A través de la línea, Marco, porque así decía su contacto, contestó rápidamente.

—¿Sí? —preguntó Marco con voz cansada, pero todavía alerta.

—Marco. Tengo a la doc aquí, y necesita ayuda urgente —dije con tono grave, mientras miraba a la chica que se apoyaba en una pared cercana—Por favor, ven rápido.

—¿Quién eres y por qué estás con Beatrice? —contestó muy enojado.

<<¿Beatrice, eh?>>

—Relájate. Ella vino al club Galaxxy y me la topé por accidente. Por quién soy no te preocupes, no es importante. Necesito que llegues rápido, no tengo todo tu tiempo.

Sin esperar alguna respuesta, colgué. Mientras esperaba, me giré hacia Beatrice, que parecía estar haciendo un esfuerzo para mantener el equilibrio.

Sus ojos, a medio cerrar por el estado en el que se encontraba, se encontraron con los míos. Beatrice, aún tambaleante, de repente se aferró a mí en un abrazo inesperado. Su calor era palpable, pero lo que más me sorprendió fue que comenzó a hablar.

—¿Sabes? —empezó, con voz baja y vacilante— Él era... diferente al principio. Muy diferente. Parecía tan amable, tan... bueno—Se rió amargamente, mientras su mirada se perdía en la mía—Pero luego... luego cambió.

Sus palabras se volvieron más inestables, y la sentí aferrarse a mí como si fuera su única ancla en un mar de recuerdos dolorosos.

—Empezaba a... ponerse furioso, sin razón. Volvía... y yo... —Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, mezclándose con el maquillaje corrido—Y luego... hoy, lo ví —Su voz se quebró, y la sentí temblar contra mí— Con ella... si es amable... ¿Por qué conmigo no fue así?

Escucharla me dejó paralizado por un momento. Las palabras salían de su boca con una mezcla de tristeza y confusión. Pude notar que, aunque borracha, estaba sacando a la luz una herida profunda y no podía evitar que algo en mí se endureciera con cada palabra.

—Lo soporté... lo soporté porque... —Beatrice comenzó a sollozar, su agarre en mí se hizo más fuerte—Pensé que podía cambiar.

El sonido de su llanto resonó en la fría noche, y por un instante, no supe qué decir. Verla así, rota, hablando de algo tan  doloroso, me dejó en un estado de confusión.

<<Es hombre, ¿Qué esperabas?>>

No sabía cómo responder a su dolor, a su vulnerabilidad, porque en el fondo, no sabía cómo mostrar afecto. Nunca lo había aprendido.

Crecí en una familia donde el afecto no era parte del vocabulario diario. El amor se medía en actos de lealtad, en proteger y ser protegido, pero no en caricias ni palabras reconfortantes. No había tiempo para abrazos o consuelos; todo estaba enfocado en la supervivencia, en mantener el control y la fuerza.

<<Nicco es mejor en esto que yo>>

Mientras ella seguía sollozando, una extraña sensación comenzó a apoderarse de mí, algo que no había sentido en años, tal vez nunca. Era una mezcla de compasión y responsabilidad, un impulso irracional de protegerla, de asegurarme de que estuviera bien. No entendía por qué, pero de repente sentí la necesidad de cuidarla, de alejarla de todo el dolor que estaba reviviendo en sus palabras. Era como si, por un instante, el caos y la frialdad de mi mundo no fueran suficientes para sofocar el impulso de proteger a alguien más.

<<Cálmate Gian, es solo una chica más. No tiene nada de extraordinario.>>

—¿Qué demonios estás haciendo? —murmuré, tratando de apartarla de mí, sintiendo un molesto cosquilleo en el estómago—Maldita borracha.

Ella parpadeó lentamente y se rió con un tono juguetón, aunque estaba claramente mareada y dolida.

—¿Quién grita cucharacha? —respondió, haciendo un gesto con la mano como si estuviera alejando un insecto imaginario.

—Quédate aquí y no te muevas —ordené, sintiéndome frustrado mientras me alejaba un poco para buscar un lugar más tranquilo donde esperar a Marco. La última cosa que necesitaba era más complicaciones, y me preguntaba cómo había terminado en esta absurda situación.

Finalmente, Marco llegó, su expresión era una mezcla de preocupación y reproche. La tomó con cuidado, mientras yo trataba de recomponerme y enfocar mi atención en el problema real: encontrar a Angelo y asegurarme de que todo estuviera bajo control.

Mientras la acomodaba en el asiento trasero, Marco se giró hacia mí, con una mirada seria y llena de advertencia.

—Gracias por llamarme —dijo, su voz era tensa—Pero no quiero que te acerques a ella otra vez. No lo digo en mal plan, pero esto no es tu problema.

<<Ni siquiera es mi tipo>>

Asentí sin decir nada, observando cómo cerraba la puerta del auto y subía al asiento del conductor. El motor rugió, y mientras el auto se alejaba, me quedé allí, con un ligero malestar en el pecho.

Holaa!No quería dejarlos sin actualización hoy

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Holaa!
No quería dejarlos sin actualización hoy.
Gracias por todo el cariño que le están dando a la historia, prometo no defraudarlos.

¡Nos leemos en el siguiente capítulo!

Besos de VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora