Mientras el caos se desataba a nuestro alrededor, seguí al Dr. Moretti en dirección al grupo que ahora estaba rodeado por un equipo médico. El hombre mayor, apenas consciente, estaba siendo transferido a una camilla. El joven rubio seguía a su lado, su mano manchada de sangre estaba aferrada al borde de la camilla como si de ello dependiera la vida del hombre.
-¡Vamos, vamos! ¡No hay tiempo! -exclamaba, con desesperación palpable. Sus ojos azules, desorbitados por el pánico, me buscaron cuando me acerqué.
-Tranquilo, lo tenemos- le dije, intentando calmarlo mientras comenzaba a evaluar la situación. La herida era profunda, el tipo de lesión que no esperaba.
-No, no lo entiendes-respondió él, acercándose a mí. Su voz bajó de tono, aunque su intensidad permanecía intacta-Él es mi abuelo... ¡Tienes que salvarlo!
El joven de cabello rubio se aferró tanto al de aquel hombre mayor que era imposible soltarlo, siguiéndonos hasta la entrada del quirófano.-Tienes que quedarte aquí- le dije, sabiendo que dejarlo en la sala de operaciones sería peligroso tanto para él como para nosotros-El Dr. Moretti hará todo lo posible por él.
-No-respondió él, su agarre en la camilla se endureció-Voy con él.
Sus ojos se encontraron con los míos, y por un momento, vi más allá de la sangre y el pánico. Había algo más en su mirada, una mezcla de miedo y determinación, como si estuviera dispuesto a hacer cualquier cosa para mantener a su abuelo con vida.
-¡Beatrice quédate con el joven! -ordenó el Dr. Moretti-No hay tiempo que perder.
Tomé la mano que sostenía la sábana de la camilla y con todas mis fuerzas me deshice de su agarre. El sonido de las puertas cerrándose resonó en mis oídos, pero sabía que mi lugar no estaba dentro de esa sala en ese momento. Ya había hecho todo lo que podía por ahora, y el Dr. Moretti se encargaría del resto.
Me giré hacia el chico rubio, que ahora estaba solo en el pasillo. Su rostro seguía tenso, la sangre en sus manos y ropa que comenzaba a secarse, pero no hacía ningún esfuerzo por limpiarse. Había algo en él, una mezcla de angustia y furia contenida, que me mantenía alerta.
Me acerqué lentamente, mi mirada recorrió sus manos, y fue entonces cuando noté que una de ellas sangraba, una cortada profunda en la palma que probablemente había pasado desapercibida en medio del caos. Sin decir nada, fui a buscar un botiquín que teníamos cerca y volví junto a él, inclinándome un poco para que pudiera ver lo que tenía en las manos.
-Tienes que dejar que te atienda esa herida-le dije en voz baja, sin esperar respuesta mientras abría el botiquín y sacaba una gasa y desinfectante-Si no la limpias, podría infectarse.
Pero antes de que pudiera tocarlo, él retiró bruscamente su mano, sus ojos azules se clavaron en los míos con una mezcla de ira y desprecio-No necesito que me atiendas-escupió, con voz fría y cortante-Preocúpate por lo que importa, ¿quieres? Mi abuelo está allá adentro muriéndose y tú estás aquí jugando a la enfermera.
<<Típico machito.>>
Me quedé quieta por un segundo, su reacción no me sorprendía tanto. Había visto ese tipo de comportamiento antes: miedo disfrazado de furia. Respiré hondo, tomando un segundo para mantener la calma.
-Si no se trata adecuadamente, podrías tener una pérdida significativa de sangre si la herida no se sella correctamente. Pero como quieras, no estoy dispuesta a ayudar a niños ricos y caprichosos-le dí una sonrisa sarcástica y me retiré.
Antes de que pudiera salir del pasillo, una mano sujetó mi brazo y me regresó haciendo que lo viera a los ojos. Una chispa recorrió todo mi cuerpo al ver a otro chico apuesto mirándome a los ojos. Su cabello marrón despeinado y su gran sonrisa colgate, lograron hacer que por alguna razón me sintiera atraída a él.
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Besos de Venganza
RomanceElla es Beatrice Russo, una joven estudiante de medicina que se mudo a Milán para perseguir sus sueños y a los asesinos de sus padres. Sin embargo, nada podría prepararla para el oscuro mundo en el que está a punto de entrar. Cuando la familia Salva...