21. Angelo

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Mientras me arreglaba en los vestidores del hospital, los ecos de las risas y los murmullos de los otros pasantes llenaban el aire. Trataba de concentrarme en el simple acto de atarme el cabello, pero mis pensamientos divagaban hacia lo que había sucedido la noche anterior con Nicco. Una mezcla de emociones me invadía: confusión, emoción y una chispa de culpa.

De repente, la puerta se abrió con un golpe suave y Clara, mi mejor amiga, entró con su energía contagiosa

—¡Beatrice! ¡Tienes que escuchar lo que pasó ayer en la cafetería! —su risa iluminó la habitación, y por un momento, sentí que todo lo demás desaparecía.

Sin embargo, a medida que hablaba y contaba sus historias con entusiasmo, no pude evitar disimular un sentimiento raro que burbujeaba dentro de mí. A pesar de que quería compartirlo todo con ella, algo me detuvo. Tal vez era el temor a ser juzgada o a desenterrar algo que aún no estaba lista para enfrentar.

Clara, siempre perceptiva, se dio cuenta de que algo no estaba bien—Oye, ¿estás bien? Te veo un poco... distraída—sus ojos brillaban con preocupación genuina, y su sonrisa se desvaneció un poco, transformándose en una expresión de comprensión.

—Estoy bien, solo un poco cansada—respondí rápidamente, tratando de mantener la compostura. Pero en el fondo, sabía que había más en mi mente y en mi corazón que simplemente cansancio.

Clara me miró con desconfianza, como si supiera que no le estaba diciendo la verdad—Beatrice, sabes que puedes hablar conmigo, ¿verdad?

Su voz suave y alentadora hizo que mi corazón se acelerara. Quizás era el momento de abrirme, pero algo dentro de mí se resistía. No estaba lista para compartir el caos emocional en el que me encontraba. En lugar de eso, sonreí con fuerza, intentando ocultar lo que realmente sentía, y asentí.

Clara, con su habitual destreza para cambiar de tema, decidió romper el incómodo silencio que había quedado entre nosotras.

—Entonces, ¿qué pasó con Marco? —preguntó, con una chispa de curiosidad en sus ojos.

La pregunta me tomó por sorpresa, y por un instante, mi mente se quedó en blanco. La mención de Marco trajo consigo un torrente de recuerdos y emociones que había estado tratando de evitar.

—No sé, Clara. La verdad es que no hemos hablado mucho desde la última vez que nos vimos—respondí, intentando sonar casual, pero la duda en mi voz era palpable.

Clara arqueó una ceja, claramente intrigada—Pero... ¿no estaban saliendo? Siempre hablas de él como si fuera algo más que un amigo—Su tono era ligero, pero había un trasfondo de preocupación en su mirada.

—No es así—murmuré, recordando la confusión que había sentido en su presencia—Él... es complicado. A veces parece interesado, y otras veces ni siquiera responde a mis mensajes—la frustración se hizo evidente en mis palabras, y me pasé la mano por el cabello, tratando de despejar mis pensamientos.

Clara se acercó un poco más, su mirada se suavizó—Bea, a veces las cosas son así. La vida no siempre es sencilla, y las relaciones pueden ser difíciles de manejar, especialmente con personas que tienen sus propios problemas— Su empatía era reconfortante, pero también me hacía sentir vulnerable.

—Lo sé, pero a veces me pregunto si debería seguir intentándolo o simplemente dejarlo ir— admití, sintiéndome un poco más ligera al compartir mis dudas.

—¿De verdad lo quieres como algo más que amigos? Quiero decir, ¿estás dispuesta a arriesgar tu amistad por eso?"

Su pregunta me dejó en silencio por un momento. No había estado lista para enfrentar esa realidad. Miré hacia el espejo, evitando mi propia reflexión mientras las palabras de Clara resonaban en mi mente. La verdad era que había algo en Marco que me atraía, algo más que una simple amistad. Pero también había miedo, miedo de que cualquier cosa que pudiera surgir entre nosotros podría poner en peligro lo que ya teníamos.

Besos de VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora