13. Enfermera

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La noche estaba en pleno apogeo cuando llegué al club. A pesar del frío que se colaba por las calles de Milán, el interior del lugar estaba cálido, lleno de luces tenues y música suave, un contraste brutal con la tensión que me acompañaba. Me había cambiado en mi apartamento antes de llegar, optando por una camisa oscura y una chaqueta que me daban el aspecto de un cliente más, pero con la suficiente formalidad como para no parecer fuera de lugar.

Después de lo que ocurrió hace unas horas, el único hogar con el que contaba era mi departamento que mi padre me regaló en mi cumpleaños. Al menos en ese lugar Angelo no podría balacearme.

El club estaba lleno de gente, pero mi mente estaba en otro lado. Pasé horas observando, escuchando conversaciones a medias y buscando cualquier indicio de Angelo. Caminé por los pasillos privados, hablé con los encargados, pero todos parecían desconectados del tipo de información que necesitaba.

Ya pasadas las 4:00am , cuando comenzaba a pensar que mi viaje había sido en vano, una mujer se me acercó. Alta, con un vestido ajustado y labios rojos, claramente pertenecía al tipo de mujeres que trabajaban allí no solo para entretener, sino para obtener algo a cambio. Me observó por un momento, como si evaluara mi disposición antes de hablar.

—He oído que estás buscando algo —dijo, con una voz suave que apenas superaba el ruido del club.

Levanté una ceja, midiendo sus intenciones—Depende de lo que sepas.

Ella se inclinó más cerca y sus labios casi rozaban mi oído—Lo que sé tiene un precio, y no es el tipo de pago que se hace con dinero.

La miré, sabiendo exactamente a qué se refería. Esta no era la primera vez que alguien intentaba negociar conmigo a cambio de algo ilícito. Podía ser cualquier cosa: drogas, un favor, o algo más. La cuestión era si la información que tenía valía la pena.

—Habla —respondí, con un tono tan frío como el hielo. No estaba de humor para juegos— Si lo que dices es útil, podemos arreglar algo.

Ella sonrió, claramente acostumbrada a este tipo de transacciones.

—El tipo al que has estado buscando ¿Angelo? Ha estado usando este club para reunirse con hombres de alto calibre, pero no se quedan mucho tiempo, intercambian algunas palabras, sobres, firmas. Angelo no es de estar mucho tiempo en un lugar. Sin embargo, anoche estuvo aquí, y por lo que escuché, mencionó algo sobre un puerto cercano, también dijo que matarían a la presa vieja. ¿A qué se refería? No lo sé.

Mi mandíbula se tensó. <<El puerto>> . Ese era el lugar donde todo había comenzado, y ahora parecía que era donde todo podría terminar.

—¿Qué quieres a cambio?—pregunté finalmente, aunque ya sabía la respuesta.

—Lo de siempre. Seguridad, discreción... y un poco de ese polvo que se vende como oro por aquí.

No era la primera vez que tenía que manejar algo de este estilo, pero lo haría. Si con esto podía encontrar a Angelo y poner fin a esta traición, entonces valdría la pena. Asentí, mirándola fijamente.

—Está bien, tendrás lo que pides, pero más te vale que esta información sea buena.

La mujer sonrió y se apartó, con la satisfacción de alguien que acababa de cerrar un trato lucrativo. Mientras la veía alejarse, no pude evitar sentir una mezcla de anticipación y rabia. Sabía que esta noche no había terminado, y que lo peor aún estaba por venir.

Al amanecer, después de horas de vigilancia y conversaciones sin sentido en el club, finalmente decidí que era hora de irme. Las primeras luces del día comenzaban a colarse por las ventanas, y el cansancio empezaba a pesarme. No había conseguido lo que buscaba, pero estaba lejos de rendirme. Sabía que Angelo no podría esconderse para siempre. Así que volví a casa, me recargué como pude y me preparé para la noche siguiente.

Cuando el sol se ocultó de nuevo, regresé al club, esta vez con una determinación renovada. Sabía que Angelo aparecería tarde o temprano, y no podía permitirme fallar de nuevo. Pasé las primeras horas moviéndome por las sombras, hablando con los contactos que me habían informado del posible regreso de Angelo. La tensión en el ambiente era palpable, pero finalmente, después de lo que parecieron horas interminables, lo vi. Estaba en la sala VIP, rodeado de unos pocos hombres, bebiendo como si no tuviera una preocupación en el mundo.

No podía perder tiempo. Empecé a acercarme, tratando de no llamar la atención. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de entrar, Angelo me vio. Sus ojos se abrieron con sorpresa antes de que un destello de pánico se apoderara de su expresión. Sin pensarlo dos veces, se levantó y salió corriendo hacia la escalera trasera. Maldije entre dientes y me lancé tras él, empujando a quien se interpusiera en mi camino.

La persecución continuó por el club, bajando por las escaleras hacia la planta baja. Estaba a solo unos pasos de alcanzarlo, cuando, de repente, una figura tambaleante apareció frente a mí. Frené en seco y, para mi sorpresa, me encontré cara a cara con...

—¿Enfermera? —claramente estaba pasada de copas, con los ojos vidriosos y una sonrisa adormilada que no tenía nada que ver con la mujer decidida que había conocido en el hospital.

—Soy una casi doctora estúpido—contestó y antes de que pudiera reaccionar o esquivarla, se lanzó sobre mí y me besó. El shock me dejó inmóvil por un segundo, lo suficiente como para que Angelo desapareciera de mi vista.

Y entonces, justo cuando pensaba que la situación no podía empeorar, la casi doctora se apartó bruscamente y, sin previo aviso, me vomitó encima. La repulsión y la incredulidad se mezclaron en mi mente mientras trataba de apartarme de la escena, pero el daño ya estaba hecho. Sentí la bilis subir y tuve que contenerme para no maldecir en voz alta.

Intenté mantener la compostura, pero todo lo que pude hacer fue apartarla y maldecir para mis adentros. Mientras ella se tambaleaba, completamente ajena al desastre que acababa de causar, mis oportunidades de atrapar a Angelo se desvanecían.

—Mierda, ¿no podías vomitar en otro lado? —Mi voz salió entre dientes, pero ella apenas reaccionó.

Todo estaba arruinado. La oportunidad de atrapar a Angelo, la dignidad de la situación, todo se había ido al carajo. 

Perdoneneme si los tengo abandonados

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Perdoneneme si los tengo abandonados. 

Prometo que actualizaré los lunes y miércoles les parece?

¡Nos leemos en el siguiente capítulo!

Besos de VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora