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ᯓ mi sueño cuando crezca es vivir en una casa en la playa ... contigo
ᯓpersonaje ; togame jo
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Nunca en un millón de años hubieras pensado que tu vida llegaría a esto: despertar cada día con el sonido de las olas rompiendo suavemente contra la orilla y el olor del aire salado impregnando tu nariz.
Cuando eras más joven, le dijiste que lo seguirías hasta los confines de la Tierra. No creías que eso significara un pueblo costero desocupado en los trópicos. De cualquier manera, fue una agradable sorpresa.
Lo que no es una sorpresa agradable es despertarte sin él a tu lado. Bueno, debe haber salido temprano a la orilla a recoger conchas para ti o a cuidar sus preciados barcos.
Sales arrastrando los pies de tu pequeña casa, acostumbrando la vista a los rayos del sol matutino. Efectivamente, él ya estaba trabajando arduamente, sacando su bote verde del agua salada.
Él seguía tan fuerte como el día que lo conociste, al menos eso fue lo que le dijiste. Por supuesto, la edad los estaba alcanzando a ambos. Pero eso no significaba que tuvieras que arruinar la diversión.
Al verte, una sonrisa se dibuja en su rostro. Kame te saluda desde lejos. Recuerdas que solía usar un par de anteojos naranjas de moda. Sin embargo, ahora usa anteojos con prescripción médica. Su visión no era tan buena como antes. Pero cuando se trataba de ti, te veía a una milla de distancia.
Caminas con dificultad hasta él. No importa si la arena caliente te quema los pies: ya te habías acostumbrado a eso también.
"Te levantas temprano."
Dirige su mirada hacia el horizonte, una vista de la que nunca se cansaría. "Eh... ya sabes cómo es cuando te haces mayor. Empiezas a despertarte cada vez más temprano".
Te ríes. "Podrías haberme despertado. Te habría hecho compañía".
—¿Cómo podría? Parecías tan tranquila —replica—. Además, si lo hubiera hecho... no te habría dado una sorpresa.
Antes de que pudieras preguntar, él ya te tendía la mano. La mano que habías sostenido más veces de las que podías imaginar. En su agarre había una hermosa concha blanca. Había motas de arena en sus recovecos, pero tenía una forma espectacular.
A Kame le gustaba salir a buscarte estas conchas. Son del tipo que, cuando las sostienes contra tu oreja, el viento sopla y emite un sonido agradable y relajante.
Una vez que te entrega una concha, espera que la sostengas contra tu oído y le digas qué sonido acabas de escuchar. Aunque... a medida que pasaba el tiempo, el aullido del viento apenas se oía con la concha. No era porque la calidad de las conchas en tu playa se estuviera deteriorando, es solo que tu audición no era tan buena como antes.
Pero le dices mentiras piadosas; le dices a Kame lo relajante y maravilloso que es el sonido que hace la concha.
Había momentos en que recordabas tu juventud juntos, lo increíble que había sido. Luego, se te saltaban las lágrimas al pensarlo. Él también sentía una punzada de tristeza, pero mantenía una fachada fuerte y ofrecía su hombro.
Afortunadamente, esta mañana no fue uno de esos días. Por extraño que parezca, te sentiste satisfecha con tu vida. Fue lenta, casi sin incidentes, pero pasaste esos días con la persona que más amabas. Y siempre estarás agradecida por ello, incluso cuando pasen los años y el cabello de ambos comience a parecerse a la arena blanca que cubría la vasta extensión de la costa.
Mientras continuabas sosteniendo la concha contra tu oreja, él susurró suavemente: "Te amo".
Y das gracias al cielo porque al menos tus oídos aún podían escuchar esas palabras.
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