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Unos dedos largos rodean tu muñeca y te arrastran hacia un aula vacía. Te ríes mientras Hiragi te atrae hacia su pecho y sus labios se mueven con avidez junto a los tuyos.
—No tengo mucho tiempo —susurras—. Estás en medio de una reunión, Ragi.
"No me importa", gruñe, mientras te lleva de regreso al escritorio de un profesor que crees que nunca se ha usado.
"Te importará si cierta persona entra", bromeas mientras abres las piernas y le permites pararse entre tus muslos.
"Suena como un problema del yo del futuro".
"Va a ser un problema si no te apuras".
Hiragi te lame la boca y desliza una mano por debajo de tu falda. Acaricia tu sexo cubierto y habla con esa voz grave: "El único problema que tengo ahora es que no te corres entre mis dedos".
Intentas y no logras reprimir un escalofrío de anticipación mientras sus palabras llegan directo a tu coño.
"Supongo que eso se podría arreglar".
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