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Hajime era muy juguetón cuando sabía que no había peligro cerca, especialmente cuando estaban juntos. Le encantaba hacerte sonreír, hacerte sentir cómoda y bien a su lado. Era el mejor novio que podrías haber pedido en público, pero también en privado. Tomaba en cuenta cada una de tus palabras, dejándote guiarlo, al menos eso era lo que pensabas.
Sus manos rodearon tus muslos y te atrajeron hacia él mientras se sentaba en el borde de la cama. Mientras que las tuyas volaron hacia sus hombros, apoyándose en él para no hacerte caer sobre él. Miraste hacia abajo y viste la sonrisa burlona que te envió, lo que hizo que un escalofrío recorriera tu columna vertebral. Sus ojos estaban tan concentrados en ti, en cada pequeña acción tuya. Te acogió con avidez desde el momento en que le dijiste que estabas lista para tu primera vez.
Las manos de Hajime se movieron lentamente por tu cuerpo, agarrando suavemente tu trasero antes de avanzar bajo tu camisa. Sus palmas estaban agradablemente cálidas cuando se movieron hacia el frente y presionaron a lo largo de tu estómago. El calor era agradable y te encantaba tener su piel contra la tuya, pero aun así vagaron hacia arriba. Sus pulgares se engancharon en el borde de tu camisa y la empujaron hacia arriba dejando más piel visible para él. Tu respiración se entrecortó cuando su cabeza se inclinó más cerca y su aliento tocó la parte desnuda de tu cuerpo. "Amor". Murmuró sobre tu piel dejando algunos besos allí antes de que sus manos regresaran a tus muslos y tiraran de ellos haciéndote sentarte a horcajadas sobre él. "Tan impaciente". Lo provocaste un poco moviendo tus brazos desde sus hombros hasta la parte posterior de su cabeza y tus dedos peinaron su cabello. "Eres demasiado tentadora". Respondió con su sonrisa irresistible y descarada, sus manos apretando tus piernas.
