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PARTE 2
La camarera regresa enseguida: "¿Estás listo para ordenar?" Togame hace el pedido por ti: "Muy bien, entonces las gyozas, los bollos de cerdo y el especial de la casa... ¡Son buenas opciones!". Ella te mira por una fracción de segundo: "Ah, también un ramen de miso y un vaso de agua. ¡Enseguida!". Con eso, finalmente se va corriendo. Estiras las piernas debajo de la mesa y sientes que golpeas algo duro.
—Ouch, ¿les das una patada a todas las personas a las que invitas a comer? —Togame finge una expresión de dolor.
—Serías el primero. —Te ríes de la cara que pone.
No pasa mucho tiempo hasta que la comida sale, caliente y con un sabor a caramelo para los ojos. Tú y Togame se ponen a comer. Cumpliendo tu palabra, pagas la cuenta: "La próxima vez puedes invitarme". La próxima vez ... Sintió un hormigueo en las entrañas ante la promesa de otra pequeña cita contigo. Te acompaña a casa de nuevo y dejas escapar que te costó armar la cómoda que acabas de comprar. Aprovechando eso, Togame ofrece su ayuda. "Lo siento, está desordenado... todavía tengo que deshacerme de esas cajas". Te quitas los zapatos y Togame hace lo mismo. Mira alrededor del apartamento... tu apartamento. "Es un lugar agradable".
Las piezas de la cómoda estaban todas dispuestas en el suelo de tu dormitorio, tablas, pomos, tornillos y demás estaban a la vista. "Eres tan amable... siempre me ayudas". Le sonríes mientras usa un taladro para asegurar las tablas. "Siento que te debo tanto..." Murmuras mientras le entregas un tornillo. "¿Qué te hace pensar eso?" Togame inclina la cabeza, haciendo que su flequillo cubra sus ojos esmeralda. "Bueno, estás aquí, construyendo mi tocador para mí". Señalas la tabla de madera en sus manos. "Supongo que sí, pero no estaría aquí si no quisiera". La comisura de su labio se dibuja en una sonrisa burlona. Togame era extremadamente atractivo, incluso la chica de ese restaurante también lo pensaba. Te diste cuenta de la forma en que lo estaba mirando con lujuria. Sus bíceps se flexionan mientras levanta el tocador, ayudas a mantener los pomos en su lugar mientras los atornilla. Perdiste la cuenta de la cantidad de veces que tu cuerpo rozó el suyo.
Togame se sienta, con las piernas estiradas en el suelo, con la cómoda terminada apoyada contra la pared. "Toma". Le entregas una botella de agua. Te agradece y la bebe. La tapa y la coloca a su lado. Te deslizas hacia abajo y te sientas a su lado. "Um... ¿Togame...?"
—¿Sí? —Gira la cabeza.
"¿Por qué eres tan amable conmigo...?", preguntas con tono curioso, mirándolo de reojo.
"Adivina", dijo con una mirada cariñosa. Esa mirada te hizo sentir un hervor en el estómago y mariposas bailando en él.
Tragándose los nervios, dijo: "¿Puedo agradecerte entonces?"
Togame aprieta tus puños contra tus sábanas hasta que sus nudillos se ponen blancos, jura que está a punto de correrse solo al verte acurrucada entre sus muslos. "No tienes que forzarte". Mentira. Pasó las noches follándose hasta secarse imaginando tu mano alrededor de su polla. Sacudes la cabeza: "¡No! Quiero hacerlo". Tus dedos desabrochan sus pantalones y sacan su palpitante polla. Era grande, gruesa, con venas decorándola. Tus nervios se ponen de nuevo en marcha. ¿Vas a ser capaz de soportarlo todo? Probando las aguas, lames el líquido preseminal que se está filtrando. Togame gorgotea un gemido, obligándose a no levantar las caderas y follarse en tu mano. "Tranquila... mierda... cariño...", sisea cuando escupes en su longitud, tomando la punta en tu boca y envolviendo tu mano cerca de su base.
