Capítulo 7: Gestos.

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Capítulo 7: Gestos.
En alguna parte muy recóndita de los cielos y astros un ser alado observa desde las alturas, un ser cuyo nombre no será nombrado pero desde los enorme ojos que se abren en sus esbeltas y eliminadas alas unos ojos curiosos observan la intimidad de la Parca, metiche que quiere descubrir la identidad de su escogida dama, para su sorpresa reconoció a Megan, desde los anuncios de su muerte la observa detenidamente para velar por su paradero al cielo, se pospuso y nunca concedió su recibimiento, en cuanto vio que esta chica resulta ser la catrina escogida por la muerte, él con sus bellos 6 ojos alados en una aurora boreal de color carmesí como la sangre, al parecer hasta estos seres celestiales tiene el derecho de molestarse y mostrarse resentidos, desde entonces sus numerosos ojos se han posado en el día a día de Megan, pero. ¿Por qué? un ser iluminado de gracia y supremacía a una distancia tan desorbitante de ella se importa por su tutela, se muestra metiche a su vida y su acontecimiento. Un opositor ha dicho casamiento, no sabemos cuál es la conexión que tiene con esta pareja o porque se interesa en ellos, pero de algo estamos seguros y es que las cartas tarde o temprano se colocan en su totalidad encima de la mesa.

Megan está sentada nuevamente al frente de la ventana de los 1000 paisajes exiliando suspiros y las vistas que le aparecen son de esas en las que alguna vez albergo a felicidad, caminos del parque a los que frecuentaba con Allison, la dulce casa de la anciana Simpson, el atardecer carmesí en la cima de un hospital y un nublado recuerdo de un picnic al frente de un lago muy sereno y sencillo, unas acogedora sombra de un árbol y el canto de las aves, alguien a quien no le puede ver la cara le abraza y ese cariño tan inusual e inesperado le parece familiar, en alguna parte de su memoria escondía este dulce paisaje con abrazos anónimos incluidos y el aroma cítrico de un perfume de flores silvestres y unos largos cabellos de color castaño que se posan en la punta de su nariz provocándole cosquillas. Sin razón que ella comprenda siente el cosquilleo se ríe como nervio intuitivo que responde empatía a la vez que desprende dos lagrimas escurridizas. El joven amo aparece en su habitación sin previo aviso e interrumpe el estado de trance que atravesaba Megan y la ventana disolvió la imagen en una densa nebulosa de pensamientos temerosos.
-sigo insistiendo que se hagan puertas para que las toquen antes de pasar, no me acostumbro a estar cohibida mi privacidad- sugiere ella mientras disimula sus lágrimas y nariz enrojecida con voz quebradiza.
El intruso siente mucho la intromisión y para distanciar la tensión negativa le muestra el motivo por el cual vino y detrás del sale su viejo amigo Paganini. El viejo sabueso de su vieja amiga, la señora Simpson.
Megan se sorprende y corre a abrasarle, el cachorro intranquilo lame su rostro y regocija su felicidad mostrándole la pancita para que ella le acaricie como era de costumbre, la felicidad de Megan en el cuarto se hizo tan presente en un solo instante que casi que es palpable dicha emoción en el aire, la Parca sonríe levemente sintiendo un inexplicable alivio y se voltea para retirarse de la habitación mientras ella le mira con ojos afligidos y agradecimientos mudos que cantan en silencio, desaparece en medio de la nada como de costumbre y ella se queda observando exactamente eso, la nada, siente agradecimiento aunque no le exprese, dicho detalle de su parte, ¿ qué podía significar?
Será manipulación, es lo que ella piensa a su defensa, obvio que son solo antónimos lo que sus ojos vieron y lo que su corazón se calló.
En la noche el banquete de cena, una mesa infinita solo para ellos dos, este tipo de muestras estrafalarias a ella ya no le sorprenden y aunque sus papilas gustativas estallen como fuegos artificiales come con gracia y delicadeza tonificada de orgullo e ingratitud, Megan siempre se comporta como si su vida dependiera de una huelga eterna de silencio e indiferencia, incluso cuando los gestos caballerosos de príncipe azul de ensueños la reciben sorpresivamente.
El mayordomo se alegra de la seriedad inmadura por irónico que parezca, si de ese modo Megan se comporta cortes y elegante, a él no le importa el rencor, después de todo es un matrimonio por conveniencia y forzado desde todos los ángulos.
Una mesa tan larga con ambos reyes de la muerte sentada a kilómetros hace ver la distancia emocional más ejemplificada que una demostración escenográfica, Lucerno se consiente en su llama cálida de color zafiro, tan gratificante ver la clase, al parecer sus clases de etiqueta con la mocosa descortés han dado sus frutos, al menos eso pensaba hasta ver como ella se levanta de su asiento de forma correcta y solicitando el permiso, su prometido la observa con mirada de cordero y para sorpresa de todos en dos minutos regresa con su fiel canino entre brazos, lo sienta en una silla a su lado de la mesa que surgió de la nada como parte de su pensamiento y de tanta comida para servirse libremente el perro se descontrola comiendo con sonidos incomodos y desorden a su paso, se sube a la mesa y corre por ella pisoteando y comiendo todo a su paso, Megan sigue comiendo decentemente con sus cubiertos y glamur en cada bocado que da ignorando el hecho de que a esa bestia igual podría darle una mala digestión que lo enfermase, Lucerno se queda de boca abierta y su llama se mantiene más inestable que un mechero viejo, toda la imagen que idealizaba se derrumbó con un solo acto salvaje e insolente, los demás criados recogen los cubiertos que se rompen y caen al suelo o intentan detener a Paganini antes de derrumbar la torre de pastel de carne, el joven emperador ordena que se detengan e ignoren a la mascota, hay suficiente comida para alimentar a todo una ciudad un perro no hará la diferencia, todos los criados detienen y le dan la libertad osada a Paganini. Lucerno esta pasmado con dicho comportamiento chantajista de la chiquilla y como su amo le sigue el juego, es como si torcieran su brazo aún más que la expresión popular, pero algo alumbra el salón más allá de las lámparas colgante de diamantes gigantes y los candelabros de llamas uniformes, ni las constelaciones del techo oráculo que cubren el salón brillan más que las carcajadas inusuales del joven amo con las ocurrencia de esta joven y su resiente mascota. Todo el salón esta de piedra, nunca antes habían visto expresiones en el rostro de la muerte, incluso Megan esta ilusionada con la preciosidad de una risa tan infantil como la de un niño. Esta noche una curva se dibujó en el rostro del rey provocando que la luna cuarto menguante se enderezara por completo.

La dama de la Parca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora