Capítulo 20: Visión profunda.

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Pueden ver cómo los demás ángeles de clase medía y uno que otro superior con más de un par de alas batallan, son destellos, lanzas que atraviesan la oscuridad como relámpagos que fulminan dichos obstáculos de un solo golpe, si no fuera por los ojos de este conectados a ellos, solo verian destellos, luz rebotando encima de un trozo de cristal, pero este nivel de compresión en peligros e impactante, es un mundo aparte de su naturaleza, los celestiales son perfectos y completos en todos los ángulos, más de una guerra se enfrenta en este campo, baja el telón, sube el telón la guerra de los mortales paganos, baja el telón, sube el telón, la gerra de los demonios paganos con los guerreros con alas de sol, sube el telón, bajá el telón, las parcas como restauradores recojen los escombros y limpian la pobredumbre de los mutilados, son el factor sorpresa detras del escenario, las cartas que no se muestran encima de la mesa de un mago, sino por dentro de sus mangas, sube el telón, baja el telón, el espectador de risos dorados, metiche de todas las naturalezas, ángulo de los cuatro puntos cardinales, punto de vista y opinión de crítica del pasado, olvidado, el presente desperdiciado y el futuro inalcanzable.

Una vez la visión da por terminada, Megan refleja en su rostro sorpresa y admiración por esta raza en específico y mira al horizonte donde ocurre la batalla con los nudillos apretados deseándole la victoria atraves de su fé, su esposo la trajo esperando que aprendiera mucho aserca del equilibrio y el peligro de este espacio paralelo que comparten los sobrenaturales, la clase fue más productiva de lo esperado y puede notar como los ojos de Megan brillan cuando se enfrentan a estas bestias y salvan las almas, en el fondo de su bondad se complementa el espíritu justiciero que trae en visperas cambios futuros, cambios que si se dispone puede obtener con su posición de reina, Verum tiene una visión futura del mañana, es casi un horaculo cuando de predicciones se trata, una persona fria y calculadora que siempre trae los pasos contados. Pues un sentimiento novedoso invade en sus impulsos y siente la necesidad de impresionarla por encima de todo.

Cuando su energía empieza a emanar rápidamente estos dos y la tutora se fijan en él notando su gigantesca presencia imponente, su cabellos se desprende en contra de la gravedad al igual que su ropa y las pequeñas piedras que se encuentran a su alrededor y debajo de él, emerge una energía arrolladora que destella por encima de cualquier ángel gladiador o esentricos en busca de atención aparte de él mismo, su corbata se desprende y se enreda en su manos combirtiendoce en la guadaña sagrada que siempre le acompaña en su defeza tanto como en su presencia.

Obviamente es la primera vez de Megan presenciando el poder de su marido y su boca casa mosca abierta de par en par. Sus ojos parecen arder por dentro con ese color tan intenso como lo es su fuego y cuando las nubes y en su totalidad todo el cielo comenzó a remolinarse, crujir en truenos y centellas, pues la atención de todos esos gerreros y de los propios inconsientes, los demosnios miraron hacia la dirección de la energia proveniente, es descomunal y aterradora, tanto que el curioso se interpone al frente de Megan para protejerla de esas ráfagas adficciantes que desprende su señor. Mientras él solo quiere ponerle punto final a esta guerra y de paso escuchar los aplausos de su esposa, el travieso ángel le presta su visión desnudante para que se fije en su verdadera apariencia, en ese reflejo que busca no encontrarse, sin conocer la tramsparencia que tiene esta chica, una transparecia que no entiende los prejuisios.

Los planes del Ícaro libertino son asustar a la chica en donde se busca sorpresa.

La paciencia de Verum, el deseo celoso de sorprenderla y ganarse su admiración es más visible que el lado oscuro que esconde.

Megan puede verlo, puede verlo con la visión prestada del ángel, puede ver a un monstruo con aspecto humanoide cubierto de tinieblas, una piel oscura y escamosa, complexión arqueada y de extremidades alargadas, garras y orejas puntiagudas, orejas de elfo, cabello largo asta los talones, de tonos platiados, filosos, un osico alargado como el de un lobo colmilludo con cuernos de antílope, sus ojos son sinceros, siempre lo fueron, no puede cambiar su apariencia, son las jollas que siempre mostró, la perla que atesora una almeja acorazada.

Megan se asusto como el ángel mesquino esperaba, lo que si no se esperaba es que el susto de la chica la imulsara a correr hacia sus brazos, sin importar que sean unos brazos friso y escalofriantes, su pecho se estremece, detras de esa figuara, detras de la penumbra, se muestra una perla llorona, ella persive en sus ojos la tristeza, el miedo, la incertidumbre, asi que lo abraza fuertemente, sabe que lo necesita, sabe que nesesita de ese abrazo, que lo a nesesitado hace mucho.

Su esposo solo confunde la situación con la admiración que busca, pero ella lo abraza tan fuerte que comprende el esfuerzo de cada gesto decente, de cada sonrisa, aprieta su ropa y estruja su mejilla al cuerpo de su esposo, piensa en todas esas beses que sonríe, que le es gentil y bondadoso, piensa en su caballerosidad y después recuerda la noche de bodas frente al espejo, recuerda que el no puede mentir, por lo que debe de ser más doloroso, asectarse, disfrazarse, mostrarse imponente y perfecto cubierto de desechos tristes, alquitrán que visten de ceda reluciente al niño de los luceros con párpados.

Verum termina la guerra con un gesto de manos apuntando al cielo, una muestra de superioridad o una marca de territorio, el deber tocando la puerta o la gentileza de ayudar al prójimo sin basilar desde el orisonte, no sabremos, pero ese día todos conocieron lo capaz que es el anfitrión del Inframundo, la flama de la vida después de la muerte. Del cielo aremolinado y tremuloso, llovió cenizas, pompas de cenizas, nieve teñida de negro, el invierno luctuoso que busca abrigar la discordia con las llamas que estás desatan cada ves que interactúan contacto físico con los cuerpos de las calamidades, prenden un candelabro que teje lámparas de fuego, emergente desde la nada, brillantes como la aurora borial, millas y más millas que arden en llamas mansas que solo creujen la fealdad, desde esta montaña en la que observan los reyes de los cadáveres y el ángel diplomático observan las llamaradas, parecen narsisos en un jardín de fábula, los ángeles que rebolotean en este paisaje no son más que los insectos polinizadores y los soldados que claman la guerra, no son más que las hormigas. Verum es capas de doblar la realidad de tal modo que el apocalipsis terrenal se verá como el jardín de una abuela jubilada en un domingo soleado.

La dama de la Parca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora