Capítulo 25- Secretos.

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Los ojos de Megan comenzaron a brillar de un color dorado, bañados en oro a la par con los ojos del ángel que le brinda su divinidad, sumergir la mirada en el sol y sentir su fuego abrazador nacer en su pecho de una forma tan ardiente que resulta ser desgarradora, la verdad fuenciona exactamente de ese modo, a veces la luz solo te muestra esas grietas que ignoramos en medio de la sombra sin pensar ni por un segundo en la inestabilidad de la razón y la realidad.

Megan viaja al pasado con la visión de un espía en tercera persona. Vé a su madre, una jóven que da a luz, su esposo sujeta a la bebé y juntos lloran de emoción apasionados por su amor y distraídos por la felicidad, todas las noches se vuelven repetitivas y predecibles, en cambió su marido cada día se torna más impredecible que ayer, inreconosible, autoagresor, apático, drogadicto, sin razón.

Desde este ángulo como espectador y con otra perspectiva, Megan puede ver el demonio que cultiva su padre, un gigante de piel viscosa, tan grande que no cabe dentro de la casa, invade  y deterriora todas sus pertenencias, así sea su familia, e incluso su escencia y personalidad.

Sin embargo la madre de la criatura es inmune, eso no significa que no la afecte, resive ataques y se lastima desde la psiquis, pero protege a su bebé y a su alrededor se crea un campo dorado, una cúpula protectora, una energía inarsesible e inquiebrantable.

Todas las noches ella tiene el mismo sueño, el mismo sueño que a tenido durante años, incluso antes que el bebé, incluso antes que su esposo, producto de su imaginación o ilusión en busca de alientos esperanzadores. Todas las noches que el estado rem le abre sus puertas se encuentra con un principe alado de armadura dorada, a veces se muestra desnudo y sin capas o ataduras, otras veces tan brillante que lastima y otras tan humano que olvida estar soñando, sus caricias, su compasión, esos detalles, esos paisajes, esas palabras, esa mano que se desliza en  su rostro como escultor  perfeccionista, esos besos en busca de atención, amigo imaginario. Tuvo tantos nombres sin saber aún como llamarlo, sueños que la mantenían viva, una hija como consuelo en sus brazos y una dulce esquizofrenia que acobija sus noches.

La vida de está mujer tenía tantos claros y oscuros como una cebra rallas de ambos tonos, por un momento se distrajo y su vida paso a enfocarce en estas dos fuentes de amor que le ataban los ojos en una sensura que ignora la existencia de los demonios que alvergan a su alrededor.

Un día vió alas en su bebé mientras la dormia, estrujó sus ojos fuertementes y rectifico con la mirada, pero ya no estaban hay, seguramente estaba confundiendo la realidad con impaciencia por la noche y el descanso, o relacionaba sus amores, de igual modo ese día fue el último, más nunca  volvió a despertar de su sueño, más nunca abrió los ojos o se levantó a confrontar la realidad.

Al morir no se reencontró con su querido como creía, no despertó en un sueño sino en un cautiverio, rodeada de lujos y campos de flores, de sirvientes y piezas de arte, de fantasía y colores que simulaban el paraíso como las fábulas de los campos eliseos, pero aún así, por más linda y cómoda que sea una jaula, nunca dejará de ser solo eso, una jaula.

La personificación de la muerte estaba enamorado de ella, le veía de lejos, le admiraba como puesia o cuadro de una galería, suspiraba por cada gesto que está hacia, una chica solitaria, la bella durmiente que no puede soñar, le robaron los sueños, le robaron los deseos de existir ya que ni siquiera se pudiera decir deseos de vivir una vez estando muerta, le robaron incluso el derecho de partir y descansar, profanaron su lecho de muerte, su boleto a las nubes.

La pasión contenida de la Parca se transforma en obsesión y su juicio en sociego, los rechazos de ella duelen como puñaladas, la guadaña le a decapitado cada vez que de sus rojisos labios escapa la corta palabra no.

Un día de la nada el cielo se rompe en mil trozos, un intruso le roba a su esposa, burla las barreras, burla los guardias, se burla de él en su propios aposentos, pero ni la humillación dolió tanto como verla a ella sonreír en sus brazos y besar al ladrón entregándole su afecto en la acendente salida del Pandemonio, incluso de su impotencia y triste suspiro en cima de una vela hizo que el fuego se coloreara de azúl y naciera su despecho con cara desnuda y corbata, traje elegante que no se quema ni en medio de la depresión, ese día nació Lucerno, quién hiba a decir que siendo tan sabio seria incluso más joven que la propia Megan.

Un día la muerte escapó, quería despojar sus demonios y huir de las críticas de los suyos, de los señalamientos y espectatibas, más nunca se supo de la muerte, la decepción de todas las Parcas, el padre de las vidas más longevas en un perido de reinado bastante efímero, desde ese momento se hizo real la expresión "morir de amor".

El nuevo  emperador tenía que ser perfecto e inquiebrantable, tenía que limpiar el jardín de espinas y reformar la imágen de la muerte, un nuevo inicio con un giro inesperado, la ironía se hace presente tantas veces como a el destino le venga en ganas.

Los demonios de la tierra brotaban más rápido que la mala hierba y el reinado de Verum ganaba reputación suficiente para opacar este hecho, la imágen de un gobernador impone respeto y admiración, entonces ya era hora de esposar a su futura emperatriz, un capricho lo llevo a esposar a la hija de un ángel, de una antigua emperatriz y humana anteriormente, de revolver aguas pasadas, y meter el dedo en la llaga, dicen que la Parca es una sola alma de diferentes formas en diferentes eras, dicen que la reencarnación está en todos sus emperadores, es el intento desesperado de terminar lo que algún día empezó y le fué arrebatado por un celestial, el miedo de Lucerno camuflajeado con la frace favorita de su amo, el destino, el destino es caprichozo y señala en lineas curvas que llevan a la misma dirección.

Megan está siendo impactada, un meteorito acaba de chocar con toda su razón, esto definitivamente supera todas sus expectativas, aunque supiera que le ocultaban algo, por más grande que fuera, no creía que se relacionara tan estrechamente con respecto a su propia historia, historia e identidad que ignorava.

Curiosus le siguió mostrando, más fuego para la retina de sus ojos, sus pupilas se cubren por un eclipse y las confesiones esotericas le revelan mucho más.

La dama de la Parca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora