Capítulo 26 "Una pequeña confesión"

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La tarde comenzaba a teñirse de tonos anaranjados mientras Shinji caminaba de regreso a casa. Su mente estaba sumida en una marea de pensamientos que no lograba acallar. El trabajo había sido una distracción temporal, pero ahora que el día terminaba, el tema que lo había inquietado durante semanas volvía a dominar su mente: su relación con Ymir y lo que significaba para su futuro.

Mientras recorría las calles familiares, Shinji se preguntaba si ya era el momento adecuado para proponerle matrimonio a Ymir. Su relación había crecido de manera natural y hermosa, pasando de una simple convivencia a un amor profundo y compartido. Sin embargo, la idea de casarse, de formalizarlo todo, le parecía un paso tan grande que no podía evitar sentirse nervioso.

Las imágenes de Ymir, su sonrisa, su risa contagiosa, su manera de mirar el mundo con esa mezcla de inocencia y sabiduría, lo llenaban de calidez. La amaba, no había duda alguna en su corazón. Pero junto con ese amor, sentía un miedo que no lograba disipar. ¿Y si no era lo suficientemente bueno para ella? ¿Y si terminaba convirtiéndose en alguien como su padre? Ese pensamiento le dolía profundamente.

Al llegar a casa, Shinji se detuvo un momento frente a la puerta. Respiró hondo antes de entrar, preparándose mentalmente para lo que podría ser una noche reveladora. Sin embargo, no estaba preparado para lo que lo esperaba.

Al abrir la puerta, fue recibido por un ambiente más animado de lo habitual. Ymir estaba en la cocina, ayudada por Mari, que charlaba y reía mientras revolvía una olla. Ymir parecía concentrada, pero había una suavidad en su expresión, algo diferente. Mari fue la primera en notar su llegada.

-¡Shinji, justo a tiempo! -exclamó Mari con una sonrisa traviesa-. Hoy tenemos algo especial para ti.

Shinji sonrió débilmente, sus pensamientos aún enredados. Se acercó a Ymir y le dio un beso suave en la mejilla, notando que ella parecía más tranquila que de costumbre, como si hubiera algo que quería decirle, pero que aún no encontraba las palabras.

-¿Todo bien? -preguntó Shinji, mirándola a los ojos.

Ymir asintió, pero antes de que pudiera responder, Mari intervino con su típica energía.

-¡Ymir fue al doctor conmigo hoy! -anunció Mari, haciendo que Shinji frunciera el ceño, confundido-. ¡Y tenemos noticias!

Shinji sintió un nudo en el estómago. Las palabras de Mari parecían ligeras, pero había algo en el tono que lo hizo sentir que estaba a punto de escuchar algo importante. Se volvió hacia Ymir, que ahora tenía una expresión seria pero tranquila.

-Shinji... -comenzó Ymir, tomando su mano-, he estado sintiéndome un poco diferente últimamente, así que Mari sugirió que fuera a hacerme unos exámenes.

Shinji asintió lentamente, su corazón latiendo con fuerza mientras intentaba no dejarse llevar por sus propias conjeturas.

-Y... -Ymir hizo una pausa, mirando a Mari antes de volver a enfocarse en Shinji-. Resulta que... voy a tener un bebé, Shinji. Vamos a ser padres.

El tiempo pareció detenerse para Shinji. Las palabras de Ymir resonaron en su mente, pero le costaba procesarlas. ¿Padre? ¿Él? Sintió una mezcla de alegría y terror que lo dejó paralizado por un momento.

-¿Un bebé...? -repitió, más para sí mismo que para los demás.

Ymir asintió, sonriendo con una calidez que lo desarmó por completo.

-Sí, Shinji. Un bebé. Vamos a formar una familia.

Shinji sintió cómo las lágrimas se acumulaban en sus ojos, pero no eran solo de felicidad. El miedo que había estado al acecho en su mente ahora se hacía más grande. ¿Cómo iba a ser un buen padre? ¿Cómo iba a evitar convertirse en alguien como su padre? ¿Y si fallaba?

Ymir notó el cambio en la expresión de Shinji, el miedo que comenzaba a nublar su felicidad. Antes de que pudiera decir algo, Mari se adelantó, viendo la lucha interna que se estaba gestando en Shinji.

-Shinji, sé que esto es un gran paso, y que seguramente te sientes abrumado -dijo Mari, con una suavidad que rara vez mostraba-. Pero escucha, no estás solo en esto. Ymir está contigo, y yo también. Además, tienes la oportunidad de ser el padre que siempre quisiste tener, no el que temías convertirte.

Shinji la miró, sus ojos brillando con la incertidumbre que sentía.

-No sé si puedo... -murmuró, casi en un susurro-. No quiero cometer los mismos errores que mi padre. No quiero hacerle daño a nuestro hijo, a Ymir...

Mari puso una mano en su hombro, dándole un apretón firme.

-Es natural tener miedo, Shinji. Pero ese miedo también te dice algo importante: te importa. Te importa lo suficiente como para querer ser diferente, para querer ser mejor. Y eso es lo que te hará un buen padre.

Ymir se acercó a Shinji, tomando su otra mano y apretándola suavemente.

-Confío en ti, Shinji. Sé que serás un buen padre, porque sé lo mucho que amas y te preocupas por nosotros. No estás solo en esto, lo haremos juntos.

Shinji sintió el apoyo y el amor de Ymir y Mari como un ancla que lo mantenía a salvo en medio de sus emociones turbulentas. Tomó aire, intentando calmar su mente, y finalmente asintió.

-Tienes razón... -dijo, aunque su voz aún era un poco temblorosa-. No quiero ser como él. Quiero ser el padre que nunca tuve.

Mari sonrió, dándole un pequeño golpe en el brazo.

-¡Eso es! Y no te preocupes, tienes a dos mujeres increíbles que te respaldan. No lo arruinarás, porque no estás solo en esto.

Ymir sonrió también, sus ojos brillando con amor y confianza.

-Te amo, Shinji. Vamos a formar una familia hermosa juntos.

Shinji sintió cómo el miedo comenzaba a disiparse, reemplazado por una determinación renovada. Miró a Ymir y luego a Mari, sintiendo una gratitud profunda por tenerlas en su vida.

-Yo también te amo, Ymir. -Finalmente sonrió, un poco más seguro de sí mismo-. Vamos a ser una familia.

La cena continuó en un ambiente más relajado, aunque Shinji sabía que este era solo el comienzo de un nuevo capítulo en sus vidas. El miedo no había desaparecido por completo, pero ahora estaba acompañado de una esperanza y una determinación que no había sentido antes.

Después de la cena, Mari se excusó para dejar a la pareja sola. Ymir y Shinji se acomodaron en el sofá, con Ymir apoyada en su hombro, mientras ambos miraban en silencio el atardecer desde la ventana.

-Gracias por estar aquí, Shinji -murmuró Ymir, rompiendo el silencio-. Sé que es un gran cambio, pero estoy feliz de compartirlo contigo.

Shinji la abrazó más fuerte, sus pensamientos en el futuro que los esperaba.

-Gracias a ti, Ymir, por confiar en mí. No sé cómo será todo, pero quiero hacerlo bien. Quiero que nuestro hijo crezca en un hogar lleno de amor.

Ymir sonrió, sintiendo que, a pesar de las incertidumbres, estaban en el camino correcto.

-Lo haremos bien, Shinji. Juntos, siempre.

La noche se desvaneció lentamente, y con ella, las dudas de Shinji comenzaron a desvanecerse también. Sabía que habría desafíos, que habría momentos difíciles, pero también sabía que con Ymir a su lado, y con la ayuda de Mari, podía enfrentar cualquier cosa. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que tenía el control de su vida, y que estaba listo para asumir el papel de padre, no solo para el bebé que venía, sino para la familia que estaban construyendo juntos.

-Vamos a ser una familia -murmuró Shinji una vez más, antes de cerrar los ojos y dejar que el sueño lo envolviera en un abrazo reconfortante, con Ymir acurrucada a su lado.

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