Capítulo 37: Una Aventura de Niñeras

9 6 0
                                    

La tarde había caído sobre la ciudad cuando Mari y Asuka llegaron a la casa de Shinji e Ymir. Las luces cálidas iluminaban el interior mientras las niñas, María, Rosa y la pequeña Sina, jugaban en la sala. Shinji e Ymir estaban a punto de salir para disfrutar de una merecida cita nocturna, algo que no habían hecho en mucho tiempo.

—¡Tía Mari! —gritó María, la mayor, corriendo hacia Mari con los brazos abiertos.

—¡Hola, pequeña! —Mari la levantó en el aire, haciéndola girar antes de abrazarla con fuerza—. ¿Listas para una noche de diversión?

Rosa, la del medio, se acercó tímidamente, pero con una gran sonrisa en su rostro. Mari le guiñó un ojo, y la niña se aferró a su pierna, riendo. Mientras tanto, Asuka observaba la escena desde la puerta con una mezcla de curiosidad y resignación.

—No puedo creer que me hayas convencido de hacer esto —dijo Asuka, cruzando los brazos.

—Vamos, Asuka, ¿no es adorable? —respondió Mari, inclinándose hacia ella con una sonrisa—. Además, no podríamos dejarlos salir sin que alguien confiable cuidara de las niñas.

Asuka resopló, pero no pudo evitar sonreír ante la escena que se desarrollaba frente a ella. Cuando Shinji e Ymir finalmente se despidieron y salieron por la puerta, las niñas las rodearon con entusiasmo.

—¿Qué vamos a hacer primero? —preguntó María, sus ojos brillando con emoción.

Mari puso una expresión pensativa y luego chasqueó los dedos, como si hubiera tenido una brillante idea. —¡Es hora de un concurso de talentos!

—¿Talentos? —repitió Rosa, intrigada.

—Sí, cada una de ustedes mostrará su mejor talento, y Asuka y yo seremos las juezas —explicó Mari, guiñándole un ojo a Asuka, quien simplemente se encogió de hombros, aceptando el plan.

Las niñas corrieron emocionadas a buscar sus "talentos". María, siempre la más enérgica, decidió cantar una canción que había aprendido en la escuela. Su voz resonó por toda la sala, un poco desafinada pero llena de pasión. Rosa, por su parte, mostró un dibujo que había hecho ese día, lleno de colores brillantes y figuras que representaban a su familia. Incluso la pequeña Sina, balbuceando, hizo su mejor esfuerzo por imitar a sus hermanas, moviéndose al ritmo de la música en su cabeza.

Mari aplaudía con entusiasmo, animándolas en cada paso. Asuka, por otro lado, trataba de mantener una actitud seria como jueza, aunque su fachada se rompió más de una vez al ver la inocencia y la alegría de las niñas.

Después de que todas mostraron sus talentos, Mari y Asuka decidieron que todas eran ganadoras y las premiaron con galletas caseras que Ymir había dejado para la ocasión. Con las manos llenas de migajas, las niñas se acurrucaron en el sofá, listas para la siguiente actividad.

—¿Qué tal si vemos una película? —sugirió Mari, sabiendo que las niñas disfrutaban de las películas animadas.

—¡Sí! —gritaron las tres al unísono, emocionadas.

Mientras la película empezaba, las niñas se acomodaron a su alrededor, con María y Rosa abrazadas a Mari, y la pequeña Sina en el regazo de Asuka. Aunque al principio Asuka se mostró un poco incómoda con Sina en sus brazos, poco a poco la niña fue relajándose, quedándose dormida mientras la película avanzaba.

—Es más fácil de lo que pensé —murmuró Asuka, mirando a Sina dormir plácidamente.

Mari sonrió, pero no dijo nada. Sabía que Asuka tenía un lado suave, aunque lo ocultaba bien. Mientras la película continuaba, el cansancio fue venciendo a las niñas. Una por una, se quedaron dormidas, arropadas por las suaves mantas que Mari había traído de la habitación.

Finalmente, cuando la película terminó, Mari y Asuka se encontraron en una silenciosa sala de estar, rodeadas por las respiraciones suaves de las niñas dormidas.

—Bueno, parece que lo logramos —dijo Mari en voz baja, mirando a Asuka con una sonrisa satisfecha.

—Sí, y sin mayores problemas —admitió Asuka, estirándose en el sofá.

Con cuidado, ambas se levantaron y llevaron a las niñas a sus camas. Mari acomodó a María y Rosa en su habitación, mientras Asuka puso a Sina en su cuna, asegurándose de que estuviera bien abrigada. Luego, las dos se sentaron en la sala, disfrutando del silencio y de un momento de calma antes de que Shinji e Ymir regresaran.

—No estuvo tan mal —dijo Asuka, rompiendo el silencio—. Aunque debo admitir que estoy agotada.

Mari se rió suavemente. —Bienvenida al mundo de ser niñera. Pero sabes, verlas tan felices... vale la pena.

Asuka asintió, mirando por la ventana hacia la noche tranquila. —Sí, supongo que tienes razón.

Cuando Shinji e Ymir regresaron, encontraron la casa en un silencio profundo. Las niñas dormían plácidamente en sus camas, y Mari y Asuka las esperaban en la sala, relajadas.

—¿Qué tal todo? —preguntó Ymir en voz baja, no queriendo despertar a las niñas.

—Todo estuvo perfecto —respondió Mari, levantándose para abrazar a su amiga—. Y tenemos tres futuras estrellas en la familia.

Asuka simplemente asintió, sonriendo con cansancio. —Fue una buena noche.

Después de despedirse, Mari y Asuka se marcharon, dejando a Shinji e Ymir solos en su casa tranquila. Las niñas dormían profundamente, y la noche se desvanecía en un suave susurro de paz.

Mientras Shinji y Ymir se preparaban para ir a dormir, se miraron y sonrieron, sabiendo que, aunque la vida podía ser caótica y exigente, siempre tendrían estos momentos, pequeños pero significativos, que hacían que todo valiera la pena.

Un Nuevo Comienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora