Capítulo 30 "Para ti, después de b3y+s1N"

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El sol se había ocultado en el horizonte, dejando el cielo teñido de tonos anaranjados y púrpuras. En la habitación de su casa, Ymir estaba sentada en el borde de la cama, acariciando su vientre que comenzaba a notarse más con el paso de los días. Sus ojos turquesa reflejaban una mezcla de emoción y preocupación. A su lado, Shinji la observaba con atención, una mezcla de amor y admiración en sus ojos al ver a su prometida y su futuro hijo.

Shinji sonrió al verla acariciar su vientre, un gesto casi inconsciente que se había vuelto habitual en los últimos días. Se acercó a ella y se arrodilló a su lado, apoyando suavemente la cabeza sobre su vientre.

—¿Ya se siente diferente? —preguntó en voz baja, su tono lleno de ternura.

—Sí —respondió Ymir, sin apartar la vista de su vientre—. Es como si una parte de mí supiera que algo maravilloso está creciendo aquí. Pero también hay miedo... miedo de no estar a la altura.

Shinji levantó la mirada y la tomó de la mano, apretándola con suavidad.

—Entiendo tus miedos, Ymir. Pero no estás sola en esto. Juntos, podemos superar cualquier obstáculo —le aseguró, sus palabras cargadas de seguridad y amor.

Ymir asintió, pero sus pensamientos seguían volviendo a su pasado, a los momentos en que había sentido que su vida no era más que una serie de eventos fuera de su control. Se preguntó si realmente tenía la capacidad de cambiar su destino o si todo ya estaba escrito desde el principio. Mientras intentaba ahuyentar esos pensamientos, la imagen de sus hijas perdidas surgió en su mente, y su corazón se llenó de un profundo anhelo por aquellos que había dejado atrás.

Esa noche, mientras dormía, Ymir soñó con los días en que había sido esclava, atada a los deseos de otros y usada como una herramienta de poder. En su sueño, caminaba por un sendero largo y oscuro, rodeada de sombras que representaban los rostros de aquellos que había perdido en su vida pasada. A lo lejos, figuras familiares aparecían entre las sombras: Eren y Mikasa, dos personas que le habían enseñado el valor de la libertad y la importancia de tomar sus propias decisiones.

El sendero estaba bordeado por árboles altos y delgados que parecían susurrar secretos antiguos mientras el viento soplaba a través de sus hojas. Ymir avanzaba lentamente, sus pasos eran ligeros pero decididos, como si cada uno la acercara un poco más a la verdad que buscaba. La presencia de Eren y Mikasa le proporcionaba una especie de consuelo, un recordatorio de que incluso en los momentos más oscuros, siempre había luz al final del camino.

Eren, con su habitual intensidad, se volvió hacia ella, sus ojos verdes brillando en la penumbra.

—Ymir, recuerda lo que siempre quisiste. Libertad para elegir, libertad para ser quien quieras ser —le dijo Eren, su voz resonando en el silencio.

Mikasa, con una expresión serena y comprensiva, añadió:

—No dejes que el pasado defina tu futuro. Tienes la fuerza para cambiarlo.

Las palabras de Eren y Mikasa llenaron a Ymir de determinación mientras continuaba caminando por el sendero. A medida que avanzaba, una luz brillante apareció en la distancia. Era una luz cálida y reconfortante que la atraía hacia adelante, llenándola de esperanza y fuerza. Mientras se acercaba, la luz tomó la forma de un hombre con un sombrero de paja, inclinado sobre lo que parecían ser plantas.

Ymir se detuvo, intrigada por la figura que parecía estar cuidando un pequeño jardín. Aunque no podía ver su rostro, había algo familiar en su postura y sus movimientos. Se acercó con cautela, sus pasos resonando suavemente en el suelo.

—¿Quién eres? —preguntó, su voz llena de curiosidad.

La figura no respondió de inmediato, continuando con su labor de regar las plantas con cuidado y dedicación. Finalmente, se volvió ligeramente, lo suficiente para que Ymir viera una parte de su rostro. Su corazón dio un vuelco al reconocer a Shinji, aunque no entendía por qué no lo había visto antes.

Shinji levantó la vista, su expresión cálida y acogedora. Aunque su rostro estaba parcialmente oculto por el sombrero de paja, Ymir pudo ver la familiaridad de su sonrisa y la ternura en sus ojos.

—Ymir, no estás sola. Tienes el poder de elegir tu propio camino y de crear un futuro diferente para ti y para nuestra familia —dijo, su voz resonando con firmeza.

Ymir sintió una oleada de alivio y esperanza. A pesar de las incertidumbres que enfrentaba, sabía que Shinji estaría a su lado, apoyándola en cada paso del camino.

Al despertar, Ymir sintió que algo había cambiado dentro de ella. Se levantó de la cama y miró a Shinji, quien aún dormía a su lado. Se dio cuenta de que, aunque no podía cambiar su pasado, sí tenía el poder de influir en su futuro. Decidió que ya no permitiría que las sombras de su vida pasada dictaran su camino.

Con determinación, Ymir se vistió y salió al aire fresco de la mañana. Caminó hasta el jardín, donde se sentó entre las flores, sintiendo la calidez del sol en su piel. Mientras estaba allí, pensó en sus hijas perdidas y en el bebé que ahora crecía dentro de ella. Prometió que haría todo lo posible para brindarles un futuro mejor, uno lleno de amor y esperanza.

Recordó el jardín en su sueño, con Shinji regando las plantas, y sintió que su propia vida era como ese jardín, lleno de posibilidades que florecerían con cuidado y amor. A pesar de las dificultades del pasado, estaba decidida a construir un nuevo futuro para su familia.

Más tarde esa mañana, Shinji se unió a Ymir en el jardín. Se sentó a su lado, tomando su mano entre las suyas.

—Ymir, ¿cómo te sientes? —preguntó, mirándola a los ojos.

—Me siento diferente —respondió Ymir, sonriendo con sinceridad—. Me he dado cuenta de que puedo cambiar mi destino. No tengo que repetir los errores de mi pasado. Tengo la oportunidad de empezar de nuevo, contigo.

Shinji sonrió, aliviado al ver la determinación en los ojos de Ymir.

—Estoy aquí para apoyarte en todo lo que necesites —dijo—. Juntos, podemos superar cualquier obstáculo.

Ymir asintió, sintiendo una ola de gratitud y amor hacia Shinji. Sabía que no sería un camino fácil, pero con Shinji a su lado, estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Esa noche, mientras se preparaban para dormir, Ymir y Shinji hablaron sobre sus planes para el futuro. Discutieron sobre la próxima boda, el nacimiento de su hijo, y los sueños que compartían para su vida juntos.

—Quiero que nuestra familia sea diferente —dijo Ymir, recostada en los brazos de Shinji—. Quiero que nuestros hijos crezcan en un mundo donde sean libres de elegir su propio camino, sin las cadenas del pasado.

—Y así será —respondió Shinji, besando la frente de Ymir—. Construiremos ese futuro juntos, paso a paso.

Mientras se acurrucaban juntos bajo las mantas, Ymir sintió una paz interior que nunca antes había experimentado. Sabía que el camino por delante estaría lleno de desafíos, pero también estaba lleno de promesas y posibilidades. Y con Shinji a su lado, estaba lista para enfrentar el futuro con esperanza y valentía.

Ymir se levantó temprano al día siguiente, decidida a enfrentar el nuevo día con una actitud positiva. Mientras se preparaba para salir, se encontró acariciando su vientre nuevamente, recordando las palabras de Eren y Mikasa en su sueño. Pensó en las vidas de sus hijas pasadas y cómo, a pesar de no poder recuperarlas, llevaría su amor y recuerdos consigo en este nuevo capítulo de su vida.

Shinji, al verla tan serena y determinada, sintió una profunda admiración por la mujer que había elegido como compañera de vida. Se acercó a ella y le dio un suave beso en la mejilla.

—Vamos a caminar por la ciudad hoy, ¿te parece? —le sugirió Shinji, esperando que un paseo les permitiera disfrutar del presente y planear para el futuro.

Ymir asintió con entusiasmo. Mientras caminaban juntos por las calles de la ciudad, tomados de la mano, sintió que el futuro estaba lleno de posibilidades y que, sin importar lo que ocurriera, enfrentarían todo juntos.

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