El comandante ni siquiera quiso darme un vehículo para poder desplazarme hasta Snow Valley. Y un vehículo policial era crucial para un agente de policía. ¿Qué es de un astronauta sin su cohete? ¿Y de un capitán sin su barco?
Me tumbé en la cama mirando al techo. Ya tenía mi pequeña maleta lista. Ana me había conseguido una habitación en un hotel rural del pueblo. Solo me quedaba el coche. Necesitaba uno para poder desplazarme por allí. Me quedaba la opción de pedírselo a algún compañero. Aún sabiendo que eso estaba fuera de la normativa.
Llamé por teléfono a Dave, uno de mis compañeros, con el que más solía hablar. Además era amable y mi única esperanza.
— Solo lo necesito para resolver el caso, cosa que no tardaré porque se trata de una adolescente malcriada.
— No puedo dejarte mi coche, yo necesito patrullar la ciudad con él. Si no lo necesitara te lo dejaría encantado - me decía él arruinando así las pocas esperanzas que me quedaban.
— Aggg — colgué — ¡Solo pido un poco de humanidad!
El timbre de casa sonó interrumpiendo mis maldiciones al aire.
— Ni direcciones, ni fotos, ni coche patrulla... ¿Podrían intentar complicarme más las cosas? — caminé enfadada hasta la puerta principal y la abrí.
— Vengo a resolverte los problemas — Ana entró en mi casa sin permiso y se sentó en el sofá — mira lo que tengo — me enseñó unas llaves.
— ¿Es para abrir la caja de Pandora que atrapa mi vida? — dije dejándome caer a su lado.
— No boba, es para prestarte mi coche.
La palabra coche resonó en mi cabeza como un grito de la victoria.
— ¿¡Me dejarías tu coche!? ¿Y si le hago algún rasguño?— pregunté incrédula y emocionada al mismo tiempo.
— No te preocupes, mi coche está a prueba de balas — contestó con naturalidad — Lo he traído hasta aquí para que puedas dar una vuelta con él y probarlo — me entregó las llaves.
Bajamos hasta la calle donde se encontraba el coche aparcado. No me lo imagina en ese estado. Pero al fin y al cabo era un vehículo, lo que necesitaba.
Me subí en él. Los asientos estaban desgastados y el freno de mano costaba manejarlo. Las marchas también estaban duras y una de las luces de atrás estaba fundida.
— Es algo viejo, mi abuelo me lo regaló cuando me saqué el carnet y desde entonces ha sido mi cumpañero de viaje — Ana sonreía poniéndose el cinturón.
“¿Qué van a pensar de mí cuando me vean con esta tartana?” Pensé.
Intenté simular felicidad y emoción. Arraqué y el vehículo empezó a circular. Dimos una vuelta por la ciudad para que pudiera familiarizarme con los pedales y los marchas.
— Muchísimas gracias por el favor. No sé que haría sin ti —la abracé.
— Renunciarías — Ana se rio.
__ ¡Pues ya estoy lista para resolver el caso!- exclamé dando palmaditas.
— ¿Cuándo piensas marcharte?
— Después de comer — calculé la hora de llegada al pueblo para que no se me hiciera muy tarde y empezar cuanto antes a investigar.
— Esta bien, avisame cuando vayas a salir y cuando llegues — Ana se despidió de mí caminando hacia la parada del autobús.
La verdad es que como ayudante era la mejor. Gracias a ella me sentía valorada en el trabajo. Incluso el tiempo en la oficina se me pasaba más rápido.
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📖 𝐄𝐥 𝐔𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 📖
Mystery / ThrillerEn el pintoresco pueblo de Snow Valley, los amantes de la literatura se reúnen cada semana en la acogedora biblioteca local para discutir sus libros favoritos. Pero cuando uno de sus miembros es encontrado muerto en extrañas circunstancias, el tono...