Capítulo 28

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Visualicé el ordenador y vi una carpeta con mi nombre. ¿Acaso yo iba a ser su siguiente víctima? Al abrirla, una grabación comenzó a sonar, dejándome sin palabras por unos minutos. El rostro de Samuel apareció en la pantalla y sentí como mi corazón se me comprimía.

"Hola... Sabía que llegarías hasta aquí. Supongo que es justo que seas tú la que escuche esto, después de todo lo que has hecho. Desde el principio, me di cuenta de que eras diferente. No como los otros. Pero bueno, antes de hablar de ti, déjame contarte algo sobre mí.

Desde niño, me sentí como un monstruo. No un monstruo de película... más como el monstruo de Frankenstein. Algo que fue creado a partir de pedazos rotos, deformes. Mis padres fueron los científicos que me moldearon, no con amor, sino con maltrato. Cada grito, cada golpe, cada mirada de desprecio me decía lo mismo: no mereces amor. No mereces ser querido. Y terminé creyéndolo. Al final, me refugié en los libros. Encontré en ellos personajes que se sentían como yo, como criaturas incomprendidas. Como Frankenstein, que solo buscaba ser aceptado, ser amado, pero a quien todos rechazaban y temían.

Me aferré a esos personajes como si fueran los únicos que podían entenderme. Pero entonces... conocí al club de lectura. Todos esos... impostores. Gente que se reunía para diseccionar y criticar a mis personajes, como si fueran juguetes rotos que podían descartar a su antojo. No entendían el dolor de Frankenstein, ni la soledad de los otros. Para ellos, esos personajes eran solo herramientas, pasatiempos. Pero para mí... eran lo único que me quedaba.
Por eso llegué a pensar como Frankenstein: «Si no puedo alcanzar el afecto y el amor, entonces el vicio y el crimen serán mis objetivos».

No podía soportarlo. Cada vez que escuchaba cómo hablaban de ellos, algo dentro de mí se rompía un poco más. Se burlaban de mi dolor, de mi desesperación. Y entonces, lo entendí. Si ellos no podían comprender a esas criaturas, tampoco podían entenderme a mí. Así que los fui eliminando, uno por uno. Para proteger a los personajes... para protegerme a mí mismo.

Pero tú... tú me hiciste dudar. Desde el principio, noté algo diferente en ti. No te acercaste a mí con odio, ni con desprecio. No me trataste como los demás.

¿Sabes? nunca pensé que sería capaz de decir algo como esto. No sé si será amor lo que siento, porque no sé qué es exactamente el amor. Pero si existe algo cercano para alguien como yo, creo que lo encontré contigo. Desde que empezaste a seguir mi caso, había algo en ti... algo que no podía entender. Al principio, pensé que solo eras otra sombra persiguiéndome, pero con el tiempo, me di cuenta de que no era así. Tú me viste. Me viste de verdad.

No soy estúpido. Sé que no puedes sentir lo mismo por alguien como yo, pero eso no cambia lo que tú provocaste en mí. Por primera vez, dejé de verme como una cosa rota, como un monstruo. Y todo fue porque tú me diste una razón para creer que no todo estaba perdido. No sé qué fue, si fue la forma en que me mirabas, o cómo tratabas de entenderme, pero lo lograste. Por primera vez, pensé que tal vez merecía algo más. Tal vez... incluso merecía ser querido.

Si las cosas hubieran sido diferentes, si no hubiera sido creado de esta manera, tal vez podrías haberme amado. Y tal vez yo también habría sido capaz de amar. A veces imagino cómo hubiera sido, tú y yo, fuera de este desastre. Quizás, en otro mundo, en otra vida, las cosas habrían sido distintas. Pero no fue así, y lo entiendo.

Solo quería que lo supieras. Que tú fuiste la única persona que me hizo sentir algo más que odio y vacío. Eres lo más cercano a algo hermoso que he conocido. Y aunque no lo pueda tener, quiero agradecerte por eso.

Lo irónico es que ahora que lo entiendo, es demasiado tarde. Estoy encerrado, y no hay vuelta atrás. Tal vez nunca debería haber esperado algo más para mí, pero quería que lo supieras. Tal vez, si te hubiera conocido antes, no hubiera terminado así.

Esta es mi despedida. Ha llegado el último capítulo de mi pequeña historia. Ahora, todo ha terminado. Pero si alguna vez piensas en mí... no pienses en el monstruo. Piensa en lo que podríamos haber sido. Piensa en lo que yo podría haber sido.

Adiós Ivy..."

La imagen de Samuel en la pantalla del ordenador dejó de moverse. Volví a mirarle a los ojos pero esta vez los míos estaban llenos de lágrimas.

"Claro que me enamoré de ti, estúpido".

Acaricié el collar con la tuerca que me había regalado y ahora fue cuando lo entendí. Él era mi "Frankenstein" y yo su "De Lacey". Jamás me olvidaría de él y este caso dejó hueya en mi interior.

Otto me miraba y empezó a pedirme que lo cogiera, así que eso hice. Lo cargué en mis brazos y con mi otra mano me llevé su camita en la cual había entre sus juguetes una pequeña anotación.
"Por favor, cuida de Otto por mi".

Miré al perrito y dándole un beso en la cabeza salí de aquella habitación. Cerré la puerta detrás de mí y volví a colocar el diario de Taylor entre las velas y flores de los fallecidos.

Me monté en el coche y conduje hasta comisaría, donde entregué el informe resuelto del caso. Dave me miraba mientras me paseaba con Otto por los pasillos del lugar.

- ¿Qué harás ahora? -Ana me miraba preocupada y compadecida por lo que me había pasado.

- Volver a casa.

 📖 𝐄𝐥 𝐔𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora