Capítulo 9

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El coche no quería arrancar. Estaba tirada en medio del bosque con una carretera inmensamente larga y completamente sola.

— ¡AAAAAHHHHH! —salí del coche gritando de rabia y pegándole una patada a la rueda delantera — ¡Serás pedazo de chatarra, tartana mal formada! — volví a entrar para intentarlo de nuevo, pero no quiso funcionar — ¡Vamos calamidad con ruedas! — comencé a tocar el claxon de forma muy intensa y en una frecuencia corta — ¡Gracias Ana por tu gran vehículo a prueba de balas! —volví a salir repitiendo el portazo que había dado minutos antes y me senté a un lado de la carreta frente al coche.

Saqué el móvil en busca de ayuda, pero no tenía a nadie, excepto a Samuel. El único habitante del pueblo que tenía mi número personal. Pero me negué a llamarle.

— Voy aparecer una psicópata que no puede estar ni cuatro horas sin verle —me levanté del suelo y abrí el capó. Un humo negro me reventó en la cara, haciendo que tosiera. Empecé a sacudir el humo y miré donde estaba el fallo.

No tengo ni idea de porque intento arreglarlo si no entiendo de coches”.

Toqué la varilla del aceite, pero no lograba sacarla. Intenté limpiar el polvo que se había acumulado en las diferentes piezas, pero solo logré llenarme de grasa. Así que al final tuve que llamar a Samuel. El cual estuvo dispuesto a ayudarme.

🔪🔪🔪🔪

Mientras esperaba sentada en un lateral de la carretera, vi como un hombre se acercaba en mi con una moto. Aparcó detrás de mi coche y se quitó el casco.

— Estoy empezando a sospechar que solo buscas escusas para verme —Samuel se acercó a mi riéndose.

— Sí, me has pillado — volteé los ojos mirándolo.

— ¿Qué te ha pasado en la cara? —vi como me miraba extrañado y que evitaba acercarse a mi.

Me acerqué al espejo del coche y me miré. Tenía la frente y el moflete izquierdo lleno de grasa negra, al igual que las manos.

— No se me da muy bien la mecánica —me justifiqué intentando limpiarme las manchas que tenía. Escuché como se reía y al mirarle, dejó de reír fingiendo una tos.

— Abre el capó, lo más seguro es que le falte aceite —Se acercó al coche y se remangó la chaqueta de cuero.

¿Por qué era un hombre tan elegante?

— Es imposible sacar la vari... —no había terminado la frase cuando vi que él ya la había sacado y ahora la observaba curioso.

— Efectivamente, le falta aceite —volvió a colocar la varilla en su sitio y se limpió las manos con un trapo que llevaba en la moto —voy a acercarme a la plaza para comprar, no tardaré mucho —me explicó mientras se colocaba el casco. Yo sonreí y me apoyé en el coche esperando a que volviera.

En el rato que estuve esperando me dio tiempo a pensar en varias cosas. De todos los entrevistados, hasta ahora, los que más me tenían mosqueada eran Erick y Joana. Algo había en ellos que no cuadraba. Saqué mi libreta y observé las anotaciones.
También pensé en pedir refuerzos si no lograba encontrar a Taylor en esta semana. Ya llevaba cuatro días desaparecida. Y el ver que aún me faltaban datos por descubrir me ponía de los nervios.

— ¡Aquí traigo la solución! — escuché la voz de Samuel. Traía con la moto una garrafa de aceite.

— Menos mal que entiendes de coches, si fuera por mí, seguiría aquí tirada hasta mañana —me hice una coleta para evitar más calor de la que estaba teniendo.

 📖 𝐄𝐥 𝐔𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora