Capítulo 7

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Dormí estupendamente, sobretodo porque llegué al hotel tarde y estaba muy cansada. Apenas tumbarme en la cama me quedé completamente dormida.

El día estaba un poco nublado y hacía algo de más frío que los días anteriores.

Miré el móvil, el cual no paraba de sonar, y vi que tenía mensajes tanto de Tom, el director, como de mi jefe. Ambos me preguntaban por la niña desaparecida. Y aun no había encontrado nada.

Suspiré frustrada y me levanté ignorando los mensajes. Bajé al comedor para poder desayunar algo. Ya que siendo sinceros me quedé con hambre en aquella cena.

— Perdone... ¿No tienen salchichas para desayunar? —miré las bandejas de alimento que había sobre la vitrina.

— No, hoy no servimos salchichas, son los viernes —la cocinera, con su rejilla en el pelo, calentaba leche y ponía mermelada en botes pequeñitos para repartirlos por las distintas bandejas.

— Ya me lo imaginaba... —me quejé por lo bajini.

Al final me preparé café y una tostada de mantequilla con miel. Aún sabiendo que la miel me revolvía el estómago.

CASO DE LA DESAPARICIÓN DE TAYLOR: Dos días desaparecida.

° Samuel (Bibliotecario, hombre amable, 27 años, tímido y callado) (¿Amante de Taylor?)
° Se veía con él, al terminar el debate de los libros leídos.
° Samuel no participaba en el club.
° El día de su desaparición le dijo a Erick que no fuera a recogerla (¿Por qué?)

🔪🔪🔪🔪

Puse en mi GPS la dirección de la biblioteca para poder llegar hasta ella lo antes posible. Necesitaba interrogar a Samuel. Además ya habíamos roto el hielo, seguro que ahora se mostraría más abierto y me explicaría algunas cosas importantes para el caso.

Llegué caminando hasta la playa. Ahora se veía de forma diferente. La luz del sol daba en toda ella, iluminandola. Ahora sí se podían ver los detalles de los colores de las plantas y flores que la adornaban.

Observé a un anciano que recogía papeles del suelo, él se dio cuenta de que le miraba y pude darme cuenta de que era mi pareja de baile de la noche anterior. Caminé hacia él sonriendo.

Llevaba unos pantalones cortos, por las rodillas, de color marrón, una camisa de cuadros y unas sandalias.

— ¡Jovencita! ¿Qué te trae por aquí? — me preguntó mientras volvía a agacharse para recoger algunas hojas secas del suelo.

— Quiero ir a ver a Samuel, anoche me lo pasé muy bien —lo ayudé en su trabajo de barrendero. Agarré unas cuantas hojas y las metí en la bolsa de basura que llevaba colgada del brazo.

— ¡Oh, Samuel! — Se le iluminó el rostro — ¡Qué hombre! Hija mía... Te estás llevando a la jollita del pueblo — sonrió — Estoy seguro de que será un buen esposo.

— ¿¡Esposo!? — abrí los ojos como platos y me reí — ¡No! No voy a verle por esos motivos. Más bien es por trabajo —le aclaré.

— ¡Una pena, muchacha! — arrugó su frente y frunció el ceño — Ese joven tiene mucho futuro, se nota que es de buena madera. Y encima está hecho un pincel, si no te lo quedas tú... ¡Se lo van a rifar!

— Bueno, de momento no estoy pensando en el matrimonio —me justifiqué.

— Es de corazón noble, Samuel tiene una chispa especial. Además ya ha dejado huella en el pueblo — el anciano seguía halagándolo, sin importarle lo más mínimo mis comentarios.

 📖 𝐄𝐥 𝐔𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora