Capítulo 26

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El teléfono empezó a sonarme mientras conducía de camino a la casa de Samuel.

“¿Quién más aparte de mí está despierto a las seis y diez de la mañana?”

— ¿Sí? —dije con el manos libres mientras me concentraba en la carretera oscura.

— Ivy... —la voz de Dave sonó por los altavoces.

— ¿Qué quieres? Estoy conduciendo...—no quería que supiera a donde iba, pero parecía que él ya lo sabía.

— ¿Vas a ver a tu novio? —algo en su tono de voz me mostraba desprecio —porque si es así no lo vas a encontrar en su casa.

— ¿Qué?

— Hemos comprobado las cámaras de seguridad del supermercado donde Carla afirmó haber estado la mañana en la que Michael y Anastasia fallecieron —se produjo un pequeño silencio —estaba diciendo la verdad. Ella no mató a nadie y Héctor no encaja con el físico del hombre de las cámaras de seguridad.... ¿Y a qué no sabes qué? —no le contesté, mis ojos se llenaron de lágrimas al entender todo —tu novio si que tenía secretitos eeh... Tienes buen ojo para pillarlos malotes...enamorarte de un asesino...es un milagro el que sigas viva.

Hice una parada, el corazón se me iba a salir por la boca y no estaba en condiciones para seguir circulando.

— ¿Cómo lo sabes? —le pregunté aguantando mis ganas de llorar.

— Ha confesado, vino a comisaría de madrugada. Nos ha mostrado todas las armas de los crímenes, lo hemos analizado y dice la verdad. Mató a Taylor, Simón, Anastasia y Michael... —parecía disfrutar de mi sufrimiento —aunque me da que eso ya lo sabes...

— Y-yo...—respiré hondo y me sequé las lágrimas que caían rápidamente por mis mejillas.

— Has hecho un buen trabajo, pero buscando el amor... No eres muy buena —escuché como se reía.

Directamente colgué el teléfono y me quedé mirando al frente perdida en la profundidad de mis pensamientos.

🔪🔪🔪🔪


La verdad puede estar oculta en los detalles más pequeños”.

Las palabras de mi padre sonaban en mi interior como una melodia que te inspiraba a pensar y a concentrarte.

La última cena que tuve con Samuel, noté como ya no era él mismo. Sentí como si se hubiera despedido de mí sin querer contarme la verdad. Pero... ¿Por qué no me dijo la verdad? ¿Por qué a mi no me mató? ¿Por qué mató a personas que aparentemente apreciaba? ¿Por qué me mintió?

Entré en comisaría y busqué a Dave.

— ¿¡Cómo lo hizo!? —le pregunté ansiosa mientras caminaba frente a él a pasos ligeros.

— ¿Cómo hizo el qué?

— ¿¡Cómo los mató!?

— Las autopsias anteriores ya nos dijeron la causa de la muerte tanto de Taylor como de Simón. Pero a Anastasia y a Michael los mató de forma más cruel — entendió el que le preguntaba por Samuel, así que me agarró del brazo suavemente y me metió en su despacho, cerrando la puerta detrás de mí — llevó un pastel, el cual contenía veneno. Esperó a que le hiciera efecto a Michael y cuando vio los primeros síntomas de envenenamiento, le clavó el puñal a su prometida delante de sus narices... Sabía que Michael no iba a poder reaccionar—lo miré exhausta, intentado asimilar que el mismo chico tranquilo, amable, elegante y romántico el cual se había llevado mi corazón, había sido capaz de matar con tanta sangre fría a aquellas personas —sé que es mucha información y que tienes que pensar en todo ello, por eso he hablado con Igor y dice de darte unos días libres.

— Te lo agradezco, pero tengo que hacer algo antes —sequé mis lágrimas y salí de su despacho.

Quería arreglar todo esto y descubrir el porqué de sus acciones. Me subí en el coche y circulé hasta su casa.

Estaba precintada y había varios agentes en la puerta. La prensa también estaba presente.

“¿Cómo son capaces de enterarse de las novedades segundos después de que salgan a la luz?”

Bajé del coche y me dirigí hacia ellos a pasos seguros y firmes.

— Está prohibido el acceso a la zona —me dijo uno de los policías. No lo había visto nunca, supuse que era nuevo y mandado por Dave.

— Yo también soy poli y llevo este caso desde hace un mes —le enseñé la placa sin detenerme, mientras me asomaba por la puerta de entrada a la casa.

— Ahora este caso lo lleva Dave y nos ha encargado que nadie entre en la propiedad — él seguía insistiendo.

— Será un momento —lo ignoré mientras me agachaba para sobrepasar la cinta policial y entrar en el interior.

Todo estaba tal y como lo habíamos dejado. Excepto que la cama de Otto y él mismo, no estaban, tampoco sus juguetes, ni su comedero.

— ¿Qué ha pasado con el perro? —pregunté observando el salón con el corazón encogido.

— ¿Qué perro? —me preguntó sin entender de lo que hablaba.

— El salchicha negro.

El agente me miraba sin entender nada. Así que entendí que alguien se lo había llevado o Samuel había planeado algo. En la cena estaba muy raro, como si ya hubiera decidido confesar esa misma noche y despedirse de mí.

Caminé hasta el interior de su cuarto, anteriormente no lo había hecho. Pude ver un escritorio lleno de libros clásicos y literatura. Abrí uno de ellos y lo observé, estaba estudiado, con anotaciones y subrayado.

Miré hacia su cama, estaba bien hecha. Su armario lleno de su ropa, la cual olía a él. Mis ojos empezaron a cristalizarse y aparté la mirada. Me sentía engañada, usada y traicionada. Me había mentido y se había hecho el dolido, siempre dispuesto a ayudarme a encontrar al asesino, cuando en realidad ha estado todo el tiempo frente a mí.

Salí de la casa mirando hacia el suelo. Tenía aún muchas preguntas sin respuestas. Pero mis emociones ahora dominaban mi mente, no estaba en condiones de seguir con esto.

Miré la hora, eran casi las ocho de la mañana. El sol ya había salido y la prensa ya empezaba a agobiarme con preguntas. Me metí en el coche ignorando todas ellas y salí de aquel escenario. Busqué el río para poder aparcar cerca de él y estar tranquila.

Las personas no son siempre lo que dicen ser. Y yo como una tonta me encariñé con una persona a la que no conocía realmente.

Salí del coche y miré al río. Agarré una piedra y la lancé mientras daba un fuerte grito.

— ¿Por qué? —me senté de espaldas a un árbol, apoyando mi espalda en su tronco. Las lágrimas caían solas sobre mis mejillas así que escondí mi rostro entre mis rodillas. Lo que hubiera deseado estar cerca de mis padres en esos momentos.

El móvil me vibró, una llamada entrante de Ana apareció en la pantalla. Pero no quise cogerla. Necesitaba un tiempo para mí.

Cuando soy feliz... Algo malo pasa”.

 📖 𝐄𝐥 𝐔𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora