Capítulo 25

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Bajé las escaleras de madera con cuidado, el sonido suave de mis pasos resonaba ligeramente en el espacio silencioso. Al llegar al último escalón, el aire fresco me envolvió, pero no era un frío desagradable, solo la temperatura normal de un lugar que no recibe el sol directamente. El sótano estaba sorprendentemente ordenado, mucho más de lo que me esperaba.

Las paredes estaban pintadas de un blanco limpio, reflejando la luz suave de una lámpara de techo que iluminaba todo con calidez. El suelo de cemento estaba impecable, sin una sola mancha, y las estanterías a lo largo de las paredes estaban llenas, pero todo estaba cuidadosamente organizado. Había cajas etiquetadas con precisión, herramientas dispuestas en orden y algunos electrodomésticos que ya no cabían en la cocina.

A un lado, una mesa de trabajo con algunas pequeñas macetas y herramientas de jardinería ocupaba un rincón, como si Samuel hubiese estado trabajando en ellas recientemente. En otro rincón, una bicicleta bien cuidada descansaba apoyada contra la pared. Todo tenía su lugar, y la sensación de espacio aprovechado pero sin agobio era extrañamente reconfortante.

Había algo tranquilizador en este sótano, en su organización y en cómo todo parecía tener su función clara. No era un lugar de secretos ni de sombras, sino simplemente una extensión práctica de la casa, donde las cosas encontraban su sitio de manera metódica.

Pude observar el congelador que Samuel me había comentado. Me acerqué con cuidado para abrirlo, pero tropecé con algo que había en el suelo.

— Mierda... —me había hecho daño en el pie. Miré hacia abajo y era una cuerda gruesa que cruzaba la sala.

La seguí con la mirada y pude ver algunas cosas más, como por ejemplo... Una bolsa de plastico con algo en su interior, libros estudiados y...

“¿Un bate de béisbol?”

Lo observé sin tocarlo, pero si que le eché una foto.

¿Será el mismo bate que el de las grabaciones de las cámara de seguridad?”

Encima de una reclisa, había algo brillante. Me acerqué y pude ver el trozo de una llave partida. Mi corazón empezó a latir a una velocidad que no era normal. Mis manos temblaban y la cabeza me daba vueltas. Agarré la pieza de llave y me la guardé.

Me aparté a un lado para poder recobrar el aliento.

“Se te está yendo de las manos, me estoy volviendo loca”.

Samuel era un buen hombre, no podría haber sido él el causante de tantas muertes.

Volví a mirar la cuerda.

Diría que es igual a la que encontramos en el cuerpo de Taylor”.

También le eché una foto.

Samuel no participa en el club, pero sí que está presente en todos los debates, se conoce a la perfección los libros. La noche en la que Taylor desapareció, él fue el último que la vio con vida y también limpiaba el jardín de Simón, lo cual explica el que tuviera... —saqué la parte rota de la llave para mirarla— una copia de la llave... Y este bate se parece mucho al de las cámaras de seguridad...”

No. Eran solo pensamientos sin sentido, Samuel no podría ser el causante de tanto dolor....

¿O sí?

🔪🔪🔪🔪

Subí de nuevo hacia la cocina pero esta vez con una bolsa de hielo en las manos.

Sentía como las rodillas me temblaban y mi corazón latía con tanta fuerza que el pecho me dolía.

Observé como Samuel estaba de espaldas, cocinando y preparando la mesa. Había colocado una vela en el centro de esta y música de jazz que le daba al lugar un toque romántico.

— A-aquí tienes el hielo —se lo extendí.

— Gracias —se dio media vuelta para sostenerlo entre sus manos y dedicarme una mirada tierna.

Mi instinto fue apartar la mirada y mirar decidida al suelo.

— Samuel... Estoy pensando en todas esas muertes inocentes. Es una lástima todo lo que han tenido que pasar ¿Verdad? —él me miró preocupado y asintió — yo no podría hacer algo así... —lo miré triste y preocupada — ¿T-Tú sí?

Samuel bajó la mirada, perdiéndose en sus pensamientos. Metió su mano en los bolsillos de su pantalón y sacó un collar.

— A veces la vida nos hace ser algo que no somos —respondió mientras colocaba sobre mi cuello un collar finito y delicado. Había una pequeña figura sobre él. Una tuerca de herramienta. La acaricié y sentí como su respuesta parecía una despedida más que una simple conversación.

Sentí algo dentro de mí, como si en ese preciso instante nos hubiéramos alejado el uno del otro, olvidando lo que estábamos construyendo con cada beso y cena.

Samuel me miró y sonrió. Pero no era una sonrisa de las que me había acostumbrado a ver, más bien era una forzada, que mostraba arrepentimiento y nostalgia. Una sonrisa que guardé en mi memoria siempre.

🔪🔪🔪🔪

No pude dormir en toda la noche pensando en lo que había visto en aquel sótano.

La cena con Samuel fue muy distinta a las que tuve con él anteriormente. Esta vez hablamos muy poco y a veces el silencio nos invadía haciendo que solo nos comunicaramos con la mirada.

Me pasé toda la noche acariciando la tuerca que me había regalado en el collar.

“¿Qué me quieres decir?”

Me levanté para volver a revisar las grabaciones de las cámaras y las fotos de las víctimas en la zona del crimen.

Pausé el video cuando aparecía el hombre encapuchado atacando con el bate a Yamir. Era el mismo que Samuel tenía en el sótano.
Las manos empezaron a temblarme y apreté la mandíbula con rabia.

— ¿Cómo he podido estar tan ciega?

El día en el que conocí a Samuel, venía caminado del bosque, por la misma dirección en la que encontramos a Taylor. Era el único que la vio por última vez y las cámaras de seguridad mostraban o daban a entender que se fue con ella la noche en la que desapareció.

Me levanté de la cama para poder agarrar ambas partes de la llave. La que había encontrado en casa de Simón y la que me había llevado de casa de Samuel.

Encajaban... Eso quería decir que él fue quien mató a Simón y partió las llaves dentro para que nos costara más trabajo entrar.

Pero... ¿Por qué? ¿Por qué mató a tantas personas inocentes? No podía ser él, estaba segura de que tenía que haber algún error.

Eran las seis de la mañana, pero decidí vestirme y salir corriendo de allí para poder encontrarme de nuevo con Samuel y pedirle explicaciones. Si me había estado engañando, necesitaba saberlo.

Necesitaba escuchar la verdad desde la boca de aquel hombre, porque yo me había enamorado de él.

Ahora todas las flechas le indicaban, pero dentro de mí quedaba un rayo de esperanza.

 📖 𝐄𝐥 𝐔𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora