Capítulo 10

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Las narraciones de Simón me parecieron preciosas, encontrar el amor en tiempos de guerra y sobre todo sabiendo que la persona que amas es del bando contrario, les tuvo que doler mucho más. Aún así su amor perduró hasta la muerte. Ojalá todos fueran así.

— El pequeño tentempié que nos ha puesto Simón ha estado bien, pero yo me he quedado con hambre —Samuel caminaba a mi lado mirando al suelo. Habíamos dejado los vehículos bien aparcados para poder dar un paseo, nuevamente por la plaza.

“¿Me estás pidiendo que cene de nuevo contigo?”

— La verdad es que yo también —miré hacia el cielo para ver las estrellas. Había mucha menos contaminación lumínica que en la ciudad.

De nuevo volví a notar la mirada de Samuel sobre mí, pero esta vez no quise mirarle.

— Quédate aquí un momento —me dijo mientras comenzó a caminar entre una pequeña calle hasta desaparecer.

Me quedé quieta sin saber muy bien como reaccionar, así que comencé a dar pequeños pasos de acá para allá mirando las locetas y figuras del suelo.

Hacia brisa, de esa que te ponía los pelos de gallina. Empecé a frotarme los brazos mientras observaba nuevamente el cielo. Cuanto más me fijaba en él, más estrellas veía.

— Perdón por hacerte esperar —Samuel apareció con una caja y una manta de cuadros blanca y roja. Su sonrisa provocó la mía —he pensado que podría traer la cena hasta nosotros —Colocó la manta en el suelo junto a un banco y la caja sobre este.

Al ver que él se sentaba sobre la tela, yo hice lo mismo. Abrió la caja y sacó una vela, la colocó en una esquina y la encendió. Después sacó dos platos y un tapet de comida.

— Esta mañana preparé una salsa de cangrejo y croquetas —abrió el tapet mostrando el alimento elaborado —espero que te guste —se acarició la nuca nervioso —oh... Aunque, se me ha olvidado algo, ahora vengo —volvió a levantarse sin darme opción a que hablar y desapareció por la misma calle que antes.

— Está bien.... —susurré mirando la llama que iluminaba los platos.

Al cabo de unos minutos volvió a aparecer.

— ¡Una cena, no es una buena cena sin un buen vino! —alzó una botella de vino sin abrir y dos copas. Las colocó en el banco y volvió a sentarse frente a mi.

— Muchas gracias —miré todo lo que había elaborado y sonreí de la emoción. Me estaba haciendo sentir especial y eso me gustaba.

🔪🔪🔪🔪

— Desde pequeña soñaba con ser una gran detective, resolviendo casos y salvando la vida de las personas — durante la cena, mantuvimos conversaciones sencillas, compartimos gustos, reímos y ahora hablábamos de cosas más íntimas. Ambos tumbados en la manta observando el firmamento mientras compartíamos anécdotas —incluso me creía Sherlock Holmes, leía todos los libros sobre él y me inventaba casos para que yo misma los pudiera resolver.

— Menuda imaginación debiste tener —Samuel apoyaba su cabeza en uno de sus brazos mirando hacia el cielo —¿Qué decían tus padres?

— Ellos eran los primeros que se ponían a jugar conmigo. Solo cuando vieron que me apuntaba a la academia de policía... Vi miedo en sus ojos —reí leve.

— Tendrían miedo de perder a su hija o de que te pasara algo —giró su cabeza para mirarme, yo hice igual.

— Tal vez... Les echo de menos —suspiré. Hacia mucho tiempo que no los veía. Tan solo hablábamos por teléfono o por videollamada. Pero ya me faltaba el contacto físico —¿Tú echas de menos a tus padres?

 📖 𝐄𝐥 𝐔𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 📖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora