Capítulo 39

78 14 1
                                    

    Lena

    Estacioné mi Bentley en el jardín de la casa para ayudar a Kara a bajar de éste. Su hijo dormía en sus brazos y me imaginaba que ella también estaba física y mentalmente agotada. Tanto Marina como Alexander y Lionel la recibieron. El último mencionado mandó a acondicionar un cuarto para que la rubia descansara. Ambos hombres acompañaron a la mujer dentro de la casa ofreciéndole un té para calmar sus nervios. Marina se quedó conmigo en la entrada.

    —Fue Brainiac, ¿cierto? —preguntó mi amiga, a lo que asentí—. ¿Qué fue lo que pasó?

    Me encogí de hombros.

    —Permíteme —saqué mi celular y marqué el número ya conocido—. Hola, cariño.

    —Hola, cielo. ¿Estás bien? ¿Por qué llamas tan tarde?

    Se escuchó al otro lado de la línea. Coloqué el altavoz.

    —Sí, estoy bien, no te preocupes. Hablaba para pedirte un favor, Brainiac golpeó a Kara.

    —¿De verdad? Bueno, Lena, sabes los protocolos, tiene que ir a la delegación y denunciarlo.

    —Ella irá a levantar la denuncia pero en estos momentos está muerta de nervios. Y no quiere que él escape. Dijo que está en su casa. ¿Puedes mandar a algunos oficiales?

    —Claro. Mandaré a una patrulla para que lo detengan.

    —Perfecto, cariño. Gracias.

    —Chao, cielo. Buenas noches.

    Diana colgó la llamada. Marina frunció el ceño.

    —Por un momento pensé que irías personalmente a vengarte.

    —Planeé hacerlo —apreté mi teléfono fuertemente—. Te juro que por un momento pensé en dejar a Kara ahí donde la encontré e ir a su casa y matarlo a golpes —afirmé—. Pero tenerlo encerrado en una celda me servirá más, así podremos seguir investigando todo lo relacionado a Caroline, nadie me quita de la cabeza que él estuvo involucrado. Y después de lo que le hizo a Kara mucho más.

    —Hablando de ella, ¿no crees que debes entrar? ¿Ver cómo está? No conoce a Alexander, y a tu padre ella no le agradaba mucho.

    —No dormiré aquí si es lo que insinuas.

    —Lena, ¿por qué eres tan terca? Ibas rumbo a su casa para arreglar las cosas con ella, ésta es la oportunidad.

    Suspiré de manera pesada.

    —Te odio —dije, subiendo el último escalón de la entrada para dirigirme hacia dentro de la casa—. Kara se encontraba en uno de los sofás de la sala, su hijo estaba dormido en sus piernas—. ¿No te han llevado a la habitación?

    No disimulé el evidente disgusto en mi voz.

—Aun estoy tratando de asimilar lo que pasó —Kara no alzó la mirada, pues ésta seguía sobre su hijo. La voz se le quebró, añadiendo con preocupación—: Odié ver su carita asustada, pero su llanto fue mi impulso para poder salir de allí. Es mi deber protegerlo

    La rubia acariciaba el rostro del niño, dejando ir las lágrimas.

    —Lamento que hayas pasado por éso, y que él lo viera, pero sabes que no es tu culpa —me senté a su lado—. Mande a detenerlo —cerré mis ojos esperando algún regaño de su parte—. ¿No me dirás nada?

    Ella negó con la cabeza. Y para mí grandísima sorpresa y pánico, Kara reposó su cabeza en mi hombro. Parpadeé un par de veces, y de soslayo le miré.

    —¿Qué quieres que te diga? —suspiró, girando un poco el rostro para verme. También le miré, y para ése punto, nuestros rostros estaban muy cerca—. Lamento todo lo que Brainiac te hizo. Y lamento aún más el que yo no me haya dado cuenta hasta ahora —cerró los ojos, acomodó su cabeza todavía en mi hombro, y dijo—: Lo único que le agradezco es tener a Luke conmigo.

    —No lo sé, acabo de meter preso a tu esposo —suspiré al sentirla tan cerca—. Te creo Kara, y no tienes nada de qué disculparte —sentí el aroma de su cabello inundar mis fosas nasales, tragué seco, no sabía exactamente qué hacer en aquel punto—. Eh... Yo creo que es mejor que vayan a dormir.

    —Señorita Luthor, la habitación de la señorita Danvers está lista.

    —Gracias, puedes retirarte a descansar —esperé a que la mujer se marchara—. Kara, ya está tu habita...ción.

    Me di cuenta de que la rubia se había quedado dormida en mi hombro. Sin duda tenía aún la manía de dormir como un oso invernando. Te descuidas y ya estaba en brazos de morfeo, rodeé los ojos.

    Traté de quitarme del sofá para ver si ella despertaba, pero no había funcionado, cuando la rubia se dedicaba a dormir era imposible despertarla. Kara tenía la cabeza recostada al brazo del sofá y su hijo dormía en su pecho. No podía creer que él tampoco despertara al movimiento que hice. Pude notar ciertas facciones similares en ambos, pero sin duda Luke era la viva imagen de su padre.

    Rasqué mi nuca pensando seriamente en dejarlos acostados en aquel lugar e irme a dormir. Pero si con lo torpe que recordaba a Kara, de seguro amanecían en el piso.

    —¿Problemas en el paraíso, hermanita? —un divertido Alexander me veía desde la entrada de la sala, rodeé los ojos—. ¿Necesitas ayuda? Puedo ayudarte cargando a Kara.

    Lo  sepulté con la mirada al escucharlo.

    —Si quieres ayudarme, hazlo con el niño, sabes que no soy buena con ellos.

    —Sí, claro, haré de cuenta que es por éso, y no por celos de que toque a Kara —lo volví a fulminar con la mirada—. Ésta bien, ésta bien —tomó al niño en brazos y caminó con él. Como pude traté de sostener a Kara entre mis brazos. Realmente era más pesada de lo que recordaba. Mis ojos detallaron su rostro cuando logré sostenerla—. Prefería tu cabello castaño —murmuré más para mí misma.

    Caminé con ella despacio escaleras arriba para no dejarla caer, aunque sentía que mis brazos no resistirían más.

    Subiendo las escaleras, tropecé un poco cuando Kara se tambaleó.

    —¡Puta madre, Danvers! —exclamé, ahogando el grito porque tampoco querría despertarla, pero tampoco quería caerme por su culpa.

    —Mmm... —le escuché murmurar—. No digas groserías delante del niño.

    Fruncí el ceño cuando uno de sus dedos fue llevado a mis labios y restregado allí sin cuidado. Eché la cabeza hacia atrás, pero no tanto porque sabía que ambas podíamos rodar por las escaleras. Finalmente coloqué con cuidado a la rubia en la cama, automáticamente Luke buscó su calor y ella lo cobijó con su brazo dándole protección.

    —Ven, vamos a descansar. Mañana los ves —djjo Alexander animándome.

    Aquello me hizo volver a la realidad, no me quedaría en la mansión para verlos despertar. No eran mi familia.

    —No. Yo debo volver a mi apartamento. Me veré con Diana a primera hora, dile a Marina que la veré mañana.

    Salí de la habitación y sin esperar respuesta de Alexander, bajé las escaleras saliendo de la casa, llegando hasta mi auto.

Hoja En Blanco (Supercorp AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora