Capítulo 41

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    Lena

    Kara trataba de sostenerse al escritorio mientras que mi lengua exploraba su intimidad, la mujer me veía, mientras trataba de hundir más mi rostro en su sexo. La observaba estremecerse de placer, sus gemidos resonaban por toda la oficina. Delicadamente pasaba mi lengua de arriba abajo, sin hacer tanta presión, quería que sintiera la suavidad. Con la punta de mi lengua le daba pequeñas penetraciones para luego lamerla, estaba disfrutando mucho del sabor que desplegaba del sexo de la rubia.

    Me separé un poco de su intimidad llevando mi pulgar derecho a mi boca, chupé éste, todo bajo la atenta mirada de ella. Quién sólo se mordía los labios al verme. Mientras volvia a mi trabajo de estimular su clitoris con mi lengua, introduje mi pulgar dentro de ella. La escuché gemir. Mi lengua lamía su sexo mientras que mi pulgar entraba en ella una y otra vez. Sentí sus paredes contraerse, ésa era mi señal. Llevó sus manos a mi cabeza, sabía que necesitaba más presión y yo necesitaba que acabara en mi boca. Saqué mi dedo de dentro de ella, la tomé fuertemente de sus muslos mientras chupaba y lamía su cavidad. La ví arquearse y luego de segundos sentí el aumento de fluidos en mi boca. Sonreí al verla exhausta.

    —¿Tan rápido te agotaste, Danvers?

    Me puse de pie para estar a su altura.

    —Digamos que la posición en la que estoy no es muy comoda.

    —Ven aquí.

    La tomé entre mis brazos, ella enredo sus piernas en mi cintura, recargando su cabeza en mi hombro. Caminé con ella hasta el sofá. La escuché ahogar un gemido mientras caminaba, sabía lo que pasaba, su sexo expuesto rozaba mi abdomen desnudo. La dejé en el sofá y ella me miró fijamente a los ojos. No pude decifrar el sentimiento que causó en mí. Tomando mi rostro entre sus manos, me besó delicadamente. Los recuerdos de ella siendo mía por primera vez inundaron mi mente. Quité con cuidado lo que restaba del vestido. Me alejé de su boca y con mi mirada pedí permiso para quitar su sostén lo cual me parecía algo absurdo después de lo que acaba de suceder minutos atrás. Ella asintió y mordí mi labio inferior al ver sus senos desnudos. Estaban más grandes de lo que recordaba. Ser madre había tenido sus ventajas en Kara. Volví a besar sus labios para luego bajar por su cuello, ella movió su cabeza hacía atrás para darme mayor acceso a éste. Mordí delicadamente el lóbulo de su oreja provocando salir un gemido de sus labios. <<Lena>> susurró con voz entrecortada. Recostándola en el sofá continué con mi camino de besos. Bajando por su clavícula hasta el valle de sus senos. Llevando uno de éstos a mi boca mientras que con una de mis manos le daba la atención necesitada al otro. Sus gemidos aumentaron, su espalda se arqueaba mientras mi lengua jugueteaba con su pezón erecto.

    —¡Dios, Lena!

    Escucharla mencionar mi nombre sólo aumentaba el placer que sentía. Y mis ganas de volver hacerla mía. Me puse de pie para dejar caer mi falda. Quedando completamente en lencería frente a ella. Sus ojos me escanearon de arriba abajo. Lo mismo hice yo y escaneé su cuerpo completamente desnudo en aquel sofá de mi oficina. Volví a recostarme sobre ella. Chupaba sus senos nuevamente, mi mano descendía por su abdomen desnudo hasta llegar a su intimidad. Con mis dedos comencé a rozar por encima la zona. Escuchaba a Kara gemir y su cuerpo retorserse de placer. << ¡Por Dios, hazlo!>> Después de escucharla pedirme lo que deseaba, introduje dos de mis dedos en ella. Kara se aferró a mi espalda. Entraba y salía con lentitud mientras que la rubia me pedía más. Aumenté el ritmo. Yo estaba completamente mojada por el simple hecho de escucharla gemir mi nombre, su placer era mi placer. Pero mi sexo necesitaba atención. Comencé a rozarme en uno de sus muslos, mientras ella disfrutaba de mis dedos. <<Lena, me voy a correr>>. Aquello hizo que mis movimientos fueran más rápidos al igual que mi roce, quería que ambas llegáramos al mismo tiempo.

     —Correte, Kara. Correte para mí —susurré en su oído.

     —¡Lena...!

     La sentí venirse con fuerza, y a los pocos segundos, también lo hice. Caí sobre su cuerpo, dándole un beso lánguido. Kara entonces comenzó a buscar fricción y yo sonreí al darme cuenta de lo que quería. Me separé un poco y dije—: Parece que alguien quiere más.

     —Han sido muchos años acumulados —dijo, yo le di una mirada pícara y ella sonrió. Colocó su mano sobre mi mejilla, acariciándola suavemente—. Quizás no es el momento y no quiero romper la burbuja, pero... Realmente lamento muchísimo lo que pasó. Nunca quise lastimarte.

      Intenté alejarme, pues la conversación me incomodó al instante. Sin embargo, Kara fue rápida y me retuvo.

      —Kara, creo que...

      —No me digas que fue un error —su tono fue entre súplica y dolor—. Porque para mí no lo es. Has querido ésto tanto como yo. Así que no te atrevas a huir de nuevo.

     Fruncí el ceño, quejándome de su comentario.

     —Yo no huyo.

     —¡Ay, por favor! —exclamó ella, rodando los ojos. Sus piernas se enroscaron sobre mi cintura, haciendo un tanto esforzoso que lograse escapar. Gruñí y por el simple hecho de que se callara, moví mi cuerpo contra su sexo, provocando en la rubia un estremecimiento. Sonreí victoriosa cuando cerró los ojos, dejando ir un gemido—: Si querías que me callara... Lo lograste, Luthor.

      —Hablas mucho.

     Kara rió. Y sin decir nada más, volvió a besarme. Pasamos el resto de la mañana y tarde teniendo sexo. Compensando los años perdidos. Mi celular sonó aún con mis ojos cerrados e intenté buscarlo en la mesita que estaba al lado del sofá. Mi cuerpo dolía. Frote mis ojos y al abrirlos me encontré con el rostro tranquilo de Kara, ésta dormía profundamente sobre mí. Definitivamente era incómodo tener sexo en un sofá. Como pude tomé mi celular, tenía miles de llamadas perdidas de Marina, y de Diana. Así como mensajes de ambas. Era las seis de la tarde. Escribí un mensaje sin dar muchos detalles a mi amiga, pidiéndole que me trajera ropa. Y un atuendo extra de la talla de ella para Kara. También busqué en la página de pedidos algo para comer. Kara despertaría pronto y si aún era la antigua chica que conocí. Lo primero que haría sería pedirme comida.

      Después de unos minutos escuché como tocaban la puerta de mi oficina, como pude traté de salir debajo de Kara. Busqué mí ropa en el suelo poniéndomela, con el vestido dañado abrigué a la rubia. Con mis manos sostuve mi camisa, la cual Kara había dañado, traté de arreglarme un poco y abrí la puerta. Tragué seco cuando me encontré con la persona que menos esperaba frente a mí. Ella me escaneó de pies a cabeza, y apartando su mirada de mí habló.

      —Lamento interrumpir. Llevó toda la tarde marcándote. Dejé mi portafolios y si vine a buscarlo es porque en él tengo un caso muy importante —la frialdad en su voz me hizo sentir culpable—. Ésta bien, entraré a buscarlo —dijo al ver que no obtenía respuesta. Llevé mis dedos al puente de mi nariz, mi corazón estaba acelerado, no pude deterla. Entró directamente a recoger su portafolios negro el cual había terminado tirado al piso. Ella rió con ironía—. Esperé todo, menos que destruirían la oficina de ésta forma.

      Y sin verme, salió de la oficina. Me quedé ahí paralizada. Escuché cómo azotó la puerta y sólo cerré mis ojos al sonido.

Hoja En Blanco (Supercorp AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora