Epílogo

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        6 Meses Después...

        Metropolitan Correctional Center, New York.

        Un hombre se encontraba sentado en una vieja silla de ruedas mientras observaba la pared de su celda. Su vista se mantenía perdida en un punto fijo. Su vello facial más grande de lo que solía usarlo, al igual que su cabello. Ahora éste castaño. Desde hacía seis meses atrás había decidido cambiar su color de pelo. El hombre pensaba en que quizás, si hubiera la posibilidad, regresaría en el tiempo y cambiaría solo una cosa: matar a Lena Luthor, volver a su adolescencia al día que él y la mujer habían ido a practicar senderismo, las muchas oportunidades que se le presentaron para poder acabar con su vida. Pero nunca tuvo el valor suficiente.

        —Siempre fuiste un cobarde —la voz de su padre resonaba en su cabeza—. Ahora eres mucho más inútil que antes. Ésa mujer te dejó postrado en ésa silla porque jamás tuviste la fuerza necesaria para deshacerte de ella.

        Brainiac llevó las manos a sus oídos tratando de callar aquellas voces, pero desde hacía seis meses que no lo lograba. Su mirada descendió a sus piernas amputadas. Sus manos se apuñaron con enojo al ver su estado, Lena Luthor era la única causante de aquello. Los disparos de la mujer le habían dado en cada rótula, destrozando para siempre sus piernas. Los médicos le habían informado que debido al trauma, le sería imposible el estiramiento de las rodillas y caminar. Los tendones estaban inservibles, por lo que la amputación fue lo más viable.

        Elevó la mirada, viendo más allá donde se ubicaba el pequeño camastro en el que dormía, ésta vez se encontró con una Caroline sonriente sentada sobre el fino colchón. No era la primera vez que le veía, en otras ocasiones también se había hecho presente. La mujer acariciaba con devoción su vientre que mayormente estaba abultado. En automático hizo rodar la silla de ruedas por el pequeño espacio mucho más cerca de ella. Estiró su mano hasta acariciar el gran bulto de ésta.

        —Lena te ganó.

       El susurró de la rubia era suave, Pero cargado de un peso infernal. Al escuchar aquellas palabras el hombre enfureció y tomando del cuello a la mujer, habló.

       —Ella no me ganó —apretó el agarre—. Yo gané, sea como sea. Mi consuelo es saber que tampoco se quedó con Kara.

       —¡Vaya, vaya!

       Brainiac giró el rostro para darse cuenta de que dos hombres ya conocidos para él ingresaban a su celda.

       —Miren a quién encontramos nuevamente hablando solo.

       Fue entonces que Brainiac se dió cuenta que en sus manos no había nada, ni nadie. Su mente le estaba jugando sucio de nuevo.

        —¡¿Que demonios quieren?!

        Giró la silla para encararlos.

         —Tranquilo. Sólo veníamos a conversar amablemente contigo —el de mayor estatura se fue acercando hasta Brainiac para colocarse detrás. Éste seguía con sus manos aferradas a la silla—. Estábamos pensando —se posicionó a espaldas del hombre tomando los manubrios—. Nosotros seremos llevados a la silla eléctrica en unos días —Brainiac tenía su mirada fija en el otro hombre más bajo que estaba frente a él—. Por la muerte de Caroline. ¿Recuerdas? Pediste que abusáramos de ella y que la asesináramos, somos culpables. Pero tú eres el autor intelectual, no lo hiciste de manera directa pero lo planeaste y nos pagaste para llevarlo a cabo.

        —Y no nos iremos de éste mundo sin asegurarnos de que te vayas antes que nosotros —el a detrás suyo se le acercó al oído—. Nos vemos en el infierno.

Hoja En Blanco (Supercorp AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora