Capítulo 45

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     Lena

     Un mes ya. Tiempo en el que para mí había sido todo un tornellino de emociones. Me sentia completamente confundida. Una parte de mí quería correr a los brazos de Kara y comerla a besos, pero la otra se frenaba en seco cada vez que la rubia estaba cerca. Las últimas palabras que había cruzado con Brainiac resonaban en mi cabeza: <<Prefiero verlos muertos, antes que contigo>>. Conociéndolo era capaz de cualquier cosa. Por otro lado estaba el tema del divorcio y el pequeño detalle de su hijo. Luke y yo no nos llevabamos para nada bien. Él era la viva imagen de su padre, y aunque el pequeño no tenía culpa alguna de aquello, verlo era como ver a Brainiac. Luke era la principal razón por la que mi distancia con Kara había vuelto hacer evidente.

     Cuando su madre no nos observaba ambos nos hacíamos muecas feas, él solía enseñarme su pequeña lengua aún estando Kara presente. Yo disimulaba y a espaldas de la rubia solía burlarme del rubio. Así como me burlaba cuando no pronunciaba bien una palabra. Mi papá lo adoraba, no tanto como a Lilian, pero sí lo hacía. Ésta última había desarrollado unos celos increíbles por el pequeño niño. Algo de lo que siempre presumía mi sobrina era de mi atención a ella. Algo que a Luke no le importaba. Ése pequeño rubio nos tenía ahí a dos ojiverdes causandole pequeñas bromas. Recordaba como entre la pequeña y yo habíamos hecho que él se manchara las manos con un marcador mágico, el cual solo se veía con el pasar de los minutos. Luke había rayado todo su rostro viendo que aquel marcador no rayaba, para luego lanzarse al piso provocando un berrinche. Para cuándo Kara llegó, el rostro del pequeño estaba manchado de color negro. Lilian y yo evitamos no reírnos. Como siempre, Marina nos descubrió. Según ella estaba maleducando a su hija. Pero por más bromas que tuviesemos tanto él como yo, teníamos claro que ni uno ni el otro, significaría algo en su vida. Para él yo sería la intrusa que lo alejó de su padre. Y para mí, él no sería más que solo el hijo de Kara.

      A pesar de la corta edad del pequeño éste era muy inteligente. En unos días cumpliría cuatro años por lo tanto los había invitado a la mansión, queríamos descubrir los gustos del pequeño, ya que Lionel quería organizarle una fiesta con juegos inflables. Me mantuve al margen de ellos.

     El día había pasado de lo más común y justo salía de la casa silenciosamente cuando Alexander me detuvo. Definitivamente debía arrancarle la lengua a mi querido hermano.

      Después del berrinche y drama que Kara me había armado, dejé que se secaran y se tranquilizara todo para ir a buscarla. ¿Que se suponía que debía decirle? Tal vez la verdad, ¿no? Vamos Lena, no seas cobarde por una vez. Ya deja de huir.

      Kara me miró. Se puso en pie y no se acercó a mí. Su postura era rígida y supe que no sería sencillo hablar sin que se corportara de forma infantil.

      —¿De qué quieres hablar? —inquirió, cruzada de brazos—. Ya bastante me has dejado en claro con tu actitud, que me quieres lejos de ti. Han pasado diez años, y aún así siento cosas muy fuertes por ti, Lena. Lo sabes, pero parece que te es mejor huír que afrontar y decirme las cosas de frente.

      Rodeé los ojos al escucharla decir aquello.

      —En primer lugar, no estaría aquí si quisiera huír. ¿Crees que si así lo quisiese no me hubiese ido ya? —alcé una ceja imitando su acción al cruzarme de brazos—. Segundo, sé que han pasado diez años pero deberías comprenderme. Eres una mujer casada y con un hijo Kara, es difícil para mí amarte libremente cuando tengo que estar lidiando con el imbécil de tu marido.

      —Y con su mini versión. Así lo llamaste —contraatacó al momento—. Entonces, ¿qué? ¿Tengo que seguir aguantando tus desplantes porque sí? —respiré hondo, porque ya comenzaba a sentir las orejas calientes y no era precisamente algo bueno—. Hablas de amarme libremente cuando sabes perfectamente que estoy en trámites de divorcio. Y sí, tengo un hijo, ¿es ése tu problema?

Hoja En Blanco (Supercorp AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora