Al llegar al centro de psicología, Alaska gimió por la frustración de volver a ese sitio otra vez. Su madre, quién había notado la rabieta que hizo su hija, se bajó del auto para abrirle la puerta a ella.
"No quiero bajar, dijiste que no volveríamos" Comentó Alaska molesta por la falsa promesa que le había hecho la mujer.
"No me hagas usar la fuerza, Alaska" Dice la mujer con un tono amenazante, haciendo que Alaska se levantara del asiento y comenzara a caminar junto a ella hacia el centro psicológico, molesta y maldiciendo.