Él tomó entre sus brazos el cuerpo dormido que yacía en el sofá. Alaska no pesaba absolutamente nada, y sus huesos sobresalían. Calum suspiró llevándola a la única habitación que había en aquel pequeño apartamento dónde el moreno residía desde hace bastante tiempo.
Alaska se espantó en cuanto escucho el gemido de dolor de él por haber chocado con una de las puertas de madera. Calum sonrió forzadamente mientras observaba como poco a poco sus ojos se volvían a cerrar.
Calum retomó su camino de nuevo y la llevó a la habitación para que durmiese tranquilamente por el resto de la fría noche. Ella aferró sus brazos en el torso de él, incitando a que el moreno la acompañara, para dormir mejor.
"Buenas noches, mi dulce Alaska" Dijo besando su frente para así ambos quedar dormidos.