Su madre estaba mordiendo sus uñas desesperadamente y su padre estaba bastante relajado con respecto a la situación. Alaska tenía horas en la sala de emergencias y nada había dicho nada sobre su estado de salud.
"¿Cómo puedes estar tranquilo cuando tú hija está metida allá dentro?" Preguntó la señora con un tono muy molesto.
"Ella misma lo dijo" Recordó. "Dijo que de todas maneras moriría."
"¿Podrías callarte? Maldita sea."
En ese momento sale el doctor con una cara de preocupación bastante notoria. La señora literalmente corrió hasta él e insistió a que hablase.
"Las cosas van de mal en peor y su hija no va a soportar por mucho tiempo" Susurró. "Solo aprovechen el tiempo que le queda y háganla muy feliz. Lo siento."