Calum acomodó su cuerpo en la silla de madera, mientras comía las cutículas de sus uñas medio largas. Alaska lo citó para conversar con él, después de casi un mes sin cruzar palabra alguna.
Él estaba emocionado e intranquilo por volver a observar en persona, el hermoso rostro de su princesa. Se escuchó el suave sonido de una campanilla, indicando que alguien entró al local, y esa era Alaska.
La sonrisa de ambos comenzó a formarse lentamente en sus rostros. Los dos se abrazaron fuertemente, como si no se han visto desde hace años, y solo había sido un mes completo: sin llamadas, ni mensajes, y mucho menos visitas.
"Creo que tú madre tomó la mejor decisión de su vida" Sonrió sin soltarla.
"Eso también lo creo."