Al entrar a la habitación donde estaba su hija, Alaska forzó una sonrisa. Estaba incómoda. Su madre sonrió mientras sollozaba en silencio y su padre estaba muy tranquilo acariciando la espalda de su esposa.
"Que bueno que estás bien" Dijo la mujer. "Me alegra que no te haya ocurrido nada más" Afirmó secando sus lágrimas. Alaska frunció el ceño y no respondió.
"Ew" Masculló la chica con una mueca de disgusto. "¿Cuándo saldré de aquí?"
"Dentro de poco y cuando salgas del hospital iremos de compras, ¿Te parece?"
"Uh, sí, claro."
Y Alaska quería saber que estaba pasando.