En todo el día Alaska estuvo hablando sobre lo maravilloso que era Calum, que los síntomas de su enfermedad no estuvieron presentes en unas horas hasta que llegó la madrugada.
Estaba bastante mareada y los sudores nocturnos estaban volviendo. Las cosas estaban yendo de lo peor y a lo mejor moriría esa misma noche, eso la estaba carcomiendo por dentro. Entonces, para ponerle fin al asunto, trató de bajar las escaleras como fuese posible y terminó tirada en el suelo. Sus huesos dolían y estaba demasiado mareada como para mantener el equilibrio.
Y tal vez éste era el fin de su triste vida. Alaska cerró los ojos lentamente.