10.- Perdidos

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Hola :D

Primero que nada debo contarles algo, no soy una Maga que escribe capítulos interesantes,  largos, editados y los publica todos los días xD mi secreto era que ya los tenía adelantados.

Ahora que se me acabaron las reservas, subiré un día si y un día no :D Este es el primero, por eso no subí ayer

Por cierto, me gusto mucho este capítulo. Díganme que les parece a ustedes n.n

Les deso un hermoso día♡

Muy bello, muy bello n.n

~No olviden votar~

Nos vemos pronto :D
Un abrazo,

Mariely♥

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―¡Eres terca! Te dije que era peligroso que salieras ―reclamó Hendrick de nuevo.

Estaba justo frente a Ximena, su rostro en la oscuridad daba un aspecto de seriedad y misterio.

―No sé qué pasó te lo juro, yo no quise salir ¡no sé cómo llegué aquí! ―repetía Ximena tan frustrada como asustada. Dio unos pasos para estar más cerca de Hendrick y bufó exasperada.

―Vale ―dijo él también frustrado. Dejó escapar el aire por la boca y pasó ambas manos por su cabello―, solo vamos adentro ―finalizó y cojeó en dirección a la casa.

El aire afuera estaba frío y le congeló la piel a Ximena, pero ella tenía demasiado miedo como para preocuparse por eso. No tenía idea de porque estaba afuera, sin embargo cuando llegaron a la casa comprobó de nuevo que eso no sería lo único raro que pasaría esa noche.

Irene abrió la puerta desde adentro justo en el momento en que Hendrick se disponía a hacerlo. La pelirroja lucía desconcertada y alterada.

―¿Está Cielo con ustedes? —preguntó a la par.

Hendrick se desconcertó unos segundos y su silencio respondió, cuando Ximena lo alcanzó ya se percibía la preocupación en el ambiente. Observó a ambos hermanos y dejó caer los hombros.

―Estaba conmigo un momento y después se fue ―narró Irene, respiraba de forma rápida y no dejaba de ver los árboles de afuera, buscando algo ―. ¡Concha tu madre, no está aquí en la casa!

―¿Éstas segura? Tal vez... —sugería Hendrick.

―¡No está! ―lo interrumpió Irene― y es una fresa no sabe andar en el bosque. ¡Cómo fue tan estúpida!

Hendrick se mantuvo callado, no cabía en su asombro y se cubrió de preguntas. Sin embargo, Ximena ya tenía planteada su teoría.

―Irene, te juro que yo no sé cómo llegué acá afuera, estoy segura que a Cielo le pasó lo mismo ―relató―, yo un momento estaba con ustedes y al siguiente en el bosque. Vamos a buscarla.

No es que creyeran las palabras de Ximena, eso no tenía sentido incluso para Depstor. Pese a esto no tenían tiempo que perder así que le tomaron la palabra, Irene no se molestó en pedirle a su hermano que se quedara, sabía que no lo haría. Los tres se pusieron en marcha.

Caminaron por el bosque, pero ésta vez no fue tan fácil encontrar a Cielo como le fue a Hendrick encontrar a Ximena. Entre más se adentraban a la arboleda, más oscuro se tornaba el ambiente y más incrementaba lo tenebroso de la situación.

Se escuchaba el cantar de los grillos, el ulular de los búhos y unos cuantos zumbidos de insectos. Sonido del bosque que suavizaban las circunstancias.

Necesito irmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora