15. Cálida caminata.

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Hola hermosos lectores♡

Aquí está el siguiente capítulo n.n Espero que le guste y les tengo una pregunta al final :D ~Si por ahí encuentran algo que los sorprendan lo comentan~

Este capítulo está dedicado con mucho amor y abrazos para AlexxMartienes25♡ Gracias por todo!

Disfruten el capítulo y solo pongan la canción una vez, sólo una okay? Okay :3

Bonita noche♡

Les manda un abrazo,

Mariely♡

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A Ximena le costó un gran trabajo elegir entre todas sus cosas; qué se llevaría y que no. Por decisión unánime, caminarían el tiempo restante que les quedara del día con una sola maleta por cada uno, lo que estaba bien para todos menos para Ximena que tenía demasiadas cosas. Al final, optó por sacar sus pertenencias y hacer una nueva maleta con lo más fundamental.

Cerró con llave todas las puertas de su carro y se despidió de él en silencio. Irene sacó su celular y llamó al señor de la tienda en la que Ximena conoció a Damián, que para su sorpresa resultó ser el padre del chico. Él se encargaría de llevar el auto de Ximena de regreso mientras los chicos seguían su camino, los habitantes de Depstor se tomaban muy en serio sus leyendas y no les permitían regresar hasta concluir la misión.

―No sabía que tenías celular ―comentó Ximena una vez que Irene concluyó su llamada.

―Equis, esta wea sólo me sirve para cosas así ―respondió la pelirroja dispuesta a apagar el celular de nuevo pero justo en ese momento; una melodía anunció una nueva llamada entrante. Irene respondió y colocó el aparato reiteradamente en el oído―, ¿Qué quieres culiao?

Los chicos tomaron sus mochilas y maletas, Ximena podía arrastrar la suya pero los demás se las colgaron en los hombros. Cielo tomó la comida para cenar en el camino pues el tiempo era escaso y querían evitar el mayor tiempo de caminata nocturna.

Una vez que estuvieron listos, se acercaron a Irene para esperar a que terminara su llamada.

―Tal vez wey ―decía Irene al teléfono―, hasta luego ―finalizó la llamada, alejó el celular de sí y tomó su maleta―. ¡Vámonos!

―¡Vamos, chicos! ―la apoyó Cielo con energía―, que la carrera casi está sola y será divertido.

―Bueno, pues hay que irnos antes de que anochezca ―sugirió Damián.

―Vale ―acotó Hendrick con el koala recién vendado entre sus brazos.

―Te ves tan tierno ―se burló Ximena con tono minado, avanzo al pavimento y emprendió la marcha.

Hendrick puso los ojos en blanco y la siguió sin vacilar. Iniciando todos de esta manera, una cálida camita por la carretera.

Los temerosos rayos de sol se ocultaban entre las nubes a sus espaldas, hacía el oeste, hacía Depstor. Mientras marchaban con cierto nerviosismo rumbo al este, rumbo a un nuevo amanecer.

Se percibía una enorme calma, solo pasaron dos carros y después soledad absoluta. Por lo mismo, decidieron caminar sobre la carretera con Ximena en medio, quién mantenía el equilibrio sobre la línea blanca que la dividía.

El koala dormía en los brazos de Hendrick con gran tranquilidad, su respiración era suave y pausada. Al chico le sentaba bien tenerlo con él, pero Irene pronto reclamó su derecho a cargarlo así que Hendrick le concedió el gusto.

Necesito irmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora