25. luz de luna y estrellas.

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Hola hermosas /os :3

¿Qué tal su viernes?

Este capito es muy especial :')

Y se lo dedico a un persona que lo es todavía más, Frida, su usuario: HopeDoesntExist.

Por cierto; Aru_cipriano lamentóo la tardanza :c estaba pasando un mal momento, ya sabes la cabeza se llena de cosas.

Por cierto, ¡cumplo años! :')

Bonita tarde,

Abrazos,

Mariely

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Capitulo 25.

Luz de luna.

―¡Ximena! ―gritó Damián― ¡Ximena, responde!

―Hey, Damián ―lo llamó Irene―. Calma weon, seguramente ya está en otra maldita cuidad. Es lo que hace, huye. Siempre huye.

―Irene por favor, cierra la boca. ¿No entiendes? ¿Qué cojones significa ese video? ―se exasperó Damián. Se agarró la nuca con las manos y le dio la cara al cielo.

―Cállate tu cabrón, ¿qué no te quedó claro? Es una puta. Hasta se acostó contigo ―bramó la pelirroja con las manos hechas puños―, y eso que apenas te conocía.

Damián dio una sacudida y giró el cuello bruscamente. Un instante después le daba la espalda a la playa y miraba con ira contenida a Irene.

―Mira, Irene. Compórtate como la dama que se supone que eres; no se habla mal a las espaldas de nadie, menos de los amigos ―puntualizó, molesto―. Todos nos equivocamos y si la primera le vamos a dar la espalda, ¿qué clase de amigos somos?

―¡No la defiendas! ―chilló la chica, en sus ojos hubo un destello rojo. Sintió una curiosa fuerza surgir desde su interior y estallar en como dinamita por todo su cuerpo― ¡Tú la viste! ¡Se la estaba mamando a dos pendejos! ¿Por qué no te molesta? ¡No nos dijo ni mierda sobre ella! ¿Qué sabes tú de ella además de su nombre?

La fría brisa los acarició y removió el cabello de Irene.

―Qué le gustan los colores cálidos y la lluvia ―respondió Damián con serenidad. Experimentó algo extraño en su pecho y no notó que justo en ese momento algo aprecia en el bolsillo de su camisa. Un par de lágrimas rodaron por su rostro para aterrizar en la arena bajo sus pies―, ¿crees que no me molesta? ¡Claro que sí! El problema es que tú sólo viste lo que quisiste, ni siquiera notaste que estaba drogada.

Irene se mantuvo callada pero la ira no cesó, tenía un extraordinario poder en su interior que a su parecer no permanecería mucho tiempo contenido.

En ese momento, Cielo llegó con Hendrick tomado de la mano. Se colocaron al lado de Irene.

―¿La encontraron? ―inquirió Hendrick, serio.

―No ―respondió Irene apenas con un hilo de voz.

―Bueno, no podemos dejar que ande sola por ahí. Iré con Hendrick a la carretera. Ustedes pueden buscarla aquí en la costa ―sugirió Cielo con voz neutral.

―No es necesario ―contradijo Damián―, creo que sé dónde puede estar.

Caminaron en total silencio. Hendrick ya no tenía puesta la capa ni los colmillos. Cielo, sólo mantenía el sucio vestido blanco y caminaba descalza. Irene mantenía su disfraz intacto, a excepción de la espada. Damián todavía tenía puesta la túnica, el hoz se había extraviado.

Necesito irmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora