32. Génesis.

639 46 15
                                    


Es indispensable escuchar la canción del vídeo durante toda la lectura. 

Esta estrategicamente ubicado calculando el tiempo de lectura para cuando se termine la canción volver a ponerla.

Les recomiendo leer despacio.

Disfruten del último capitulo <3




Un árbol de tronco delgado ubicado un par de kilómetros más al este respecto a Depstor comenzó a echar raíces progresivamente hasta abarcar un radio de poco más de 300 kilómetros cuadrados. Adquiriendo el papel del corazón de aquel místico bosque creado por los dioses antiguos.

A pesar del alcance de sus raíces; la superficie era apenas más grande que un elefante. Tímidas flores turquesas brotaban de entre la red de subdivisiones en las que terminaba el tronco principal. Sus escasas y pequeñas hojas apenas y captaban luz solar durante el día. No es como que la necesitara demasiado.

Y durante la noche, de cada flor emergía energía casi líquida; la cual se deslizaba como tal melodía hasta dispersarse en la oscuridad. Y así, cada vez que el sol se ocultaba, energía luminosa flotaba entre los árboles, entre los animales y entre los muertos. Con el constante recordatorio de la oscuridad jamás volvería a consumirlos.

****❤****

Entre más se adentraban al corazón del bosque, más vida parecían tener las hojas de las plantas, más vida se palpaba en el ambiente.

Nadie lo mencionó, pero algo había cambiado. En su interior, todos fueron capaces de sentirlo.

Cuando llegaron a Depstor, a pesar de su aspecto devastado, no fue un cementerio lo que sintieron en la piel. Muy contrario a sus expectativas los invadió una peligrosa sensación de calma y serenidad. Parecida a la sensación de invierno al llegar a casa y beber algo caliente con tu familia.

Ximena se sintió alertada ante esto. Pero sus amigos parecían tomarlo bastante bien, sin ningún tipo de miedo. Se dejaron seducir por la paz. Y en estas alturas, ¿quién podría culparlos? Cuando todo va mal, cualquier cosa que te haga sentir algo es bien recibida y más cuando es tan agradable como dicha tranquilidad.

Pese a esto, las piernas de Damián flaquearon cuando llegaron a los cimientos de la casa de sus padres, de su casa, de su hogar. Sintió un dolor ardiente perforar su garganta buscando una desesperada forma de salir. La serenidad se había marchado, nada podía con la tortuosa carga emocional que había dejado el perder a sus padres de forma tan grotesca.

Ximena, a su lado. Quiso sostenerlo, pero Damián llegó al suelo mucho más rápido de lo que ella se percató.

Intentó tranquilizarlo, pero era inútil, sus ojos miraban al vacío, llenos de terror y su boca se movía como si intentara articular palabras pero ningún sonido emergía. Ximena sabía que la imagen de sus padres desmembrados se repetía una y otra vez en su mente, luciendo cada vez más inhumanos.

Y ahí estaba, al lado del chico que amaba, impotente, observando su dolor.

Más adelante, Hendrick se mantenía al margen de los demás. Caminado entre los trozos del lugar donde pasó su vida entera. La calma lo mantenía tranquilo pero en cuando sus ojos se toparon con el parque, toda aquella paz se esfumó y supo que regresar al origen de su dolor había sido una pésima idea. Presionó con dureza su mandíbula hasta sentir un sabor metálico en el paladar.

Se giró para ver a los demás y notificarles que se marcharía, entonces vio a Damián en el suelo.

Su hermana se acercaba a la pareja. Puso los ojos en blanco.

Necesito irmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora