27. Buscando a Hendrick.

701 48 6
                                    

Aloh n.n

Antes que nada, les quiero desear un año espectacular, el mejor año que hayan tenido hasta ahora. Espero que encuentren el amor (si aún no lo hacen) y sepan cultivarlo. Que su familia este unida y sana. Que ustedes estén sanos, que lean muchos libros y aprendan, pero nunca aprendan demasiado para que se atrevan a tomar riesgos.

En donde quiera que estén, les mando un gran abrazo, aquí hay alguien que te desea lo mejor del mundo.

Es todo. Disfruten la lectura.

Mariely<3

************************

―Lo hemos buscado por dos horas, Irene. Entiende, no está aquí ―objetó Ximena con voz tensa.

―¡No puede desaparecer! ―gritó la pelirroja― ¡Solo fueron unos segundos! Él nunca se alejaría de esa manera. Joder, nunca me ha dejado sola, jamás.

Ximena suspiró y se echó en la tierra. Damián relajó los hombros y se sentó a su lado.

―Debemos pensar ―dijo Cielo, su comentario sonaba más a una súplica desesperada―. Ire tiene razón, Hendrick nunca se marcharía...

―Cielo, tu misma lo viste. Se puso de pie, corrió y desapareció ―contradijo Ximena―. Lo hemos buscado por todo el lugar, no está. Se ha ido.

Todos guardaron silencio. Finalmente, Irene calló de rodillas al pasto. Damián nunca la había visto en ese estado, tan frustrada, tan triste. Hacia menos de un día en que buscaban a Ximena y ahora Hendrick había desaparecido.

Los chicos se encontraban al costado del bulevar. Desconsolados, agotados y sin dinero. Habían perdido el viaje de regreso a Depstor y con ello, todo su equipaje.

Después de lo que pareció una eternidad, Damián espetó con voz de queda.

―Quizá no se marchara voluntariamente. ―Cerró los ojos como si recordara algo que le doliese―. En la playa, cuando buscábamos a Ximena sentí miedo. No podía explicar de dónde venía pero tenía como un presentimiento horrible. Pero después, apareció mi piedra y esa sensación se esfumó tan pronto como había aparecido, y supe dónde estaba Ximena.

Ximena escuchó atentamente a su chico, sin decidirse sobre qué le causaba más conmoción, si saber que ya contaba con la piedra en su poder o que él había adivinado su paradero cuando ni ella misma lo sabía con exactitud.

―El punto es que corría peligro y la gema me salvó ―continuó Damián―; no es tan ridículo como suena, recuerden las palabras de mamá Aga: la diosa Algiz intentará matarnos y las piedras protegernos.

Ximena abrió la boca para decir algo, sin embargo la voz que se escuchó fue la de Cielo.

―Puede que tengas razón. En la tirolesa no tenía miedo. Todo estaba bien, estaba a punto de agarrar mi gema cuando inexplicablemente el cable se rompió. Debí de haber muerto, pero el Pegaso me salvó. No sé de donde salió, lo vi solo unos segundos mientras me dejaba en el suelo, y desapareció.

―Quizá a nosotros no pudieron dañarnos porqué estaban nuestras piedras para protegernos ―opinó Damián.

―¿Qué dices culiao? ¿Insinúas que mi hermano está...? ―La voz de la chica se cortó.

―No. No creo ―respondió―. En el bosque, la primera noche que estuvimos juntos, la Diosa intentó matarnos ¿lo recuerdas? No pudo y aún no teníamos las piedras.

―Actaea. Ella también nos protege de la Diosa ―exclamó Cielo con una sonrisa radiante―. Quiere que le entregamos las piedras para salvar a su amado.

Necesito irmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora