24. Todo se derrumba.

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Hola ñ.ñ

No es por nada, pero este capitulo me encantó...

No sé si ustedes pensarán lo mismo:$ Después me cuentan...

Quiero felicitar a una persona muy especial por su cumpleaños; Jackeline <3

Por ella, que insiste en que actualice, está dedicado este capitulo; deberían felicitarla :3

Ya es mayor de edad :')

¿Cuándo cumplen cumpleaños? :3

Les podría regalar algo a larga distancia <3 Saben que los quiero <3

Disfruten el capitulo :3

Un abrazo,

Mariely.



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Ximena se dio la vuelta y enfrentó la mirada acusadora de su amiga. Al costado de Irene, Cielo la miraba casi de la misma manera.

―Irene ―murmuró, como si de pronto callera en cuenta de los sentimientos de ella hacía Damián―. Yo... No fue planeado -se apresuró a decir.

Ximena se sintió sumamente estúpida por sus propias palabras. De pronto, la música pareció detenerse, las siluetas de las personas se volvieron borrosas y el tiempo pareció congelarse. Damián miró a Irene y ésta, en silencio; no quitó su mirada de Ximena, hasta que finalmente habló.

―¿En qué momento? ―inquirió con voz dura. Su rostro había perdido toda huella de alegría o amabilidad, se veía apagada, sin vida. Damián pudo jurar que agarraba con más fuerza la espada entre sus manos.

―Ayer ―respondió el chico en un intento por ayudar a la chica que amaba―, Ximena me gustó desde el principio. Lamento mucho no habértelo dicho. Creí que sólo me estaba imaginando que tú...

Irene no lo miró. No podía. Pero el dolor de su mirada acaba de delatarle a los todos sus sentimientos. Sin embargo no se atrevería a confirmarlo. Aun así, sin quitar su vista de Ximena, le respondió a Damián antes de que él reanudara su disculpa.

―¿Pensaste qué? No estoy enamorada de ti, idiota. Por mi puedes acostarte con quien se te dé la gana ―dijo con amargura y un rayo de tristeza cruzó por su mirada, pero se esfumó de forma tan fugaz como si nunca hubiese tenido lugar―. No me importa que tú y Ximena hayan tenido sexo ―reiteró, deseando que al pronunciarlo con seguridad fuese a convertirse en una realidad para sí misma. Pero mentía y su subconsciente se lo reprochó con una lágrima traidora escapando sin su permiso por su ojo izquierdo.

Cielo, se mantuvo callada. Pero incluso con la música pudo escuchar el corazón de su amiga romperse. Y el suyo hizo lo mismo.

―Irene... ―murmuró la rubia casi para sí misma, consciente de que sus palabras no servirían de nada.

―¿Ellos que...? ―preguntó una quinta voz. Sonaba tan rota como la de Irene.

Los cuatro giraron el cuello para visualizar a dicha persona. Ximena lo hizo con tanda velocidad que casi se lastima. Frente a ellos, un joven vampiro salía de entre la multitud. Al escuchar las palabras de Irene, se detuvo a dos metros de distancia, incapaz de dar un paso más. Su garganta formó un nudo.

―Hendrick, yo... ―tartamudeó Ximena. En ese momento todo se le vino encima y se sintió la persona más idiota del mundo.

―Te acostaste con él ―murmuró Hendrick con voz ronca. Miró a Damián y una lágrima se deslizó por su mejilla. No se molestó en ocultarlo―. Dijiste que nuestro beso no significó nada para ti... Pero te acostaste con él...

Necesito irmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora