Aria

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En el Olimpo, la reina de los dioses iba a tener otro bebé, la familia estaba encantada, los hijos mayores de Hera y Zeus deseaban tener a su hermanito o hermanita para darle muchos mimos y regalos divinos, al fin y al cabo, iba a ser un dios/a.
Zeus estaba feliz, quería mucho a sus cuatro hijos, pero él sabía que lo que venía iba a ser muy especial, sabía que tendría los poderes de todos, sería invencible.

Pasaron los meses, Hera dio a luz a una preciosa niña; la familia se encontraba fuera de los aposentos, esperando ansiosos, se calmaron cuando oyeron los lloros de un bebé. Querían entrar y estar al lado de su madre y del bebé, pero Zeus aún no les había dado permiso.

En el otro lado de la puerta, Hera sostenía a su hermosa hija, se fijó que sus ojos eran una mezcla de los suyos y los de su marido. Zeus estaba embobado viendo a esa criatura tan preciosa.

— ¿Cómo la llamaremos? — preguntó Hera.
—Aria, ¿qué te parece? — preguntó.
—Me gusta. — miró a la bebé. — Aria. — la niña sonrió como aceptando el nombre, en ese momento los recientes padres se encontraban en una nube de felicidad, no querían ser molestados, querían disfrutar de su pequeña.
—Creo que será mejor que deje entrar a los demás, estarán desesperados ya.
—Seguro que Ares ya habrá hecho un agujero en el suelo de tanto paseo. — dijo Hera riendo.

Zeus sonrió y fue a abrir las puertas, en ese momento todos sus hijos entraron a toda velocidad y se acercaron a la cama.
Zeus se había quedado parado intentando reaccionar, cuando se dio cuenta que ya no había nadie en el pasillo, cerró y se reunió con su familia.

—Oh madre, es preciosa. — dijo Afrodita.
— ¿Cómo se llama? — preguntó Ares.
—Aria. — contestó Hera.
— ¿Puedo? — preguntó Atenea a su madre, ella asintió y le pasó el bebé. — parece tan frágil.
—Vosotros erais igual. — dijo Zeus.
—Hola Aria, soy tu hermana Atenea. — Artemisa se acercó y vio a la niña. — y ella es Artemisa, tu otra hermana.
—Será una gran guerrera. — dijo Artemisa sonriendo.
— ¿Tú crees? — preguntó Hera.
—Por supuesto, yo me encargaré que sea una excelente amazona, aunque sea una diosa.
—Hablando de diosa, ¿no debería hacer alguna muestra de sus poderes? — preguntó Ares.
—Hijo, acaba de nacer, ni siquiera tú podías. — dijo Hera defendiendo a su hija.
—Perdón. — se disculpó algo avergonzado.

Los demás lo dejaron pasar y decidieron darle sus regalos a su nueva hermanita, Ares y Atenea compartieron, le regalaron ser la mejor espadachina de todo el Olimpo y ser una gran líder. Afrodita le dio la belleza, aunque ya era muy hermosa, Artemisa le dio el regalo de amor por otros seres y saber manejar un buen arco.
Zeus le otorgó la sabiduría y Hera la bondad.

Pasaron los días, la niña iba creciendo, pero no mostraba signos de poder, porque no los usaba. Zeus estaba preocupado, no entendía que podía ir mal en su pequeña, era una diosa, pero no utilizaba sus poderes, como habían hecho sus hermanos a esa edad.

Hera también estaba preocupada, así que se le ocurrió una idea, se la comentó a su esposo y él aceptó. Dejaron a la niña al cuidado de sus otros hijos y se fueron al inframundo para hablar con el Oráculo.

El Oráculo era un ojo enorme en medio de una habitación oscura, no tenía boca, pero su voz resonaba por todos los rincones del lugar.

—Zeus, Hera, sé porque estáis aquí. — dijo una voz profunda, daba un poco de miedo.
—Bien, Oráculo, dinos que le pasa a nuestra hija Aria. — dijo Zeus.
—Es humana. — dijo sin más. Zeus y Hera no lo entendieron.
—Eso es imposible, salió de mí, es mi hija. — dijo Hera, estaba histérica.
—Sus poderes no despertaran hasta que sea el momento.
— ¿Qué quieres decir? — preguntó Zeus mientras intentaba tranquilizar a su esposa.
—La profecía. — dijo el Oráculo.
—No...no puede ser. — dijo Hera tapándose la boca, Zeus estaba preocupado.
— ¿Por qué nuestra hija? — preguntó.
—Porque ella será la gobernante de todo el mundo mágico, ella es la diosa que tanto esperábamos.
—Pero la profecía dice, que hay una diosa guerrera, ¿quién es? — preguntó Hera algo más tranquila aunque seguía preocupada.
—La hija mayor de Odín.
— ¿Kaila? — preguntó Hera.
—Kaila y Aria están destinadas a estar juntas, son almas gemelas, al principio Kaila se sentirá atraída por ella, eso es gracias al regalo de Afrodita. Con el tiempo, Aria será capaz de acabar con el maligno y gobernarnos con sabiduría. — explicó el Oráculo.
—Gracias, Oráculo. — dijo Zeus.

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