Aria

La calma después de la tormenta

Los profesores enviaron a todos los alumnos a sus habitaciones, se les veía cansados y era normal, porque habían estado toda la noche levantados, asustados y nerviosos. Ahora que todo había terminado, el cansancio pudo con ellos.
El resto del ejército también se fue a sus territorios para descansar, pronto tendrían a sus hijos en casa, así que estaban contentos de ver que estaban a salvo y bien.

—Kaila, voy a irme con mi familia, quiero abrazar a mi madre y estar con ella. — dijo Claire.
—Lo entiendo, pero... — miró a su familia, ellos entendieron lo que quería hacer así que se lo permitieron asintiendo. — voy contigo.
— ¿Estás segura? — preguntó.
—Sí, no quiero dejarte sola. — cogió las manos de Claire y las levantó y entrelazó los dedos con los suyos, después los acercó a sus labios y los besó uno a uno. — Claire, hemos sufrido mucho en un día, ahora que ha terminado todo, ahora que tú y yo podemos estar juntas, no quiero perderte de vista.
—Te amo Kaila. — se besaron sin soltarse. — vamos.

Se acercaron a los dioses griegos y se fueron todos juntos; llegaron al Monte Olimpo, Claire se quedó maravillada con lo que veía, todo era de mármol, sin ventanas, sin paredes, el techo se aguantaba por unas columnas grandes de piedra; entraba luz directa del sol. Había dioses con túnicas blancas paseando por los pasillos centrados en la lectura o charlando entre ellos y un gran jardín. Las nubes estaban muy cerca, se podían tocar, era como si estuvieran en el cielo. Se respiraba paz, tranquilidad, ¡era perfecto!.

Claire siguió al resto de su familia, cuando llegaron a una gran sala, el grupo se dispersó. Claire vio a su padre acercarse a un trono, allí vio a alguien, las manos le tapaban la cara, así que no pudo ver bien quién era.
Zeus se arrodilló ante su esposa y le quitó las manos de la cara.

—Mi amor, tengo noticias, Gerok ha sido destruido, al fin podemos vivir en paz y tranquilidad.
— ¿En serio? — preguntó esperanzada.
—Sí, además he traído a alguien que quiere conocerte. — la cogió de la mano y la levantó.
—No quiero ver a nadie. — no quería moverse.
—Esta visita te gustará. — la arrastró hasta la puerta donde aún estaban su hija y su novia.

Hera no le quedó más remedio que aceptar ver a la visita, su marido tiraba de ella, y le estaba haciendo daño, así que paró y se soltó de su agarre.

—Hera.
—Iré, pero a mi paso. — dijo mientras se masajeaba la muñeca.
—De acuerdo.

Se acercaron a Claire, Hera se fijó en la chica, la reconoció rápidamente, físicamente se parecía muchísimo a Artemisa, solo los ojos eran diferentes, ella había grabado el color de los ojos de su niña en su mente.
Al verla se emocionó, se le aguaron rápidamente los ojos, no se atrevía a dar ni un paso más. No quería despertar de ese sueño; veintiséis años que para ella fueron eternos, sin poder estar con su pequeña, sin saber cómo estaba (aunque sospechaba que sus hijos y su esposo si sabían de ella, pero no sabían que estuviera en el castillo, eso se enteraron cuando Osis les informó). Eso la destrozó por completo, la impactó tanto que se desmayó y todo lo demás se lo contó su marido. Pero ahora tenía delante de ella a su niña, a su tesoro; sus manos temblaban de emoción y miedo al mismo tiempo.

Claire respiró profundamente y se acercó a su madre, la abrazó con delicadeza, porque le parecía que fuera a romperse, estaba muy delgada, no se parecía demasiado a la mujer de sus recuerdos.
Hera al sentir el abrazo de su hija, se echó a llorar.

Zeus sonrió al ver la escena y Kaila se sentía orgullosa de Claire, amaba a su novia y en momentos como ese, el sentimiento crecía.

—Mamá siento que hayas sufrido tanto por mi culpa. — susurró Claire al oído de su madre. La mujer se separó y se secó la cara, después miró a su pequeña.
—No es culpa tuya, nunca lo ha sido. Me alegro de que estés aquí.
—El matrimonio humano ha criado bien a nuestra hija. — dijo Zeus, mientras se acercaba a su familia.
—Ya lo veo. — abrazó a su marido, feliz.
—Mamá, supongo que ya la conoces, pero te la quiero presentar de todas formas. — dijo Claire sonrojada, se acercó a Kaila y la cogió de la mano. — Ella es Kaila, mi novia. — La guerrera se la quedó mirando sorprendida, no se esperaba eso, ya había sido presentada como tal ante Zeus y los hermanos de Claire, pero no esperaba ser presentada como su novia ante Hera.