La nueva amenaza

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En un punto de Transilvania, había un grupo de rebeldes que estaba en contra de los dioses nórdicos, concretamente de Odín, lo culpaban de muchas batallas inútiles en el pasado donde murieron muchos de los suyos, y lo que querían era venganza. No habían decidido hacer nada hasta que supieron que la mayor amenaza del mundo mágico había sido destruida. Ahora les tocaba a ellos y se estaban preparando para conseguir una victoria.

Ese grupo rebelde consistía en un clan de magos encapuchados, llevaban capas para cubrirse las deformidades físicas producidas en las batallas.
Estaban furiosos, llenos de rabia y odio, lo único que los mantenía vivos era el ansia de venganza. Sabían que perderían a muchos en la batalla, pero sabían que sería un mal menor si así conseguían la victoria.

El líder era un persona llena de ira, su cuerpo era el que más daño había recibido: tuerto del ojo derecho, su brazo izquierdo había quedado inutilizado, no tenía movilidad, además de ser manco. El resto eran quemaduras.

Ellos jugaban con ventaja, nadie sospechaba que fueran los enemigos de los dioses nórdicos.

Vivían en las montañas, bajo tierra, con su aspecto podrían asustar a cualquiera, desde humanos, hasta animales. Sus viviendas eran cuevas y los caminos estaban iluminados por antorchas colocadas en apliques de pared.
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En el castillo se respiraba paz, nadie sospechaba nada, solo Osis y Claire. Pero deseaban que no hubiera ningún problema, no querían ir a la guerra de nuevo.
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En Asgard, Odín estaba preocupado, se sentía inquieto no sabía que estaba sucediendo, solo sabía lo de los titanes y nada más. El oráculo griego no había dicho nada y eso lo asustaba mucho más. Tenía la sensación de que era algo muy malo, solo que no sabía cuándo y eso lo estaba volviendo loco. Detestaba no saber nada y menos cuando se trataba de mantener a su familia a salvo. No quería sorpresas desagradables.

Brunilda estaba preocupada por su marido, nunca lo había visto así, no sabía que pensar y mucho menos que hacer. Así que se le ocurrió hacer una visita secreta a Aria, tenía la sensación de que ella también sentía el peligro, por algo era la biznieta de la Madre Tierra, ella podría sentir todo lo que sentía el planeta.

Fue a su habitación, comprobó en cada rincón que no hubiera nadie escondido, necesitaba estar completamente sola, miró debajo de la cama, el armario, detrás de las cortinas, en el baño... nada, no había nadie. Se colocó en el centro de la habitación y se tele transportó con la ayuda del control remoto que le había robado a su cuñado. Era experimental.

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Claire estaba sola en la biblioteca, Kaila tenía que entrenar a los equipos de Enerball.
Estaba entretenida con su lectura cuando sintió que alguien la miraba, levantó la mirada y se asustó al ver a Brunilda delante de ella. Comprobó que nadie la hubiera visto y se relajó un poco, tenía la sensación que la visita de la madre de Kaila no era de cortesía.

—Hola Aria. — le sonrió como saludo, pero no se reflejaba en sus ojos, se podía ver la preocupación, en ellos.
—Hola, ¿qué sucede?
—Necesito hablar contigo.
—Mmm. — cerró el libro y lo dejó a un lado. — por favor, siéntese.
—Gracias. — se sentó delante de ella y juntó las manos.
—Majestad, veo que le preocupa algo.
—Sí, no sé si lo has notado, pero algo malo se avecina y mi marido está preocupado, no sabe lo que está pasando.
—Es cierto, hace días que siento una fuerza malvada, pero siento decírselo, pero no sé quién puede ser ni lo que quiere. — tampoco podía decirle la conversación que tuvo con su bisabuela días atrás.
—Entiendo, los oráculos tampoco lo saben.
—Pero la amenaza está ahí, hay que estar alerta.
—Sí, pero si seguimos así, nos volveremos paranoicos y eso no es bueno para nosotros. Seríamos una amenaza potencial, dioses locos. — explicó Brunilda.
—Intentaré averiguar que sucede, pero no le prometo nada.
—Gracias, al menos sé que lo intentarás. — le sonrió un poco.
—Sí, pero tengo que salir de aquí, con el escudo no puedo usar mis poderes, y Kaila se enfadará si se entera que me he ido sin ella. Es muy sobre protectora conmigo.
—Esa es mi hija. — sonrió un poco más pensando en lo que era capaz de hacer su heredera. — ¿ella sabe algo?
—No, no lo siente como yo y eso es muy raro, es una diosa además de una valquiria.
—Mmmm, la verdad es que yo tampoco lo siento y menos desde aquí, solo sé lo que pasa, por mi marido y mis cuñados.
—Entiendo, o sea que pocos pueden detectar esta fuerza. — dijo Claire pensando.
—Tu familia tampoco lo siente. — Claire pensó en eso, y supo que esa amenaza iba por la familia de Kaila, tenía que investigar más, tenía que encontrar la conexión del nuevo enemigo con Cronos cuanto antes.
—Puede que esta vez la amenaza solo afecte a los dioses nórdicos.
— ¿Qué... que quieres decir? — se atoró al oír ese pensamiento.
—Puede que este nuevo enemigo vaya solo a por ustedes, por eso mi familia no puede sentirlos. ¿Tienen algún enemigo?
—Llevamos miles de años en este mundo, tenemos muchos enemigos.
—Pero humanos no son. ¿No?
—Por supuesto que no, ellos no saben nada de nuestra existencia. — dijo con un tono de ofensa.
—Lo siento, no era mi intención molestaros. — agachó la mirada.
—No, perdóname a mí, es que estoy muy nerviosa.
—Tranquila. Pero en realidad prefería que fuera un grupo de humanos, ellos son indefensos contra los dioses. — explicó Claire.
—Lo sé... ¿Crees que quede algún grupo rezagado de Gerok?
—No, esta energía que siento no es como la de Gerok, es inferior, pero está llena de ira y de venganza.
— ¿Puedes sentir eso al notar la energía? — preguntó la mujer, estaba impresionada.
—Me lo dice la Madre Tierra. — era verdad, se lo había dicho.
—Oh.
—Investigaré y os informaré, pero hay que intentar que Kaila no se entere, al menos no de momento. Ya es suficiente tener a tres dioses en alerta.
—De acuerdo, gracias.
—De nada. — en ese momento Brunilda se marchó. — Será mejor que investigue ahora.

AriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora