Gerok

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Guerra, segunda parte

Kaila empezó abrir los ojos, lo veía todo borroso, pero reconocía la silueta de la persona que más amaba, sonrió y se frotó los ojos con las manos para poder verla mejor. Funcionó, pudo volver a ver con nitidez.

—Hola. — sonrió.
—Hola. — dijo Claire mientras la acariciaba en la mejilla.
— ¿Dónde está la dragona? — preguntó al darse cuenta de que estaban solas.
—Muerta.
— ¿Y el dragoncito? — se incorporó y lo vio a su lado dormido, sonrió al ver que estaba bien.
—Como ves, está bien.
—Sí. Claire debemos ponerle a salvo. — se pudo ver preocupación en sus ojos azules.
—Lo sé, pero ¿dónde lo dejamos? — preguntó Claire mirando al animal.
—No lo sé.

Se escuchó un ruido prominente del exterior, Claire quería saber que estaba pasando, le dijo que volvería, pero Kaila se lo impidió.

—Kaila, tengo que ir.
—No, por favor.
—Sabes que tengo que hacerlo, quédate con él, hasta que despierte.
—Pero... — en ese momento Claire se dio cuenta que Kaila estaba asustada, era la primera vez que la veía así.
—No me va a pasar nada, confía en mí. — le dijo mientras le acariciaba la mejilla.
—De acuerdo, pero vuelve.
—Lo prometo. — Kaila la soltó y Claire se fue volando.

Kaila se quedó mirando al dragón que seguía dormido, como si no pasara nada.

Claire subió lo más alto que podía para verlo todo. Vio a los dioses y a otras criaturas luchando contra los malos, aunque no podía distinguir mucho. Siguió mirando y vio alguien a lo lejos, mirando la pelea.
Había muy poca luz y la luna no estaba ayudando, de vez en cuando pasaba una nube dejando todo a oscuras.

Se oían gritos de victoria, Claire volvió a mirar, los dioses y los demás estaban contentos, por fin había acabado todo.
Pero ella sabía que no era así, faltaba el más importante, el enemigo de verdad, el cobarde que ha estado en la retaguardia esperando su momento.

Kaila estaba preocupada, vio a su nuevo amigo, se había despertado e intentaba volar ella se lo impidió.

—No, eres muy pequeño, vamos andando. — el animal le hizo caso se pusieron en marcha, salieron de las ruinas y vieron a todos contentos y alegres.
Vio a su padre y a su madre, estaban bien, eso la dejaba respirar, pero no veía a Claire por ninguna parte.
El dragón hizo un ruido, Kaila le miró y vio que miraba al cielo, ella hizo lo mismo y la vio, estaba allí plantada sin hacer nada.

Odín vio a su hija y se acercó, pero paró al ver al dragón, iba a atacarlo, pero Zeus se lo impidió.

—Aparta, hay que eliminar a todas las criaturas malvadas. — dijo Odín.
—Este dragón es bueno, es la mascota de tu hija.
— ¿Qué dices? — lo miró sorprendido.
—Mira. — le obedeció, Kaila acariciaba al animal y este se dejaba hacer. — ¿ves?
—Vaya. — no sabía que decir.

Kaila vio a la familia de su novia y se acercó a ellos. Abrazó a sus padres y les dijo que todo el mundo estaba en la sala de seguridad, que podían ir a sacarlos de allí.

—De acuerdo, ¿pero qué vas hacer? — preguntó Brunilda.
—Mi trabajo. — miró al cielo, los demás hicieron lo mismo y se fijaron que había alguien flotando.
— ¿Quién es? — preguntó de nuevo su madre.
—Mi diosa. — dijo Kaila en un tono de orgullo y sonrió.

Cuando iba a por Claire la vio dirigirse hacia la montaña a toda velocidad; Kaila no entendía que iba hacer o que había ahí, la siguió con la mirada y vio destellos de luz.

—Pero que... — quería saber que estaba pasando, pero alguien se lo impidió, miró y vio a Ares, estaba serio. — Tengo que ir.
—No, espera. — no dijo nada más, pero esa respuesta no fue suficiente para detenerla.

AriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora