Después de la batalla

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Loki aterrizó en el jardín más cercano de la sala, Kaila desmontó de un salto y corrió con Claire en brazos, entró en la sala, la puerta estaba abierta.

— ¡Dejad paso! — gritó, todo el mundo se apartó para dejarla pasar, al ver a Aria todos cuchichearon entre ellos.

Brunilda y los gemelos se acercaron a ella.

— ¿Que ha pasado? — pregunto Brunilda al ver Aria inconsciente.
—No lo sé, la he encontrado así.
—Llévala a tu habitación. — Kaila obedeció y salió corriendo por la otra puerta que daba al interior del castillo.

Los gemelos corrieron detrás de ella, estaban preocupados. Cuando Kaila llegó a su habitación, no podía abrir la puerta, así que pidió ayuda a uno de sus hermanos, sabía que la seguían.

Astrid abrió y Kaila llevó a su amada a la cama.

—Baudier, pregúntale a mamá como llamar a los griegos, Atenea tiene que venir. — dijo Kaila.
—De acuerdo. — Baudier salió corriendo.

Brunilda estaba preocupada por la salvadora de su reino, la mujer de su hija.
Baudier se acercó a ella y le dijo lo que pidió su hermana.

—No hay forma, las comunicaciones fue lo primero que perdimos. — dijo Brunilda.
—Pero debe haber alguna forma. — dijo Baudier, se le veía desesperado.
—Ve a la sala de tele transporte y ve al Olimpo, habla directamente con ellos.
—Pero para poder entrar se necesita invitación por su parte y la única que puede, está en la cama de Kaila inconsciente.
—Lo sé hijo, pero es la única posibilidad, Atenea es la única que puede sanar a los dioses, además de Aria.
—Veré que puedo hacer. — se marchó corriendo hacía la sala.

Kaila se sentó cerca de Claire y le cogió la mano para que supiera que estaba con ella. Astrid estaba al pie de la cama y lo vio todo, no sabía qué hacer y se sentía frustrada por ello.

Baudier llegó a la máquina, programó su destino y se colocó en el centro. La máquina se puso en marcha, una luz salió del suelo, después apareció un escudo en forma de cúpula que rodeaba el centro de la plataforma, aparecieron rayos y los aros de la máquina empezaron a coger velocidad, aunque ya no se veían, la luz cegó toda la sala y en segundos ya no había nada, ni sonido, ni rayos y Baudier había desaparecido.

Baudier nunca había viajado de ese modo, cuando llegó a su destino, le dio nauseas se fue a un rincón y vomitó, no esperaba que su estómago fuera el más afectado del viaje.
Una vez recuperado trató de saber dónde estaba, pero nunca había estado en ese lugar, así que no tenía ni idea, solo veía columnas y más columnas.

Se fijó mejor y vio varios caminos que desembocaban en el lugar donde estaba, parecía una plaza. Pensó que la sala del trono estaría hacía el norte, así que cogió el camino que tenía delante.

No había nadie por la zona y le extrañó, había oído hablar mucho sobre el Olimpo y que estaba repleto de dioses, de distintos niveles, pero ahí no había nadie.
Siguió caminando y no tuvo que ir mucho más lejos, encontró a una persona, se acercó y le preguntó por Atenea.

—Yo soy Atenea. —le dijo la mujer.
—Oh, qué suerte he tenido.
—No exactamente, sabía que me andabas buscando.
— ¿Cómo? — preguntó extrañado.
—Hemos visto la batalla desde la fuente de la sabiduría, sé que mi hermana está inconsciente y el estado de tu familia.
—Si sabíais lo que iba a ocurrir, si habéis visto todo, ¿por qué no les habéis ayudado? — estaba enfadado.
—No podíamos, solo Aria puede ir a tu reino sin invitación. Además por mucho que hubiéramos ido, no cambiaba el resultado.
—No lo entiendo.
—Solo Aria ha podido acabar con los titanes de una vez por todas. Los dioses nos hemos enfrentado a ellos varias veces y sin éxito. Zeus conseguía dormirlos pero nada más. Aria ha acabado con ellos para siempre.
— ¿Y por qué no despierta?
—Ha agotado su poder, necesita descansar, en la batalla a usado un gran poder que solo llegarías a él si tuvieras miles de años y mi hermana lo ha usado en un día y en menos de un año como diosa. No está herida, no puedo curarla, pero si puedo ayudar a tu padre y a tus tíos.
—Gracias. — Baudier sonrió y Atenea le cogió la mano y se tele transportaron a Asgard.

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