Aria

Los cinco clanes

Pasaron los días, ya no había ninguna amenaza, los estudiantes hacían vida normal.

Kaila se pasaba todo el tiempo entrenando con sus compañeras, así que sus clases de arte de la lucha se habían cancelado, aunque siempre sacaba tiempo para estar con Claire.

Claire pasaba más tiempo en la biblioteca que en clase, pensó que era lo mejor, para no enfadar al resto de alumnos. Así que, todas sus dudas las resolvía leyendo libros sobre vampiros, hombres lobo, hadas, magos, ninfas, duendes, etc. Quería conocerlo todo y sabía que en esa habitación llena de sabiduría, lo conseguiría.
A los profesores no les importó mucho que ella no fuera a clase, sabían que estudiaba por su cuenta y pensaron que era lo mejor, porque así no retrasaba a los demás alumnos que conocían todo lo que ella estaba aprendiendo.

Un día, Claire estaba en la biblioteca buscando una información que no tenía nada que ver con el estudio, era más personal porque hacía dos noches que tenía el mismo sueño y siempre era igual.

Veía unas paredes de mármol y columnas, en el exterior se veían las nubes, como si el lugar estuviera encima de una.
Habían dos personas a su alrededor, una mujer de pelo castaño y ojos azules, sus facciones eran muy suaves, además de que era muy guapa. En el otro lado había un hombre, daba un poco de miedo, era grande y muy musculoso, sus ojos eran verdes.

— ¿Es necesario que se la lleven? — preguntó la mujer, se la veía preocupada.
—Querida, es por el bien de nuestra hija, ella es humana.
—Pero... es mi pequeña. — se echó a llorar, el hombre dio la vuelta a la cuna y abrazó a la mujer.
—Yo también la echaré mucho de menos, pero no podemos hacer otra cosa, tiene que estar a salvo.
—Lo sé, sé que con los humanos estará bien, pero eso no quita que me guste ver como dejas que Osis se lleve a mi niña.
—Hera, lo siento mucho, pero Aria no es una diosa, no puede quedarse en el Olimpo. — dijo Osis mientras se acercaba a la cuna.
—La cuidaremos desde aquí, nuestros hijos harán lo mismo. — explicó el hombre.
—Oh Zeus. — Hera siguió llorando en los brazos de su marido. Cuando Hera dejó de llorar, cogió a la bebé y se acercó a Osis, no quería separarse de ella, pero sabía que tenía que hacerlo, por la vida de su bebé.
—Osis, llévatela y asegúrate que la familia que se quede con ella, sean buenas personas. — dijo Zeus mientras veía como su esposa entregaba a su hija al anciano mago.
—Lo prometo. — cogió al bebé y se fue.

Claire cogió varios libros que hablaban de los dioses griegos y quería saber porque tenía ese sueño.
Llevaba dos días buscando y no encontraba nada, no había ningún dato de que Zeus y Hera tuvieran una hija humana, no había ni una información de Aria.
Cada vez estaba más confusa, no podía creer que después de tanto tiempo en el castillo, tuviera un sueño de los dioses griegos y sin conocerlos de nada; su subconsciente le estaba jugando malas pasadas. Llevaba mucho tiempo aprendiendo sobre criaturas mágicas y dioses, que ahora soñaba con algo que para ella es imposible. ¿Imaginación? quizás, pero no lo sabía con claridad.

Kaila se había tomado un rato de descanso, miró en la clase de magia a ver si encontraba a Claire, al no verla se fue extrañada. Sabía que Claire no asistía a clase para no incomodar a los demás, pero pensó que en la clase de magia de Osis estaría para aprender los hechizos.
Se le ocurrió ir a la biblioteca, pensó que podría estar ahí, era su lugar favorito.
La puerta estaba abierta, entró y vio a la bibliotecaria en su sitio, detrás del mostrador, era una hada, protectora de los libros, así que era lógico que estuviera ahí.
Miró en las mesas y Claire no estaba, miró en los pasillos y la encontró en la sección de libros griegos.

Estaba sentada en el suelo rodeada de libros, se acercó y se sentó delante de ella.

— Claire ¿estás bien? — preguntó mientras miraba todos los libros, eran del mismo tema, los dioses griegos.
—No, llevo dos días soñando una cosa muy rara y estoy intentado conseguir una explicación, pero estoy desesperada, llevo aquí toda la mañana sin éxito.— se pasó las manos por el pelo. Era un gesto que Kaila conocía en ella, cuando hacía eso significaba que estaba frustrada y nerviosa.
—Hey tranquila. — puso las manos en las rodillas de Claire. — cuéntame que has soñado.
— ¿Por qué? No puedes ayudarme.
—Inténtalo, por favor.
—De acuerdo. — suspiró y después le contó todo. Hubo un silencio bastante incomodo, Kaila tenía el ceño fruncido y no decía nada. — ¿Kaila?
—Creo que en todo esto, el dominador común es Osis.
—Lo sé, pero no sé cómo acercarme a él y contárselo. No le tengo confianza.
— ¿Quieres que te acompañe? — le cogió la mano.
—No, tengo que hacerlo yo. Además tienes que volver a entrenar.
—Es cierto, pero quiero estar contigo.
—Kaila, tienes que entrenar para que no pasé lo mismo de la semana pasada.
—Tienes razón, será mejor que me vaya. — se inclinó hacia delante y la besó, después se levantó y se fue.